La novela del contrabajo (adaptación) (Parte 3)

¿Cómo resolverá la princesita Bibulov tan incómoda situación? Sigamos leyendo.

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GENTILEZA

«¿No será esta una sirena del río, que ha venido a arrastrarme? —pensó, y aquella suposición le halagó, porque siempre tuvo una alta opinión de su aspecto exterior—. Y si no es una sirena, sino una persona, ¿cómo se puede explicar este extraño suceso? ¿Por qué está aquí, debajo del puente? ¿Qué es lo que le pasa?».

Mientras resolvía estas tres cuestiones, la hermosa joven comenzó a recobrarse.

—¡No me mate! —murmuró. Soy la princesita Bibulov. ¡Se lo suplico! ¡Le darán a usted mucho dinero! Estaba desenganchando el anzuelo y unos ladrones me han robado mi traje nuevo, mis botas y todo.

—¡Señorita!—dijo Smechkov con voz suplicante—. A mí también me han robado la ropa. ¡Y, además, la colofonia, que estaba en el bolsillo del pantalón!

Todos los que tocan los contrabajos y los trombones son, generalmente, hombres de pocos recursos intelectuales, pero Smechkov era una excepción agradable.

—Señorita —dijo después de un instante—. Veo que a usted le atemoriza mi aspecto, pero comprenda que tampoco yo puedo salir de aquí por iguales causas que usted. Se me ha ocurrido una cosa: ¿no querría usted meterse en la funda del contrabajo y cubrirse con la tapa? Eso me ocultará de usted...

Dicho esto, Smechkov sacó el contrabajo de la funda. Por un instante le pareció que, cediendo la funda, profanaba su sagrado arte, pero su vacilación no duró mucho. La beldad se metió en la funda y se acurrucó en ella, y él apretó las correas y empezó a felicitarse de que la naturaleza le hubiese dotado de una inteligencia tan despierta.

—Ahora, señorita, no me ve usted —dijo. Estese usted ahí tranquila. En cuanto oscurezca yo la llevaré a casa de sus padres, y luego vendré aquí a buscar el contrabajo.

En cuanto oscureció, Smechkov se cargó la funda con la joven y se dirigió hacia la casa de campo de Bibulov. Su plan era el siguiente: primero llegaría a la isba más próxima y adquiriría ropa; luego continuaría su camino.

«No hay mal que por bien no venga... —pensaba, levantando el polvo con los pies descalzos y encorvándose bajo el peso. Por la intervención que he tenido en el destino de la princesita, Bibulov me remunerará generosamente, no cabe duda».

—Señorita, ¿va usted cómoda? —preguntó en un tono de caballero galante que invita a bailar un rigodón—. Tenga usted la bondad, sin ceremonias; disponga usted en mi funda como si estuviera en su casa.

De repente le pareció al galante Smechkov que delante de él iban dos figuras humanas, envueltas en la oscuridad. Al fijarse mejor se convenció de que no era un engaño óptico: en efecto, iban dos figuras, y hasta llevaban en sus manos algunos líos...

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Señala cuál de las siguientes acepciones de la palabra lío corresponde según el texto

1. m. Conjunto de cosas atadas, espec. de ropa. Por todo equipaje llevaba un lío de ropa vieja. _______

2. m. coloq. Confusión o falta de claridad, espec. en las ideas. Me di un atracón de estudiar y llegué al examen con un lío de cuidado en la cabeza. Frec. con v. como armar o armarse. Tb. el conjunto de cosas que dan lugar a esa confusión. Tendré que poner un poco de orden en este lío de papeles. _______

3. m. coloq. Situación confusa y gralm. ruidosa. Frec. con v. como armar o armarse. ¡Menudo lío se armó en la cola cuando uno intentó colarse! _______

4. m. coloq. Situación complicada y de la que es difícil salir. No sé cómo he podido meterme en este lío con Hacienda. Frec. con v. como armar o armarse. _______

Sobre el libro

Título: Colección trotamundos

Editorial: ARRAYAN

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