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Cuando las primeras informaciones daban cuenta de la aparición de un peligroso virus en China, una nación ubicada a más de 18.000 kilómetros de Paraguay, a finales de 2019, nadie se imaginó que la enfermedad estaría poco tiempo después entre nosotros y que nos daría uno de los sacudones más grandes de nuestras vidas. Paraguay veía lejanas las noticias sobre el virus y su incontenible propagación. En Europa se multiplicaban los casos y ya era de esperar en cuestión de días su expansión en países de las Américas.
Primeras medidas contra el Covid-19
Los primeros casos sospechosos de coronavirus en nuestro país datan de finales de enero, en su mayoría de connacionales viajeros que retornaban al territorio. Ante tal situación, el Gobierno tomó –como primera medida- la decisión de recabar datos de pasajeros que hubieran viajado a China y otros países asiáticos cercanos o con casos confirmados de Covid-19, pero posteriormente, en febrero, se decidió proceder a la suspensión de las visas a los ciudadanos provenientes de China Continental y se declaró al país en alerta máxima debido a los primeros enfermos de Covid-19 en Brasil, uno de los destinos estivales favoritos de los paraguayos.
En ese momento, Paraguay enfrentaba una de las peores epidemias de dengue, por lo que existía un gran temor de que colapsara el precario sistema de salud del país si no se tomaban medidas urgentes.
A pesar de los controles instalados en las principales entradas al territorio, el 7 de marzo se reportó el primer infectado del virus en Paraguay: un hombre de 32 años residente en San Lorenzo que llegó por aire desde Ecuador. Tres días después se anunciaba el segundo enfermo que llegó por tierra de la Argentina y horas más tarde tres casos más, todos contagiados del segundo caso.
Fue así que, asumiendo una posible circulación comunitaria, se aplicaron desde el 11 de marzo algunas escasas pero estrictas medidas sanitarias, que incluyeron la suspensión de las clases en todos los niveles educativos, así como la prohibición de todas las actividades que implicasen aglomeración de personas, ya fuesen eventos públicos o privados.
La noticias internacionales que mostraban hospitales saturados y miles de muertos en países asiáticos, así como en Italia, España, Francia y otras regiones de Europa, lograron instalar el temor en la ciudadanía paraguaya, que no dudaba en denunciar cualquier incumplimiento sanitario y solicitaba al Gobierno aplicar las medidas más estrictas para que el virus no se instale y se propague a nivel país.
Con el correr de los días y el aumento de casos, las decisiones se fueron endureciendo tras el decreto N° 3.456 del 16 de marzo, mediante el cual se declaró Estado de Emergencia Sanitaria en toda la República del Paraguay. El 20 de marzo se reportó el primer fallecido por Covid-19: el doctor Hugo Díez Pérez, un neurocirujano de Asunción, quien se contagió del primer caso. En esa misma fecha se anunció el primer contagio comunitario, lo que implicó nuevas acciones como la cuarentena total a nivel nacional, mediante decreto Nº 3.478.
Fue así que desde el 20 de marzo se prohibió la libre circulación en todo el territorio nacional (a excepción de casos de urgencia), se suspendieron las clases y eventos de toda índole y además se cerraron todos los comercios no esenciales, así como el paso en las fronteras.
Todo este sacrificio era para preparar el sistema sanitario, debido a que se necesitaba ganar tiempo para la lucha contra un enemigo letal.
Las medidas aplicadas debían finalizar el 12 de abril y, en un primer momento, recibieron el férreo apoyo de la ciudadanía, que incluso exigía que se prohibiera el ingreso de connacionales varados en diferentes puntos del mundo, ya que consideraban que cualquier persona fuera del país era un posible contagiado de Covid-19. Ante este escenario, las estrictas medidas de aislamiento se extendieron hasta el 3 de mayo, fecha en que se inició un periodo de “cuarentena inteligente”.
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El SARS-CoV-2, causante del Covid-19
Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diversas afecciones, que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como la neumonía. No obstante, la cepa SARS-CoV-2 que causó el brote en China es la más reciente y no se conocía previamente. Desde su aparición en Asia a finales de 2019, el virus se expandió por todo el mundo y se inició una carrera contra la propagación aplicando medidas sin precedentes de aislamiento y encierro.
El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el Covid-19 dejaba de ser una epidemia y debía ser catalogada como pandemia por los niveles alarmantes de propagación en los cinco continentes.
Cuarentena inteligente y sus fases
El Plan de Levantamiento Gradual del Aislamiento Preventivo General, denominado habitualmente como “cuarentena inteligente”, se inició el 4 de mayo y dio paso al levantamiento de ciertas restricciones impuestas hasta ese momento y la habilitación de algunos escasos sectores económicos. Para ese momento, la ciudanía ya estaba cansada del encierro y agonizaba por la miseria en la que se había hundido el país por la imposibilidad de ejercer casi todo tipo de actividad laboral.
El periodo -que fue dividido en cuatro fases- se inició bajo estrictas medidas sanitarias y de control, por lo que todavía se podía observar en las calles la custodia policial e incluso militar que solicitaba en los principales puntos de circulación documentos que respaldaran la circulación.
Durante esa primera fase, que rigió hasta el 21 de mayo, solo se dio el visto bueno al reinicio laboral en fábricas en general, obras públicas y civiles, prestadores de servicio en el local del cliente como masajistas, peluqueros, carpinteros, electricistas, abogados y similares, delivery de servicios de cobranza y actividad física individual.
