La simulación como herramienta educativa puede utilizarse de diferentes maneras, simulando procesos naturales que por su complejidad o dificultades en la manipulación de objetos debido a su peligrosidad, o dificultades de acceso a las mismas, por su tamaño o bien porque no pueden observarse en tiempo real, resulta imposible interactuar con ellos en la realidad; como entrenamientos de habilidades concretas, como ocurre con la simulación de vuelo o de conducción; como simulador social cuando se intenta diseñar una ciudad con todos los servicios; en procesos de solución de problemas reales; el role-playing en el que cada alumno representa el papel de un determinado personaje y, finalmente, y tal vez de la forma más utilizada, a través de los juegos de simulación.
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Los juegos de simulación son actividades que recrean situaciones de la vida real o contextos ficticios en los que los participantes asumen roles y toman decisiones para resolver problemas, alcanzar objetivos o experimentar las consecuencias de sus acciones. Estas dinámicas, además de promover la diversión, ofrecen un entorno seguro para el ensayo de ideas y el desarrollo de habilidades cognitivas y socioemocionales. Los juegos de simulación resultan especialmente útiles por varias razones:
En primer lugar, permiten satisfacer la necesidad de reto intelectual. Estos alumnos requieren tareas que vayan más allá de la simple repetición o memorización. La simulación plantea escenarios complejos que implican analizar información, anticipar consecuencias y diseñar estrategias, lo cual mantiene su interés y estimula su pensamiento crítico.
En segundo lugar, los juegos de simulación favorecen el aprendizaje interdisciplinario. Un solo escenario puede involucrar conocimientos de historia, matemáticas, ciencias naturales, comunicación o ética. Por ejemplo, una simulación de un parlamento medieval exige comprender procesos históricos, argumentar con base en distintas posturas, realizar cálculos relacionados con la economía de la época y, al mismo tiempo, desplegar habilidades comunicativas.
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Desde el punto de vista pedagógico, los juegos de simulación también ofrecen ventajas para la evaluación formativa.
Un ejemplo concreto podría ser la simulación de una misión espacial, en la que cada alumno cumple un rol específico: ingeniero, piloto, médico o científico. El grupo debe coordinarse para resolver problemas técnicos, tomar decisiones bajo presión y garantizar la seguridad de la tripulación. Este tipo de dinámica no solo estimula el pensamiento lógico y la creatividad, sino que también entrena la colaboración y el manejo del estrés.
No obstante, para que los juegos de simulación resulten efectivos, es necesario tener en cuenta ciertas consideraciones. La primera es la adecuación al nivel cognitivo y emocional de los estudiantes. Las actividades deben ser lo suficientemente desafiantes para mantener el interés, pero no tan complejas que generen frustración. En segundo lugar, conviene planificar tiempos de reflexión posteriores, en los que los alumnos analicen las decisiones tomadas, evalúen resultados y extraigan conclusiones que puedan transferirse a otros contextos.
Fuente: - ALEGRÍA, R Y OTROS. 2015. A mí no me parece. Casos prácticos para comprender la alta capacidad. Ediciones Parainfo. Madrid, España.
