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Como toda tradición que permanece intacta, los chicos del último año circularon en coches antiguos, autos de lujo y carrozas. Incluso, un par de ellos, identificados con la corriente ecologista, actualmente tan en boga, prefirieron arribar al mando de una bicicleta doble. Lo concreto es que los chicos se abocaron exultantes al desafío de adornar sus medios de locomoción con ramilletes florales, elaborados a base de rosales y telares. Las tempranas horas de aquella mañana atestiguaron que los recién egresados optimizaron sus tiempos para tomarse fotografías. Además, para el desfile, se dispusieron en concordancia con el orden previsto para el efecto. Con paso enérgico y alegre iban obsequiando rosas, tanto a los padres como a los docentes y transeúntes en general.
Una celebración litúrgica dio fin a esta consuetudinaria práctica.