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El descontento ciudadano para ese momento ya alcanzaba los límites del disgusto, pues la falta de reactivación económica ya causaba estragos en miles de paraguayos que, sin poder abrir sus negocios y sin sus fuentes de ingreso, se veían incluso en la necesidad de despedir a sus empleados.
La situación mejoró un poco para la segunda fase del periodo, que duró hasta el 11 de junio y que permitió la apertura de tiendas de hasta 800 m2, oficinas corporativas, deportes profesionales y eventos culturales sin espectadores. Sin embargo, la actividad económica seguía muy restringida y por sobre todo golpeada, ya que más de la mitad de los sectores económicos todavía no podían reactivarse.
Además, hasta ese momento de la “cuarentena inteligente” solo se permitía la libre circulación entre las 05:00 y las 21:00 y los controles seguían siendo sumamente rigurosos, principalmente en los puntos de acceso y salida de la capital del país. Los trabajadores formales, por ejemplo, tenían la posibilidad de solicitar un comprobante laboral que les permitiera sortear los controles, pero aquellos informales o dueños de sus propios pequeños negocios todavía seguían sumamente limitados y con miedo de ser arrestados y multados.
La apertura se fue ampliando en la tercera fase, que duró hasta el 19 de julio y permitió que reactiven sus locales aquellos negocios con más de 800 m2, así como también los espacios deportivos como gimnasios, academias y polideportivos toda vez que sea sin espectadores. Aunque hasta ese momento el Gobierno nacional consideraba que las medidas aplicadas eran las más acertadas, el hartazgo de la población ya era noticia de todos los días y se hacía sentir cada vez con mayor fuerza.
Posteriormente, tras algunos días de postergación, la cuarta fase del plan se activó el 20 de julio en casi todo el país, menos en Alto Paraná, Asunción y Central, que en ese momento empezaban a mostrar índices altos de contagios. La decisión no fue recibida con entusiasmo; para ese momento, todo el país ya gritaba estar “muriendo de hambre” y exigía la urgente reactivación total del sistema.
Sin embargo, durante este periodo apenas se dio la reapertura con limitaciones de hoteles y eventos sociales con no más de 20 personas, además de las reuniones religiosas con un máximo de 50 asistentes, dejando nuevamente el sinsabor en miles de paraguayos.
Finalmente, el 19 de setiembre -mediante decreto N° 4.066- se incluyó a Asunción, Central y Alto Paraná en las medidas de apertura de la fase 4, lo que de cierto modo fue bien recibido pero todavía con inquietud por la limitaciones establecidas. Durante todo este lapso, el país mantuvo la curva de contagios bajo control por varios meses, con pequeños picos de brotes a principios del mes de mayo en los albergues y a finales del mes de junio que fueron controlados.
También se detectó un pequeño brote que causó el retroceso a la cuarentena total en la ciudad de San Roque González de Santa Cruz, departamento de Paraguarí, que también se vio afectado, así como Concepción, por el aumento de contagios e hizo que estos se atascaran un mes más en la fase 2 de la “cuarentena inteligente”.
Cabe mencionar que durante este periodo, mientras la población general ya no soportaba más las medidas de encierro y la imposibilidad de trabajar, el país se destacó a nivel mundial por el control del avance del virus, que en aquel entonces todavía seguía representado -en la mayoría de los casos- por enfermos llegados del extranjero o contagiados en los albergues habilitados por el Gobierno para el aislamiento obligatorio.
Albergues Covid
Tras el cierre de fronteras y la llegada de vuelos humanitarios de diversas partes del mundo, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, firmó el 9 de abril el Decreto N° 3.526 mediante el cual autorizaba la utilización de albergues temporales a fin de ubicar a las personas que hayan dado positivo al test y evitar así la propagación del virus.
Cada albergue dispuesto en el país contó con personal sanitario permanente, mientras que el período de permanencia de las personas era de unos 15 días tras dar negativo al test.
La noticia fue bien recibida en un principio y era defendida por un gran sector de la población, que en ese momento incluso pedía que no se permitiera el ingreso a más compatriotas. Sin embargo, rápidamente causó la indignación de quienes se encontraban recluidos en estos espacios, ya que denunciaban condiciones insalubres y hacinamiento, y privilegios que tenían algunos, que al bajar de vuelos humanitarios iban directo a sus hogares, como el caso del empresario Karim Salum.
Durante el periodo activo de estos lugares, en más de una ocasión los retenidos en el lugar quemaron colchones como medida de protesta e incluso varias personas lograron escapar.
Ascenso en la curva de contagios
Con la apertura gradual de los sectores económicos llegó también el ascenso en la curva de contagios de Covid-19. Según el informe de Salud Pública, los contagios comenzaron a mostrar un aumento a partir de julio, mes en que se dio mayor libertad a las actividades sociales y económicas en casi todo el país mediante la aplicación de la “cuarentena inteligente”.
Al iniciarse el mes de julio había poco más de 2.000 casos, 19 fallecidos y una tasa de positividad diaria por debajo del 5%, mientras que para finales de agosto, los casos confirmados ya ascendían a más de 18.000 y habían perdido la vida a causa de la enfermedad unas 340 personas, con una tasa de positividad del 30% que se registraba fundamentalmente en Alto Paraná y Gran Asunción.
Durante esos meses, Alto Paraná fue el departamento más golpeado por el SARS-CoV-2, llegando a ser el epicentro del virus, pero las cifras en la región comenzaron a bajar en la primera quincena de setiembre, trasladándose esos altos números a Asunción y el departamento Central.
