Las manzanas de la vida eterna (Parte 5)

¿Quién ganará esta carrera entre el águila y el halcón? Sigue leyendo y lo sabrás.

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GENTILEZA

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Llegó primero el halcón. Con un batir de alas pasó zumbando por encima de las cabezas, vueltas hacia arriba, y penetró en Asgard. El águila se precipitó como un proyectil en su seguimiento. Pero antes de que el pájaro gigante cruzase por encima del montón de virutas, Tyr hundió su antorcha en el montón y un surtido llameante se irguió como un disparo hacia el cielo. Las plumas del águila prendieron como yesca, y el traje de Thiazzi lo fundió a él mismo, convirtiéndolo en una pestilente nube de humo. El gigante se hundió, con un movimiento hacia adelante y hacia abajo, golpeando las murallas de Asgard. El impacto fue tan tremen- do que las piedras quedaron con la huella, en bajorrelieve, ostentando la forma de un hombre. Luego, el cuerpo sin vida penetró estruendosamente en la hoguera de virutas y quedó allí enteramente consumido, excepto los ojos, que eran duros como diamantes. Los dioses se apresuraron a regresar a Asgard, para ver si Idunn y Loki estaban sanos y salvos. Loki continuaba de pie, tembloroso, el cuerpo empapado en sudor. Dando gracias en su fuero interno, vieron que Idunn también estaba allí, vuelta de nuevo en su hermoso ser y sujetando firmemente el cesto de manzanas con la mano. Los dioses y las diosas empezaron a comer la fruta, y antes de llegar la hora de la cena ya eran todos jóvenes de nuevo.

Pero su ira contra Loki no se había calmado. La catástrofe rondó demasiado de cerca para olvidarla. Algunos dioses seguían queriendo deshacerse del interesado, pero Loki apeló a Odín, recordándole su mutuo lazo de hermandad de sangre. Seguían discutiendo, cuando un grito, lanzado por Heimdall el Vigilante, les recordó que tenían a las puertas de Asgard a un nuevo enemigo.

Una vez más, los dioses y las diosas se agolparon en las almenas para enfrentarse al nuevo peligro. Se trataba de Skadi, la hija de Thiazzi, quien, vestida con una completa armadura, exigía compensaciones por la muerte de su padre.

Los Ases le recordaron cómo se había iniciado la querella y le dijeron que su padre tenía su parte de culpa por la jugarreta que les había hecho a Odín, Henir y Loki con el novillo que no se dejaba cocinar. Aun así, estaban dispuestos a reconciliarse con Skadi, y a ofrecerle una compensación.

Skadi preguntó:

—¿Qué puede compensar por un padre muerto?

—Quizá un esposo vivo —aventuró Loki. Los dioses quedaron espantados al ver el interés de Skadi, y preguntaron:

—¿Te refieres a uno de los Ases?

Al parecer, una vez más Loki estaba metiéndoles en apuros.

—Aceptaré vuestra oferta —dijo Skadi.

Ninguno de los Ases quería casarse con ella, pero Odín dijo que eso era lo que debía hacerse. Por fin se llegó a una fórmula de compromiso. Skadi escogería a uno de los dioses, pero no sabría a quién. Tendría que elegir su esposo mirando solo los pies de los candidatos.

Por consiguiente, se preparó una especie de biombo, y los Ases que podían ser elegidos desfilaron tímidamente tras la pantalla con los pies descalzos. Skadi no vaciló. Sabía a quién estaba buscando: a Balder, el más hermoso de los dioses. Así es que, viendo un par de pies, con los tobillos correspondientes, impecables, limpios y blancos, gritó:

—¡Elijo a ese, pues poco puede tener Balder de feo! Por desgracia, los pies tan limpios pertenecían a Niord, dios del mar, el cual pasaba buena parte de su tiempo entre las olas. Y así fue como esa pareja, aparentemente desigual, una procedente de las montañas con uno llegado del mar, acabaron casándose.

Se dice también que, más adelante, Odín (o quizá Thor) compensaron a Skadi aún más, recogiendo los ojos de su padre Thiazzi y lanzándolos hacia la noche estrellada, para convertirlos en astros gemelos; justo los que con tal nombre son conocidos hoy en las tierras del norte.

Sobre el libro

Título: Colección trotamundos

Editorial: ARRAYAN

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