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La investigación, que aparece en la publicación estadounidense PNAS, muestra que el tacto artificial depende en gran medida de algunas características de los estímulos eléctricos, como la fuerza y la frecuencia de las señales.
El profesor asociado de la Universidad de Chicago Sliman Bensmaia indicó que ahora entienden “los intríngulis de la situación” y qué herramientas están a su alcance “para crear sensaciones artificiales a través de la estimulación del cerebro”.
El trabajo de Bensmaia y su equipo forma parte de un proyecto que pretende crear una extremidad superior artificial y modular que restaure el control motor y las sensaciones en las personas amputadas, en el que se encarga de los aspectos sensoriales.
Para este estudio se emplearon monos, cuyo sistema sensorial se parece mucho al humano, a los que implantaron electrodos en el área del cerebro que procesa la información del tacto de la mano.
El equipo trabajó con varias características de los impulsos eléctricos como la amplitud y la frecuencia, para demostrar cómo la interacción de cada uno de esos factores afectaba a la capacidad del animal para detectar la señal.
El sentido del tacto está formado por un conjunto complejo y matizado de sensaciones, desde el contacto y la presión o la textura, a la vibración y el movimiento.
Documentando la gama, composición y los incrementos específicos de señales que crean las sensaciones, Bensmaina y su equipo han proporcionado las “notas” y ahora los científicos pueden tocarlas para producir la “música” del sentido del tacto en el cerebro.
“Cuando sujetas un objeto puedes mantenerlo con diferentes grados de presión. Para recrear un sentido del tacto realista hay que saber cuántos grados de presión se pueden expresar a través de la estimulación eléctrica”, indicó el experto.
Agencia EFE