A pesar del aumento paulatino de casos en las mencionadas regiones del país, el Ministerio de Salud decidió no aplicar más medidas drásticas pero implementó la “cuarentena social” el 22 de agosto, dejando en espera la fase 4 en Asunción, Central y Alto Paraná (ver apartado cuarentena inteligente y sus fases).
Durante este periodo se aplicó la suspensión de viajes de larga distancia los fines de semana, se restringió la venta de bebidas alcohólicas y se prohibió la circulación de 20:00 a 05:00, medidas que fueron aceptadas a duras penas por la gran mayoría de la ciudadanía.
En el resto del país, que ya había avanzado para ese entonces a la fase 4 de la “cuarentena inteligente”, también comenzó a observarse más brotes comunitarios durante agosto y setiembre, así como también el ascenso en el número de internados y fallecidos. Tomando en cuenta esto fue que Salud Pública decidió que el departamento de Boquerón y el distrito de Carmelo Peralta en Alto Paraguay, así como también los departamentos de Caaguazú y Concepción, retrocedieran de fase.
Modo seguro de vivir
Luego de varios meses de “preparación” y bajo la crítica de un pueblo ya cansado de vivir encerrado y sin poder trabajar, el pico de contagios llegó a Paraguay entre setiembre y octubre. Tras varias semanas de registros diarios muy altos, Salud Pública anunció que el país se encontraba en una “suerte de meseta”, lo que permitió que el Gobierno nacional decidiera reabrir más sectores económicos y permitir, entre otras cosas, la apertura de fronteras con Brasil tras siete meses de cierre. Fue así que el paso fronterizo a través del Puente de la Amistad se hizo posible nuevamente el 15 de octubre y se sumaron posteriormente los demás pasos fronterizos con el vecino país.
Además de la apertura de la frontera, durante este periodo igualmente se abrió paso a la circulación interdepartamental sin restricciones y la libre circulación todos los días entre las 05:00 y las 00:00. Asimismo, se procedió a la autorización de los vuelos internacionales o vuelos “burbuja” en su primera fase, para que posteriormente, el 21 de octubre, se dispusiera la apertura de aeropuertos internacionales con vuelos comerciales, con el requisito de tener test negativo de Covid-19 dentro de las últimas 72 horas o guardar aislamiento.
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Para el momento en que se anunció la apertura del paso fronterizo con Brasil y la reactivación de los vuelos comerciales, ya nadie mostró interés en objetar la decisión tomada, primero porque el virus ya se había instalado hace tiempo en la comunidad y segundo porque la necesidad económica era acuciante y ya había logrado el despido de cientos de personas y el cierre de un buen número de negocios.
Durante todo este proceso, el Ministerio de Salud aplicó lo que denominaron “modo seguro de vivir”, que dio resultados esperanzadores tras experimentarse en el país un descenso de casos que incluso llegó por debajo de los 3.000 positivos por semana. No obstante, luego de unos 30 días de paulatino descenso durante casi todo el mes de noviembre en que el número de fallecidos llegó incluso a descender a 5 por día, a finales de ese mes las cifras comenzaron a subir una vez más, llegando a lo que se vive actualmente.
El peor momento del virus
Hasta el inicio de este mes, las autoridades sanitarias, así como la ciudadanía en general, consideraban que el pico de la pandemia que se registró entre setiembre y octubre sería el momento más crítico de la enfermedad; sin embargo, el aumento de casos que se reporta actualmente, así como el significativo incremento de pacientes internados en las salas generales y en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) en todos los hospitales de referencia de Asunción y el departamento Central, colocan a este periodo como el peor momento vivido en el año a raíz de la pandemia del Covid-19.
Es tomando en cuenta el aumento de casos que Salud Pública y el Gobierno nacional procedieron una vez más a aplicar restricciones hasta el 20 de diciembre, que prohíben la venta de bebidas alcohólicas entre las 22:00 y las 05:00, excepto en locales gastronómicos. Así también, continúa la restricción en el horario de circulación, que prohíbe el libre tránsito de 00:00 a 05:00. Esta medida se encontraba vigente, pero desde hace tiempo se podía observar el nulo respeto a la misma. Además, el decreto N° 4.455 establece que los eventos sociales solo pueden realizarse con un límite de tiempo máximo de hasta cuatro horas bajo rigurosos controles sanitarios.
Estas nuevas medidas que se dieron a conocer el pasado 7 de diciembre nuevamente causaron el descontento generalizado de la ciudadanía, que todavía no logra recuperarse de los meses de encierro y la nula actividad monetaria que sigue causando estragos.
Adicionalmente a estas medidas, desde el 21 de diciembre rigen nuevas disposiciones sanitarias nuevas que van hasta el 10 de enero. Se amplió el horario de circulación hasta las 01:00 del 24 al 25 de diciembre y del 31 de diciembre al 1 de enero. Y se volvió a restringir la realización de deportes de contacto en grupo. También quedaron prohibidas las fiestas bailables.
El anuncio de las nuevas restricciones cayeron muy mal a la ciudadanía porque al principio el ministro Julio Mazzoleni afirmó que quedarían limitados los viajes al interior del país pero tras las masivas críticas el Poder Ejecutivo retrocedió y finalmente levantó dicha restricción.
