Hablemos de salud mental: depresión, suicidio y “otros demonios”

Suicidio es el término que se susurra rayando el silencio, como si al mencionarlo en voz alta se trate de incitarlo, pero las estadísticas mundiales se traducen en el miedo a hablar del tema y la desinformación para abordarlo, detectar señales y tratar de evitarlo. Sí, es hora de hablar de salud mental.

Depresión, suicidio, problemas mentales, aislamiento.
Leda Sostoa, ABC Color

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Los casos recientes de suicidio que se volvieron virales en el territorio nacional, uno de los cuales aquejó bastante a la Facultad de Medicina, despertaron el debate en las redes sociales, la búsqueda de información sobre los trastornos mentales y, en ese contexto, se divulgaron diferentes tipos de datos, algunos de ellos ciertos y otros erróneos, pero la frase que más resonó en los últimos días fue: “Hablemos de salud mental”.

Conversar sobre este tema para muchos es como “invocar al demonio”, mencionar lo que está prohibido, reconocer que alguien “está loco” o considerar que estos inconvenientes son algo así como imaginarios, de gente “que no tiene problemas reales”, pero la verdad es que los problemas mentales no son nada de otro mundo, son reales y pueden afectar a cualquiera. Lamentablemente los estigmas y mitos que envuelven a estas enfermedades alejan a la ciudadanía de la posibilidad de aclarar dudas y de llegar a soluciones.

Esto quizás se debe también a la dificultad para dimensionar que un ser querido, o muy cercano, tenga pensamientos demasiado negativos o esté pasando por una situación bastante extrema; por eso es indispensable señalar que, ante la más mínima duda de que algún pensamiento suicida esté rondando en la mente de un conocido, lo más importante es hablar sobre el tema, no callarlo, según refiere la doctora Mirta Mendoza, directora de Salud Mental del Ministerio de Salud.

“Lo peor que podemos hacer es guardar silencio, porque pensamos que si hablamos del tema le vamos a meter en la cabeza la idea del suicidio. Ese es un gran error, porque probablemente eso ya está en su cabeza; lo que hay que hacer es hablar con la persona para saber qué tan metida tiene la idea, cuál es el problema, el alcance y ver si hay algo que se puede hacer al respecto para tratar de salvarle”, subraya.

Más que nunca es el momento de abordar esta problemática, puesto que se acerca el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se recuerda cada 10 de setiembre. Por ese motivo, el Ministerio de Salud realizará varias actividades de concientización durante un mes, teniendo en cuenta que también el 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, cuyo tema principal este año es justamente la prevención del suicidio.

Una sociedad que no escucha

En ese contexto, el médico psiquiatra Charles Rodas, vicepresidente de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría, también destaca que cuando alguien que tiene ideas suicidas habla es porque se trata de una persona dispuesta a recibir ayuda más fácilmente, si el entorno es sensible.

“En el seminario de Prevención de suicidio hablaron dos estudiantes de medicina que dijeron que hicieron intento de suicidio grave y su familia no les hizo caso. El intento de suicidio es un pedido de auxilio, es una alarma, un 911, un SOS. Justamente la denuncia de los estudiantes es que no se les escucha. Nosotros estamos en una sociedad que no escucha porque todo es urgente, todo es para ayer”, reflexiona.

“A la persona le cuesta abrirse porque esta sociedad no quiere escuchar a la persona que sufre, porque considera que la persona que sufre es ineficiente, pero en realidad hay que hacerle el sostén, hay que hacerle el acompañamiento", aconseja.

Cuidado con el tratamiento de la información

A pesar de la necesidad de abordar sobre esta problemática, hay que recalcar la necesidad de manejar con responsabilidad las informaciones sobre estos temas, puesto que el fenómeno del suicidio es contagioso e imitativo, según recalca Rodas. Por ese motivo, considera que es mejor hablar de promoción de la salud mental que de prevención del suicidio.

A su vez, la doctora Mirta Mendoza considera que en el campo de los medios de comunicación está un poco más controlado el manejo de estas informaciones, pero muestra su preocupación por los datos que circulan en las redes sociales, que son actualmente los medios en que la ciudadanía comparte más información y, en ocasiones, de manera irresponsable, lo cual se considera apología, es decir, defender o incentivar esta determinación fatal.

“En ese punto quiero hacer un llamado a la ciudadanía, que atienda qué es lo que está compartiendo, no hace falta hablar de cómo una persona se sacó la vida y dar detalles, pero sí se puede abordar desde el lado de lo que sufrió y también tratar de dar una guía para que las personas que están pasando por un mal momento busquen apoyo”, refiere.

Señales de alerta

La OMS señala, entre sus definiciones, los comportamientos suicidas que -reconoce- son difíciles de clasificar. En esto coincide la doctora Mendoza, quien explica que los pacientes que están pensando en llegar a un extremo fatal no siempre se autolesionan, lo cual constituye uno de los indicios principales del comportamiento suicida.

