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Londres, (EFE).La depresión mayor, que incluye síntomas como alteraciones del estado de ánimo, variaciones en los patrones de sueño, cambios en el apetito y fatiga, es uno de los desórdenes mentales más comunes.
A pesar de que ya existe evidencia sólida de que ese estado patológico tiene un componente genético, los estudios sobre personas con ancestros europeos todavía no habían logrado aislar regiones genéticas asociadas a la enfermedad.
Un reciente trabajo con mujeres chinas había identificado en cambio dos variantes genéticas ligadas a la depresión mayor.
“Identificar los genes que aumentan el riesgo de sufrir una enfermedad es el primer paso para entender la biología de esa patología. Eso nos va a aportar dianas útiles para desarrollar nuevos tratamientos”, afirmó Roy Perlis, psiquiatra del Centro de Genética Humana del hospital estadounidense.
“Haber detectado genes asociados con la depresión debería ayudar a dejar claro que estamos ante una enfermedad del cerebro. Eso, esperamos, ayudará a evitar el estigma que todavía está asociado con ese tipo de enfermedades”, agregó el investigador en un comunicado.
Perlis y su grupo han elaborado un amplio estudio a partir de los datos de más de 121.000 personas que han sido tratadas por depresión mayor y otras 338.000 que no han sufrido el trastorno.
Todos los participantes en la investigación eran clientes de la compañía privada estadounidense dedicada a la genética 23andMe que se prestaron voluntarios para participar en el trabajo.
“Los modelos basados en neurotransmisores que estamos utilizando actualmente para tratar la depresión tienen más de cuarenta años. Necesitamos nuevas dianas para investigar otros métodos”, afirmó el científico.
“Nuestro trabajo prueba que el modo tradicional de desarrollar estudios genéticos no es el único que funciona. Utilizar grandes bases de datos que ya existen puede ser mucho más eficiente para analizar desórdenes psiquiátricos”, explicó.