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Restricciones en Caacupé
Así como golpeó a todos los sectores sociales y económicos, la pandemia del Covid-19 también afectó las festividades religiosas en honor a la Virgen de Caacupé, ya que este año se vivió una atípica fiesta mariana a raíz de las restricciones impuestas por el Ministerio de Salud, la Municipalidad de Caacupé y el Obispado.
Fue así que desde el 14 de noviembre hasta el 16 de diciembre se pusieron en vigencia algunas restricciones específicas para la ciudad de Caacupé con el objetivo de desalentar la peregrinación de los devotos hasta la Basílica y evitar así la aglomeración de fieles.
Además, fue aplicada la fase 0 en los alrededores del templo desde las 18:00 del 7 de diciembre hasta las 12:00 del 8 de diciembre, razón por la cual durante ese periodo, la Basílica permaneció aislada, custodiada y casi en total silencio. Del 14 al 16 de diciembre también se prohibió la peregrinación de fieles, medida que no fue bien recibida por los fieles, que deseaban de igual modo visitar a la Virgen.
Durante el periodo que duraron las festividades fueron realizadas automisas en la Costanera de Asunción y se procedió también a realizar visitas de la Virgen de los Milagros a diversos lugares del país, logrando así que los devotos puedan orar a la imagen sin necesidad de llegar hasta Caacupé.
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Fortalecimiento del sistema de salud
Tras el avance de la enfermedad y la aplicación de la Ley de Emergencia, el Ministerio de Salud comprometió 514.000.000 de dólares a adquisiciones y adjudicaciones, convenios para la compra de vacunas, terapias e insumos, contratación de recursos humanos y otros. Según se explica, de ese monto total, muchos de los rubros no han sido ejecutados en su totalidad, pero se encuentran comprometidos y se irán saldando las cuentas en la medida que se adjudiquen los llamados, se reciban las órdenes de compra o se entregue el bien licitado para implementarlo en el sistema público de salud.
Una de las mayores inversiones realizadas a la fecha para el fortalecimiento de la salud fue el dinero invertido en la ampliación de camas de terapia intensiva, un área sumamente carente desde hace tiempo.
Al inicio de la pandemia, en el país había 308 camas UTI en el sector público, cifra que hoy se duplicó y llega a 609 en todo el país. No obstante, a pesar de la intención de seguir ampliando el servicio para dar mayor contención a los pacientes COVID en grave estado, Salud Pública ya dejó claro que este es el límite al que se podrá llegar por la falta de profesionales médicos intensivistas.
Actualmente, en nuestro país solo hay unos 200 médicos especializados en terapia intensiva, lo que complica la atención en las salas UTI, pues cada médico debe hacerse cargo de más de tres pacientes internados.
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Los intentos de la regencia sanitaria en mejorar sus servicios y garantizar la atención a pacientes con covid-19 en muchos casos pasaron a segundo plano puesto que a la par en que se iban haciendo los llamados a licitación y adjudicaciones para la provisión de insumos y otros, se fueron destapando grandes hechos de corrupción de aquellos que buscaron sacar ventaja de los recursos especiales provenientes de la emergencia sanitaria.
Sonados casos como el conocido como “insumos chinos” que involucra al Clan Ferreira y el de los “tapabocas de oro de la Dinac”, por el que está procesado del extitular de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), Edgar Melgarejo, dejaron en evidencia a estructuras delictivas creadas para estafar y llenarse los bolsillos con el dinero de los contribuyentes.
La salud mental en tiempos de pandemia
Durante los meses de encierro, la pandemia también causó estragos en la salud mental de la población paraguaya. Según los reportes de la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), se registró un exponencial aumento de más del 40% de las enfermedades mentales.
Entre las principales razones destacan el miedo a la infección, el encierro impuesto por la cuarentena y las dificultades económicas y de esparcimiento, así como las pérdidas familiares que desencadenó esta situación.
El estrés por la situación también afectó al personal de blanco, que desde el inicio de la pandemia en el país se encuentra al frente de la batalla contra la enfermedad.
Personal sanitario infectado
Una de las principales preocupaciones de Salud Pública desde el inicio de la pandemia fue el control sanitario que debía realizar el personal de blanco para no contraer el virus. Cabe recordar que el primer fallecido por la enfermedad fue un médico, quien se contagió de Covid-19 mediante un paciente. A la fecha, según los registros son doce los médicos fallecidos por la enfermedad: Dr. Hugo Díez Pérez, neurocirujano de Asunción; Dr. Carlos Domínguez Sánchez, neurocirujano de Ciudad del Este; Dr. Jorge Bordón Palacios, terapista de Ciudad del Este; Dr. Augusto Recalde Zayas, oftalmólogo de Asunción; Dr. Cristhian Valenzuela, médico clínico de Asunción; Dr. Javier Pescador, médico oncológico de Encarnación. Otros médicos fallecidos son Dr. Miguel Aguilar, médico cirujano y oncólogo de Asunción; Dr. Rubén Aníbal Maciel especialista en Medicina Familiar de Encarnación; Dr. Miguel Ángel Gamarra médico traumatólogo de Asunción; Dr. Kenny J. Cerdeño médico residente de Ciudad del Este; Dr. Liberato Codas médico cirujano de Encarnación, Dr. Benito Núñez Bello médico cardiólogo de Pedro Juan Caballero y Dr. Gustavo Britos, médico cirujano del Hospital del Trauma.
A esta lista también se suman unos 10 enfermeros y personal de salud de otras áreas fallecidos por la enfermedad en diversos puntos del país.
