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de Juan Ramón Jiménez
Acerca de su autor, podemos afirmar que...
Juan Ramón Jiménez (1881-1959) nació en Moguer, un pueblito de Huelva, España, fuente de inspiración de buena parte de su obra. Estudió enla Universidadde Sevilla. En 1900, publicó sus primeros poemarios. Casado con Zenobia Camprubí, por razones políticas se exilan a los Estados Unidos de Norteamérica y, posteriormente, a Puerto Rico, en donde el poeta recibió la noticia de la concesión del Premio Nobel poco antes de morir.
Es la obra de Juan Ramón un compromiso con la belleza absoluta, de comunión con el universo conservando la identidad de la palabra. Maestro de poetas, su libro más conocido fue escrito, sin embargo, en prosa. Platero y yo (1917) es, después del Quijote, la obra en español más traducida.
En cuanto al libro en sí, sabemos que...
Aparentemente, el libro está constituido por breves estampas que entre sí no guardan un orden temático y responden a impresiones, sensaciones y recuerdos de Moguer, el pueblito del autor, en donde transcurrió su infancia. En este sentido, aparenta ser un diario en el cual se detallan los aspectos más interesantes de su vida pueblerina, de sus pensamientos, de sus sentimientos. O, quizá, un libro autobiográfico; pero, ni es un diario, ni es una autobiografía. Simplemente es una hermosa selección de historias sencillas tomadas de un mismo ambiente real y escogidas entre los múltiples recuerdos del pasado.
Su estructura responde a un esquema circular, cerrado. Comienza en una primavera y termina en la misma estación, de tal modo que en el ciclo completo de un año se desarrollan las vivencias de Platero, narradas en el libro.
Las historias a las que accedemos a través de los relatos del poeta son reflexiones sobre la vida feliz, la enfermedad y la muerte de Platero, además de todos los momentos compartidos como compañeros de ruta.
El narrador le cuenta todo a Platero, desde lo que hace a diario, así como sus más profundos sentimientos. En el libro utiliza bastante descripción acerca de todo lo que ven Platero y el narrador, plasma en forma escrita todo lo que piensa y se imagina.
En principio, aparecen dos personajes: el “yo” (narrador), que es la persona que pasa aventuras junto con Platero, su borrico y mejor amigo. Describe al “Yo” (así, con mayúscula) como una persona que luce una barba nazarena y un sombrero. El “yo” vive todas sus aventuras con Platero. El poeta opta por la primera persona en esta “su” historia de vida para producir una total identificación del lector con su intención narrativa.
A partir de esta entrega, iremos comentando algunos capítulos de esta maravillosa obra literaria; es por eso que debemos guardar celosamente nuestra colección para no perdernos la secuencia. Cada cuentecillo aparece con la denominación de “capítulo”. Aquí va el cuento inicial.
Capítulo 1
Platero
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero? Y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en un no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña..., pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del pueblo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
—Tien’asero.
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
En cuanto a la obra, podemos comentar que...
* Comienza con una excelente descripción del borrico. La adjetivación empleada traduce a cabalidad las características propias de Platero y es posible, incluso, deducir por qué lleva ese nombre. Lo descubrimos al final de este relato, cuando menciona que los hombres del pueblo admiran el color de su pelambre.
* Las figuras creadas por las comparaciones son especialmente sugeridoras de su condición, como cuando destaca su aspecto.
* Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
O cuando menciona sus movimientos.
* ... acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas...
* Y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en un no sé qué cascabeleo ideal...
* Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...
Lo mismo que cuando alude a sus preferencias alimenticias.
* Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Pero, por otro lado, también refiere su reciedumbre.
* Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
* ... pero fuerte y seco por dentro como de piedra.
El uso de la oración interrogativa de llamada para suavizar el carácter imperativo de la intención de mando.
* ¿Platero?
ACTIVIDADES
1. Aclara el significado de estas palabras.
* azabache:
* gualda:
* cascabeleo:
* moscatel:
* ámbar:
* higo:
2. Justifica estas expresiones presentes en el texto.
* ... cristal negro.
* los hombres del pueblo, vestidos de limpio y despaciosos...