Entre las señales de alerta se encuentran la tristeza constante, llanto fácil y sin sentido aparente, apreciación negativa de la mayoría de los sucesos, falta de entusiasmo, desinterés por las actividades cotidianas, desgano para asearse o arreglarse y el sentimiento de que es “una carga”, cita la especialista.

La Organización Mundial de la Salud lanzó un material en 2014 para la prevención del suicidio, en el cual resalta que esta problemática tiene un impacto en las familias, en la sociedad en general y hasta en los países, porque luego de que una persona tome esta determinación fatal, el dolor, la impotencia y las dudas se extienden a todo su entorno, generando una gran conmoción.

Estadísticas sobre suicidios y depresión.
Estadísticas sobre suicidios y depresión.

“La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad de moderada a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares”, expresa un artículo de la OMS, razón por la cual se constituye en una de las principales causas de discapacidad, que en el peor de los casos puede llevar al suicidio.

El mito de que "si lo dice no lo va a hacer”

La directora de Salud Mental asevera que este es uno de los grandes mitos que rondan en torno al suicidio. “Cuando una persona habla de suicidio, tenemos que tenerla en cuenta, no debemos pensar que lo hace solo para hacerse la víctima o porque quiera llamar la atención. Uno de los grandes mitos de este problema es ese dicho de que la persona que va a hacer no habla de eso. Es cierto que hay personas que lo vienen pensando hace un tiempo y no lo dicen, como personas que sí lo mencionaron en alguna ocasión porque estaban buscando alguna esperanza o ayuda”, comenta.

Los consejos peligrosos

Comparar situaciones

Con la intención de ayudar a una persona que se siente deprimida, muchas veces algunos optan por decirle que sus problemas no son “tan graves” como otros o que no tiene motivos para sentirse así, quizás que sus rutinas son complicadas o que se desenvuelven bajo menor presión que otras, pero para la depresión no hay discriminación ni de tipos de trabajos, estudios, edades, estratos sociales o situaciones.

“Lo peor que se puede hacer es comparar, decir que su dolor o su preocupación no es importante, no importa lo que le pase a esa persona. Puede ser que para vos no sea importante aplazarte en un examen, porque vas a prepararte mejor para el próximo y listo, pero puede que la escala de valores y prioridades para la otra persona sea diferente y le afecte de una manera distinta, por eso no hay que compararse”, advierte Mendoza.

No se debe darle a entender a la persona que se siente mal que es inútil o que no tiene significativo lo que le pasa, porque esa persona no puede evitar sentirse mal por lo que le está sucediendo. “Si le comparás o minimizás lo que le ocurre, se va a sentir mucho peor, no se va a sentir comprendido y más todavía si se trata de una persona que es importante para el individuo, va a creer que ni siquiera sus seres queridos le pueden comprender y eso va a agravar la situación”, expresa.

“Hay personas que quieren ayudar pero no saben cómo hacerlo. Lo más importante es escucharle a la persona, escucharle, darle su apoyo, decirle que estará ahí para lo que necesite y que si quiere también le puede acompañar para consultar con un profesional”, añade.

Decir que los tratamientos no son necesarios

Una de las discusiones principales entre los internautas en nuestro país también se basó en que algunos mencionaron que no hay necesidad de psicólogos si uno tiene a Dios de su lado. Lo cierto es que muchos creyentes, a pesar de su fe, acuden al médico cuando se encuentran enfermos porque saben que hay cuestiones, como las enfermedades, que necesitan del campo de la ciencia y esto no es diferente en el caso de las enfermedades mentales.

La doctora Mirta Mendoza reconoce que la espiritualidad es sustancial para el equilibrio mental de los seres humanos. Apunta que en muchas situaciones impulsan a las personas a salir de estados negativos; no obstante, recuerda que el suicidio no solo es consecuencia de la depresión sino que puede ser agravante de varios otros tipos de trastornos mentales, como los de ansiedad, las adicciones y la bipolaridad. En algunas ocasiones, las personas han llegado a instancias más complejas de estos trastornos y requieren de asistencia profesional.

Por su parte, el psiquiatra Charles Rodas reconoce que hoy en día hay una cantidad de problemas psiquiátricos que están en manos de las iglesias. “Hay familias que se niegan a la consulta profesional, que creen que la religión les va a sanar, pero esas no son la mayoría”, manifiesta.

“Eso también es porque la ciencia olvidó mucho el espíritu, porque la ciencia se volvió tan racional que cree que puede curar los dolores del alma, porque muchos de los problemas emocionales que vemos hoy son del alma, no son del cuerpo, de las catecolaminas (hormonas) o de la estructura del cerebro. La espiritualidad se perdió mucho con la decadencia de las religiones. Las religiones son restrictivas, pero dan un marco de vida a las personas", acota.