El informe epidemiológico de la Dirección General de Vigilancia de la Salud indica que hay unas 5.000 personas del plantel sanitario infectado con el Covid-19, equivalente a un 6% de los recursos humanos.
El estrés y el agotamiento también fueron parte de las complicaciones que debió afrontar este año el personal médico en todo el país, ya que las largas horas de guardia, la falta de insumos básicos, la imposibilidad de tomarse unas merecidas vacaciones y el miedo a contraer la enfermedad lograron causar una mella profunda en el estado de salud emocional de quienes se encuentran desde el inicio de la pandemia al frente de la batalla.
El Covid-19 en las comunidades indígenas
Así como en todo el país, el SARS-CoV-2 también llegó a las comunidades indígenas paraguayas, ya que según la Dirección Nacional de Salud de los Pueblos Indígenas (Dinasapi) hay a la fecha 70 comunidades en riesgo, 14 pueblos afectados y 251 casos confirmados, además de 25 fallecidos por la enfermedad. El departamento de Boquerón es el más golpeado con 101 casos, seguido por Alto Paraná con 48 contagiados y Presidente Hayes con 28 casos. Le siguen Alto Paraguay, Central, San Pedro, Caazapá, Canindeyú y Amambay.
No se puede olvidar, sin embargo, que los cuidados sanitarios por parte de los pueblos nativos son casi nulos y que el aumento de contagios que se registra desde finales de noviembre se inició coincidentemente tras las numerosas manifestaciones realizadas por el sector en la capital del país.
Recuperados de Covid-19
El primer paciente recuperado de Covid-19 en Paraguay se registró a finales de marzo y, a pesar de que muchos no pudieron darle batalla al virus, actualmente los registros indican que hay más de 65.000 personas recuperadas de los más de 90.000 casos que se registraron a la fecha en todo el territorio nacional. Según los informes diarios del Ministerio de Salud, al día hay un promedio de al menos 500 recuperados de la enfermedad.
A pesar del significativo porcentaje de pacientes recuperados del Covid-19, no se debe subestimar al virus, ya que -según el Ministerio de Salud- una persona curada de la enfermedad todavía puede ser conductora del virus mientras dure la inmunidad en su cuerpo, que se considera es de unos 3 a 6 meses. Es tomando en cuenta esto que se insiste en la importancia de las medidas sanitarias vigentes, que además de los restricciones impuestas incluyen el uso obligatorio del tapabocas, lavado frecuente de manos, registro de temperatura y evitar las aglomeraciones.
Además, durante las últimas semanas, cada vez son más los casos sospechosos de reinfección reportados en Paraguay, muestras que fueron enviadas a Estados Unidos para su confirmación.
Hisopado y lugares de testeo
Hasta agosto pasado, la demanda del testeo de Covid-19 superaba en más de 20% la capacidad del país. Sin embargo, actualmente se pueden realizar hasta 5.000 muestras por día, según el Ministerio de Salud, y además se ampliaron los puntos de toma de muestras a 17 en Asunción y departamento Central, a los que se suman también todos los hospitales regionales del país. Asimismo, hoy día ya no es necesario acercarse a estos lugares en un automóvil, pues también se pueden realizar las pruebas a motociclistas, ciclistas y personas a pie.
Según Vigilancia de la Salud, en el país se registra una tasa de positividad que indica que 1 de cada 4 muestras procesadas da un resultado positivo.
Tratamiento y vacuna contra el Covid
Cuando se inició la pandemia a nivel mundial se inició también el desafío de crear en tiempo récord una vacuna contra el virus. Es así que actualmente existen al menos 10 antivirales con importantes avances, algunos de ellos –como el Pfizer BioNtech- incluso ya recibieron aprobación y están siendo utilizados en varios lugares del mundo.
La titánica carrera de los laboratorios para brindar vacunas seguras y eficaces ha avanzado a un ritmo sin precedentes durante todo el año y es gracias a ello que el despliegue de ensayos clínicos a gran escala y miles de pruebas en voluntarios de todo el mundo logró que las primeras inmunizaciones ya estén siendo aplicadas en países del primer mundo.
Pfizer-BioNtech, Moderna y AstraZeneca-Oxford son las más avanzadas hasta la fecha, pero a nivel mundial son siete las vacunas que están en el último periodo de prueba o la fase III que ya fueron aceptadas en situación de emergencia.
Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay un total de 52 proyectos de vacunas que están en fase clínica, de las cuales al menos 16 ya se están testando a gran escala. Así también, existen 162 inmunizaciones experimentales más que se están estudiando en los laboratorios.
En Paraguay, a pesar del miedo que se percibe y la negativa de muchos a aplicarse una vacuna desarrollada en tiempo récord, la ciudadanía tiene depositada su esperanza en los avances logrados para obtener un dosis eficaz contra el virus.
El Ministerio de Salud estima que la vacuna contra el Covid-19 llegará a mediados de otoño mediante el mecanismo Covax Facility, del que Paraguay y otros países de la región forman parte y creado por la Alianza Mundial de Vacunas (GAVI, por sus siglas en inglés) para ampliar la capacidad de fabricación de las dosis contra la pandemia y su financiación.
Es así que nuestro país espera el avance de la eficacia de las vacunas hasta la fecha desarrolladas para poder seleccionar la dosis más acertada, en principio para el 30% de la población paraguaya. Para tal efecto, el Gobierno nacional ya realizó un pago adelantado de 6.8 millones de dólares al mecanismo Covax, pero además se encuentra en tratativas para adquirir más antivirales de forma directa y así llegar a un porcentaje mayor de la población.
