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La licenciada Gabriela Casco Bachem, psicóloga, refiere que “nuestro lenguaje tiende a configurar pensamientos binarios, observa y explica el mundo a través de opuestos; blanco y negro, bueno y malo, positivo y negativo, optimista y pesimista, creyentes y ateos, felices e infelices, sanos y enfermos. Este pensamiento es parcialista, prejuicioso y poco integrativo, porque la realidad emocional nos dice que nada puede simplificarse solamente a un extremo, las cosas pueden ser grises, en cualquier contexto”.
Y esto ocurre a “una persona sana físicamente que puede tener problemas psicológicos, puede ser buena en un escenario de su vida, pero dañina en otros. Lo que indica que somos un todo y que no siempre vamos a poder definirnos de una sola manera; con un solo tipo de pensamiento o sensación sobre algo, ya que las emociones son no permanentes”.
La psicóloga explica que tomar una actitud positiva ante cualquier circunstancia de la vida es una estrategia inteligente, y mucho más frente a algo tan intimidante como el cáncer.
Según dice “quienes conviven con esta enfermedad, saben que no es fácil sostener una actitud positiva todo el tiempo. Existen diferentes actitudes ante las adversidades como posibilidades de cura. Hay que encontrar la que nos habilite un camino de paz y calma para enfrentar este proceso, aquella con la que mejor nos identificamos y no una actitud impuesta”.
Observa la profesional que “cada uno tiene herramientas subjetivas: la fe, la religión, la meditación y cambio de vida por estilos más saludables, los deportes, la alimentación, cualquier forma de elevar el espíritu”.
Una actitud optimista también ayuda “a ubicarse fuera del lugar de víctima y fomenta la cercanía y apoyo de familiares y amigos. La persona escucha y cumple con las indicaciones de los médicos con mayor predisposición y disciplina”, culmina.