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Si te vas bien vestida a clase, sos una exagerada que quiere llamar la atención y, si ni te arreglás, sos una fea zaparrastrosa que debería, al menos, cambiarse el camisón para asistir a la universidad. Sea lo que sea que hagas, no lograrás darles el gusto a todos; además, así como dijo el escritor español Miguel Delibes: "Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua".
Generalmente, estas haters son chicas que no trabajan ni son buenas alumnas. Así que tienen todo el tiempo del mundo para mirarte y encontrarte defectos. En una pelea, seguramente, ellas te ganarían, porque saben de memoria todas tus fallas. Se deleitaron la vez que te resbalaste por las escaleras y fueron felices por una semana cuando te aplazaste en matemáticas.
Están las infantiles que jamás te hablarían y solo se la pasan cuchicheando sobre vos entre sus amigas. Aunque las peores son las que arman bardo y aprovechan cualquier situación para expresar a los cuatro vientos lo "vanidosa, fácil o rubia" que sos. Estas últimas nunca argumentan sus ideas y se defienden con puras groserías.
A pesar de que no te interesa para nada su amistad ni su opinión, tampoco hay razón para detestarlas, ya que así como ellas se han burlado bastante de vos, cuando leés sus tontos comentarios en Facebook, tampoco podés dejar de soltar una risotada. Además, es bien sabido que solo a la gente que importa se la critica. Y como afirma el escritor español Francisco de Quevedo: "Virtud envidiada es dos veces virtud".
Por Lía M. Barrios (19 años)