A pesar de las garantías que brinda el sistema Covax y el pago ya realizado por Salud Pública, también existe la desconfianza de que el país no esté en condiciones de importar, mantener y aplicar las vacunas desarrolladas contra el Covid-19, ya que hasta el momento, todas las opciones aprobadas como el Pfizer BioNTech deben mantenerse bajo temperaturas muy bajas de incluso -80°C.
El Ministerio de Salud aseguró, sin embargo, que de ser necesario se harán las inversiones requeridas para poder tener el antiviral contra el Covid-19, pero hasta ese momento la única vacuna comprobada contra la enfermedad es el uso del tapabocas y el lavado frecuente de las manos.
Además de las vacunas del mecanismo Covax, tras la promulgación del decreto que modifica la “Ley Nacional de Vacunas”, la regencia sanitaria fue autorizada para realizar gestiones fuera del fondo rotatorio a fin de contar con alternativas para el acceso a la inmunización haciendo compras directas de otras productoras.
Fue así como el pasado 28 de diciembre, desde el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) anunciaron que se logró negociar con otras cinco productoras de la vacuna anticovid, para provisión de dosis que alcanzarán a otro importante porcentaje de la población nacional. La entrega de dichas vacunas se hará conforme a la capacidad de producción de los laboratorios proveedores.
Entre los avances en la gestión para el acceso a las vacunas contra la covid-19, el miércoles 30 de diciembre el Ministerio de Salud presentó el “Plan Nacional de Vacunación contra el coronavirus”.
Dicho plan establece el orden de prioridad de grupos de población a inocular, teniendo en cuenta los criterios científicos, éticos, legales y económicos además de la disponibilidad de las vacunas.
Se determinaron como grupos prioritarios a inmunizar en una primera parte a los trabajadores de la salud y los adultos mayores de 60 años. En segundo lugar, serán vacunadas las personas de 16 a 59 años con enfermedad de base, docentes del nivel inicial y primaria, trabajadores de servicios esenciales y la población indígena. Luego, recibirán la dosis los trabajadores de aeropuertos y puntos de entrada al país, personal militar, policías y bomberos además de personas privadas de su libertad.
Al mecanismo Covax se solicitaron 4.279.8000 dosis y su recepción podría darse entre mayo y junio mientras que con las agencias productoras se negocio con la Plataforma de Virus Inactivo unos 2.000.000 de dosis que llegaría en mayo y a con la Plataforma de Vector Viral un millón de vacunas que estarían disponibles entre marzo y abril.
En la primera etapa la disponibilidad de vacunas será muy limitada y alcanzará entre el 1 y 10% de la población total del país.
Durante la segunda etapa la disponibilidad seguirá limitada cubriendo entre el 11 y 20% de la población mientras que en la etapa tres se alcanzaría la disponibilidad moderada ya superior al 20%.
Junto al plan de vacunación fue emitida la resolución que permite el registro con carácter de urgencia de las vacunas contra el COVID-19 que estén autorizadas para su uso de emergencia por las autoridades reguladoras de alta vigilancia sanitaria, como la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y otras autoridades reguladoras de referencia regional.
Mediante esta disposición los laboratorios locales podrán importar las vacunas.
Al respecto, el director general del Laboratorio Quimfa, Aldo Harrison, afirmó el sector privado podría traer dosis al país en marzo y que el precio estimado de venta es de hasta G. 350.000 por las dos aplicaciones que requiere el tratamiento.
Dicha información generó duras criticas desde varios sectores de la población que cuestionó a las autoridades por la endeble gestión para el acceso a las vacunas ya que al parecer el sector privado traerá las dosis antes que el Estado y lucrarán con las mismas, dejando vulnerables a los compatriotas de escasos recursos económicos que no podrán costear las dosis de los laboratorios.
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Por otra parte, en países donde se realizaron pruebas de fase III de la vacuna comenzó la inmunización utilizando los productos aprobados de emergencia. Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Chile, Argentina, México, Brasil, Colombia, Turquía, Arabia Saudita, Israel y Sudáfrica, son algunos de los países donde ya comenzó la vacunación contra el virus.
A pesar de la falta de un tratamiento específico contra el coronavirus, hasta la fecha en Paraguay se utiliza el Remdesivir y el tratamiento con plasma como métodos experimentales o de ensayo clínico contra el Covid-19. Ambos métodos solo cuentan con aprobación de ser utilizados para emergencias, ya que no tienen todavía la aprobación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) a pesar de mostrar efectos positivos en el procedimiento contra la enfermedad.
En cuanto al tratamiento con plasma, los resultados preliminares realizados en el marco del ensayo clínico “Terapia con plasma de convalecientes Covid-19” demuestran que la relación de mortalidad de pacientes hospitalizados que reciben plasma de aquellos que no lo hacen es tres veces menor.
Uso obligatorio de tapabocas
Al inicio de la pandemia en nuestro país, allá por marzo, las recomendaciones de Salud Pública eran que solo quienes tenían síntomas de la enfermedad debían utilizar mascarillas. Sin embargo, conforme se fue conociendo el virus, las medidas preventivas comenzaron a tomar forma y establecieron que una de las más fundamentales formas de prevenir la enfermedad era utilizando el tapabocas.