“La falta de sostén”

Rodas explica que la depresión tradicionalmente se relacionó con la culpa, pero menciona que en la sociedad moderna ha ocurrido un fenómeno de relativización de la religiosidad y de los valores morales, dentro de ellos el valor de la responsabilidad, por lo que esta relación ha cambiado también.

“Hoy en día vemos personas con características depresivas que no tienen que ver con la culpa sino con el vacío, desamparo, falta de sostén, porque la estructura familiar que sostenía a la persona se resquebraja, porque la sociedad no funciona para fortalecer a la persona sino para fortalecer el trabajo. El desamparo es una condición que facilita la situación de suicidio en el mismo sentido que las inseguridades, las injusticias, la desigualdad social, el desarraigo y los trastornos de identidad", reflexiona.

Los estigmas sociales sobre los problemas mentales

El vicepresidente de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría destaca que las personas estigmatizan todo lo que creen que no sirve o que es diferente.

“La locura es un estigma, la persona que tiene un trastorno emocional y acude a un consultorio psicológico, psiquiátrico o psicoanalítico puede ser tomada en tono de burla y por lo tanto estigmatizada. La sociedad cree –porque ese es un valor de la sociedad contemporánea– que tenemos que ser triunfantes, tenemos que ser el número uno, entonces eso hace que seamos entendidos por esta sociedad como un tipo de población ineficiente o inservible cuando reconocemos nuestras debilidades”, asevera.

“Yo también trabajo en escuelas públicas, nosotros nos acercamos para que los niños y adolescentes tengan disponible más cerca el servicio, pero ellos no quieren ir a la consulta porque tienen miedo a ser estigmatizados por sus mismos compañeros, entonces hay una violencia del mismo grupo que estigmatiza así como la sociedad lo hace”, agrega.

Por ejemplo, en España en octubre del año pasado se llevó a cabo una campaña denominada “No te hagas el loco” con el objetivo de concientizar a la gente sobre la necesidad de no frivolizar los problemas mentales.

Algunos ejemplos de lo que propuso esta iniciativa se basan en no decir a la ligera o en forma de broma que uno va a suicidarse cuando está cansado de algo, hablar de bipolaridad solo por cambios de los estados de ánimo o decir que sufre de ansiedad por falta de paciencia ante alguna situación. Al mencionar estos problemas como si fueran insignificantes o cotidianos, hace que sea difícil detectar a las personas que tienen trastornos reales y que están buscando ayuda.

Sufrimientos tangibles

Los especialistas aclaran en varias ocasiones que el suicidio no es resultado solo de la depresión, aunque sí es esta una de las principales causas. Las enfermedades mentales pueden ser diversas y afectar la vida cotidiana de las personas, hasta el punto físico.

“El cuerpo es un cuerpo sensible, tiene la condición de responder a una herida así como a un problema más complejo como es el miedo. El problema con la ansiedad es que hay un miedo no identificado”, señala el doctor Rodas en relación a la somatización de los problemas mentales.

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La doctora Mirta Mendoza también advierte que el exceso de estrés y trastornos como el pánico pueden generar síntomas físicos y hasta afectar algunos órganos en casos extremos. Puntualiza la necesidad de tomar muy en serio los problemas mentales, puesto que para la persona que lo padece el sufrimiento es tangible y tan real como lo orgánico.

Por los motivos citados, es imprescindible que la salud mental sea promovida y tomada en serio por el Estado, así como por cada persona: buscar un psicólogo de cabecera, no tener miedo para hablar, no postergar el tratamiento y pedir ayuda. Los problemas diarios son diversos y vivimos en una sociedad muy acelerada, por lo que es necesario desahogarse y acudir especialistas capaces de guiarnos a sobrellevar los inconvenientes cotidianos.

Manos a la obra

Actualmente, se encuentra pendiente de estudio en la Cámara de Senadores un proyecto de ley de Salud Mental que fue presentado el año pasado por las senadoras Mirta Gusinky y Lilian Samaniego. Fue girado a comisiones y, tras los dictámenes, el pasado 8 de agosto fue incluido entre los asuntos entrados.

Esta iniciativa busca promover que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario, impulsar la implementación de distintos tipos de servicios para esta área, además de determinar los derechos de las personas con problemas de esta índole y establecer las condiciones para los casos de internación.

En ese contexto, cabe resaltar que muchas veces aunque uno tenga la intención de consultar a un psicólogo o psiquiatra, no sabe a dónde acudir, para el efecto, el Ministerio de Salud cuenta con varios puntos con servicio de salud mental en todo el país, señalados por ciudad y departamento.

Conozca todos los centros donde el Ministerio de Salud ofrece servicios de salud mental.

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