Niños con altas capacidades y habilidades sociales: un desafío y una oportunidad

Los niños con altas capacidades intelectuales suelen destacarse por su rapidez para aprender, su curiosidad insaciable y su pensamiento creativo. Sin embargo, su desarrollo social y emocional no siempre avanza al mismo ritmo que sus habilidades cognitivas. Esta diferencia puede generar retos particulares en su integración con los demás y en el desarrollo de habilidades sociales sólidas.

Niños con altas capacidades  y habilidades sociales:  un desafío y una oportunidad
Niños con altas capacidades y habilidades sociales: un desafío y una oportunidadArchivo, ABC Color

Uno de los fenómenos más conocidos en este ámbito es la disincronía, que hace referencia a la falta de correspondencia entre el desarrollo intelectual y el emocional o social. Un niño con gran capacidad de razonamiento lógico puede, por ejemplo, comprender conceptos científicos complejos, pero al mismo tiempo tener la misma madurez emocional que sus pares de edad.

Las habilidades sociales, como escuchar activamente, empatizar, negociar o colaborar, son fundamentales para que el niño se sienta parte de un grupo y pueda desenvolverse en distintos entornos.

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La familia y la escuela cumplen un papel esencial en este proceso. Desde el hogar, se puede fomentar la participación en actividades grupales que no giren únicamente en torno a sus intereses intelectuales, como deportes, juegos de mesa o actividades artísticas.

En el ámbito escolar, es recomendable que el docente promueva un clima de respeto y diversidad, en el que cada alumno pueda expresar sus ideas y talentos sin temor a ser juzgado. Actividades cooperativas, debates y proyectos grupales son excelentes oportunidades para que los niños con altas capacidades practiquen habilidades sociales mientras contribuyen con sus fortalezas.

Otro aspecto importante es la enseñanza explícita de estrategias de comunicación. A veces se da por hecho que un niño con alta capacidad «ya sabe» cómo relacionarse, pero no siempre es así. Aprender a interpretar el lenguaje no verbal, a regular el tono de voz, a aceptar diferentes opiniones o a manejar desacuerdos son competencias que requieren guía y práctica.

Por último, el acompañamiento emocional es indispensable. Escuchar sus inquietudes, validar sus sentimientos y enseñarles a reconocer y expresar sus emociones de forma adecuada contribuyen a que se sientan seguros y comprendidos. Esto, a su vez, fortalece su capacidad para construir relaciones positivas.

Fuentes: - LÓPEZ GARZÓN, J. Didáctica para los alumnos con altas capacidades. Editorial Síntesis. Madrid, Espclase.

- GÓMEZ, MA. T. Altas Capacidades en Niños y Niñas. Detección, identificación e integración en la escuela y en la familia. Editorial Narcea. 2011. Madrid, España.

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