Aunque durante mucho tiempo la medida fue utilizada bajo la exclusiva conciencia de la población, en noviembre el Poder Ejecutivo promulgo la Ley 6.655 que dispone la obligatoriedad temporal del uso de tapabocas para todas las personas que asistan a sitios públicos y privados. En un primer momento, la medida causó una nueva ola de críticas hacia el Ministerio de Salud y el Gobierno nacional, ya que el documento presentado no era claro y se prestaba a varias confusiones.
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A pesar de considerarse una medida arbitraria por parte de la ciudadanía, el uso de la mascarilla en el marco de la emergencia por la pandemia del Covid-19 fue ratificado el pasado 17 de diciembre, tras la sanción del Senado de un nuevo proyecto de ley emitido por el Poder Ejecutivo, que derogó el anterior y dispuso que quienes no cumplan con la citada medida sean sancionados con trabajo comunitario de hasta 30 días, multa de 5 a 200 jornales mínimos o con el cierre temporal por 10 días del local en que se constate la falta. Dicha normativa fue promulgada el pasado 22 de diciembre.
La reciente disposición una vez más fue el blanco de las críticas de la población paraguaya, que ya no soporta más imposiciones y restricciones a pesar de tratarse de medidas que puedan salvar la vida de miles de paraguayos.
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Atención virtual y suspensión de cirugías programadas
La pandemia también trajo consigo el uso de la tecnología mediante la atención médica virtual, ya que durante un largo tiempo toda la atención presencial fue suspendida como medida de prevención contra el SARS-CoV-2. Aunque la medida logró que el virus no se propague en los centros médicos asistenciales, causó estragos en el tratamiento de numerosas patologías, ya que un gran porcentaje de pacientes dejó de lado sus consultas médicas y tratamientos clínicos.
A la fecha, el método virtual para consultas médicas sigue activo, pero también ya es posible acudir a los nosocomios dependiendo de la patología médica.
Asimismo, durante este tiempo las cirugías programadas también fueron suspendidas en todo el territorio nacional, a excepción de aquellas de carácter urgente, y actualmente se está reactivando el servicio para los casos más apremiantes.
Falta de insumos y medicamentos
La carencia de insumos básicos como guantes y tapabocas, además de medicamentos de todo tipo, fue una constante durante todo este año. La falta de estos afectó principalmente a los pacientes oncológicos e insulinodependientes, por lo que las penurias vividas por los enfermos fueron denunciadas por los familiares en varias ocasiones durante el año, incluso con manifestaciones frente al Ministerio de Salud o el Instituto de Previsión Social (IPS).
Casi en todos los casos, las autoridades sanitarias alegaron que los procesos licitatorios estaban dilatados a causa del Covid-19, pero que ya se estaba procediendo a nuevas licitaciones o acuerdos con el proveedor. Los asegurados del IPS, por ejemplo, lograron paliar la situación de falta de insulina y medicina oncológica mediante préstamos realizados por el Ministerio de Salud, pero mientras se incurrían en estos préstamos, pacientes del Hospital Nacional del Cáncer (Incan) o del Hospital Nacional de Itauguá (HNI) padecían la escasez de medicinas para afrontar la enfermedad.
Además de la falta de medicamentos, los pacientes oncológicos en estos centros de salud también sufrieron este año la carencia de maquinaria médica para sus tratamientos, ya que durante varios meses denunciaron la falta del acelerador lineal y otros equipos requeridos para el tratamiento de los pacientes con cáncer.
Deuda con farmacéuticas
El gran impacto de la pandemia causó además una millonaria deuda de Salud Pública con los proveedores farmacéuticos, quienes desde hace meses afirman estar al borde de un desabastecimiento por la falta de pago.
Según la Cámara de la Industria Química Farmacéutica del Paraguay (Cifarma), la deuda acumulada durante el 2019 es de unos 115 millones de dólares, mientras que la del 2020 es de 130 millones de dólares. Además, para el 2021 se prevé licitaciones y contratos por 215 millones de dólares, totalizando así una futura deuda total de 460 millones de dólares.
A finales de noviembre, el Ministerio de Salud certificó la deuda de un proveedor farmacéutico y aseguró que se irán finiquitando más cesiones de derecho de cobro a través de bancos para los otros 55 proveedores restantes.
La deuda impaga del Ministerio de Salud no solo crea malestar en quienes afirman que los prestamos realizados y las donaciones obtenidos durante el año fueron despilfarrados sin pudor, sino que también crea zozobra sobre cómo enfrentará la salud pública en los hospitales la falta de medicamentos en caso de que se dé un desabastecimiento de insumos.
Muertes por otras patologías médicas
Además del Covid-19, que este año acaparó la atención de todo el sector médico, otras enfermedades también ocasionaron una gran cantidad de defunciones durante el año.
Según el área de Estadísticas Vitales del MSPBS, hasta agosto de este año los datos muestran que ya se registraron 7.643 decesos por enfermedades cerebrovasculares, del sistema respiratorio, accidentes, diabetes mellitus, homicidios, así como por complicaciones del embarazo. Actualmente, el Covid-19 ocupa el cuarto lugar como causa de muerte en el Paraguay, dejando atrás a los accidentes viales.
