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Es una obra unipersonal encarnada por la nieta de la misma Carmen Soler (foto). Combina danza, canciones originales y un juego de luces y sombras continuo que hace posible la aparición de otros personajes en escena.
En homenaje a los 30 años del fallecimiento de la poetisa, la obra vuelve a presentarse en el mismo escenario de su estreno. “Presenta a mujeres que, como en la vida, sufren, se enamoran, odian, cantan, reflexionan, bailan. Como tantas en nuestra América, ellas saben que “son penas muy encimadas el ser pobre y ser mujer”, que “los tiempos son difíciles y como nunca la gente sufre y sueña”.