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La osteoartritis es un trastorno articular cuya causa más común es el envejecimiento y el desgaste de una articulación. Se presenta en manos, rodillas y caderas. Los tratamientos incluyen ejercicio, medicamentos y, a veces, cirugía. Si sucede en la rodilla, por ejemplo, y el paciente tiene sobrepeso debe bajar unos kilos para ayudar a aliviar el dolor.
La Dra. Margarita González de Urizar indica que la “osteoartritis o artrosis es una de las enfermedades más prevalentes y que más discapacidad produce en todo el mundo, lo que ocasiona costos altos para el paciente y la sociedad”.
“Es la patología más frecuente porque representa el 30 a 40% de las consultas en reumatología. La prevalencia de la osteoartritis con relación a la edad se ve entre los 50 y 60 años. Los estudios epidemiológicos revelan la mayor prevalencia de osteoartritis de manos, rodillas y caderas”, afirma la profesional.
Refiere además que “esta patología específicamente en manos y rodillas es más frecuente en mujeres y la de caderas, en varones”.
“Los factores de riesgo que aumentan la vulnerabilidad de la enfermedad son el envejecimiento, el sexo femenino, deficiencias nutricionales, genéticas, alteraciones estructurales intra o extra articulares, obesidad, deficiencia de vitamina D, deficiencia de estrógenos, daños producidos por actividades laborales y traumatismo”, acota.
Agrega que “la hipercolesterolemia y la diabetes fueron identificados como factores de riesgo para la osteoartritis. La diabetes fue asociada a osteoartritis de rodillas y la hipercolesterolemia en osteoartritis generalizada”.
Los síntomas por lo que el paciente acude al médico son dolor, rigidez matinal y crujido articular. El dolor es mecánico, la rigidez no dura más de 30 minutos”, señala la especialista.
Comenta que “el tratamiento de la osteoartritis es multidisciplinario y participan educadores, nutricionistas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y médicos reumatólogos, con ayuda de los generalistas, geriatras y ortopedistas”.
“Los objetivos de un buen tratamiento son reducir el dolor, mantener la función, mejorar la calidad de vida, prevenir o retardar la progresión del daño estructural articular y retrasar o evitar la artroplastia o cirugía”, finaliza.