Aunque nuestro país no llegó en el año a las predicciones anunciadas a principios de la pandemia, cuando todavía se desconocía siquiera cómo tratar el virus, el número de contagios, de internados y fallecidos puede llegar a causar estragos en cualquier momento, razón por la que no se deja de insistir en la necesidad de tomar conciencia y aplicar las medidas sanitarias tan necesarias y útiles para evitar la propagación del virus. Entre estas se destaca la obligatoriedad del uso de tapabocas, el lavado de manos de manera frecuente, el registro de temperatura, el agendamiento en los lugares requeridos y, por sobre todo, evitar las aglomeraciones.
Nueva cepa enciende alarmas en el mundo
En la quincena de diciembre, científicos del Reino Unido anunciaron la aparición de una nueva cepa del virus SARS-CoV-2, identificada como N501Y, una mutación que arroja mayores porcentajes de propagación en los seres humanos.
La cepa se habría originado ya en setiembre y se diferencia de la anterior por haber desarrollado proteínas de pico consideradas lo más importante del virus para unirse a las células humanas para causar infección.
Las noticias sobre esta nueva versión del coronavirus ocasionaron que varios países cierren sus fronteras a pasajeros provenientes de Reino Unido, puesto que se sabe que la mutación del virus se propaga de forma más veloz y que “parece ser más transmisible en jóvenes y niños”.
A raíz de esto, desde el pasado 21 de diciembre hasta el 4 de enero en nuestro país quedó prohibido el arribo de viajeros provenientes del Reino Unido.
Entre tanto las autoridades de la OMS analizan cómo hacer frente a la variante del virus y cómo hacer frente a sus posibles derivaciones
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El coronavirus en primera persona
La covid-19 es una enfermedad que en igual porcentaje afecta a hombre y mujeres, siendo su mayor rango de incidencia etaria las personas de entre 20 a 39 años. El virus se cobró cientos de vidas a nivel local y también hubo miles de afectados, quienes, en mayor o menor medida, consiguieron sortear a la enfermedad.
Asintomáticos, con cuadros leves y los que revistieron gravedad, en el grupo de recuperados hay numerosas historias de cómo el coronavirus los afectó.
Los testimonios de los sanados coinciden en dos aspectos: el primero, que las medidas preventivas son eficaces para evitar contagios masivos y el segundo, que el virus puede avanzar de forma acelerada y llegar a un cuadro grave en cuestión de horas.
María (29) vive en Luque y su contagio se dio a través de un familiar quien estuvo hospitalizado en el Instituto de Previsión Social (IPS) por un tratamiento no relacionado al coronavirus. No presentó síntomas graves pero la enfermedad fue letal para su mamá quien estuvo internada en la previsional.
Ricardo es de la ciudad de Asunción y tiene 33 años. Fue su esposa quien en principio se contagió con el virus y por contacto, él y sus dos hijas menores también tuvieron el virus. Su mayor temor fue que sus pequeñas tuviesen complicaciones en el cuadro, pero felizmente estas superaron la enfermedad sin inconvenientes.
Cecilia y su familia, quienes residen en Capiatá, tuvieron el virus cuando este aún estaba en su etapa incipiente en el país. Fueron dos semanas de estricta cuarentena que evidentemente modificó la dinámica en el hogar. Su principal preocupación era transmitir la enfermedad a su madre de ya avanzada edad quien residía con ellos.
La vida sin besos ni abrazos
Por estas fechas, el año pasado, se conocía en el mundo al sars-cov-2, virus que se había originado en Wuhan, China y se propagaba velozmente. Sus síntomas eran similares a los de una neumonía, produciendo dolores de cabeza, fiebre alta e irritación de garganta.
Durante enero este virus viajó a varios países del mundo entre ellos Japón, Tailandia y finalmente llegó a América, específicamente a Estados Unidos.
La rapidez con la que la enfermedad se contagiaba despertó las alertas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el 11 de marzo de 2020 declaró que el brote del coronavirus era una pandemia, cambiando así el curso de la historia.
En nuestro país, el 10 de marzo las autoridades del Poder Ejecutivo anunciaron medidas drásticas para evitar la expansión del virus: la suspensión de actividades que impliquen aglomeración y el confinamiento preventivo.
Y estas disposiciones modificaron la vida de todos. El paraguayo, fraternal y expresivo, tuvo que adaptarse a la “nueva normalidad” que sacaba de rutina los grandes encuentros familiares, las celebraciones con amigos y la calidez en sus saludos que siempre iban de besos y abrazos en conjunto.
Ni hablar de la severa transición que supuso dejar de compartir el mate y el tereré, esas dos costumbres que hacen parte del espíritu mismo de los connacionales, como muestra de amistad, hospitalidad y -por así decirlo- koinonía entre paraguayos.
Las disposiciones sanitarias de usar tapabocas y la desinfección con alcohol se incorporaron al día a día y, para sorpresa de muchos, el lavado de manos antes de ingresar a los locales despertó el ingenio de quienes vertieron su creatividad en la construcción de lavamanos.
Paraguay llegó al final del 2020 habiendo sorteado un sinfín de obstáculos, con la población con las energías agotadas, el sistema de salud al tope y la economía golpeada.
No obstante, la esperanza no decae y se anhela que el 2021 sea un año mejor, en el que se pueda acceder a las vacunas contra el virus y, de alguna forma, volver a la normalidad o lo que será normal de ahora en más.
El eslogan del Ministerio de Salud “quédate en casa” se convirtió en el estilo de vida en el Paraguay y sacó, en muchos sentidos, el lado positivo en la pandemia.
El llamado general es a no bajar la guardia y seguir haciendo frente a la enfermedad cuidándonos entre todos siguiendo el “modo seguro de vivir”.