¡Qué gusto da estar rodeado de gente alegre!

Son varios los jóvenes que parecieran hechos con azúcar, flores y muchos colores. Andan siempre regalando sonrisas, amabilidad y buena onda a quienes les rodean. A algunos les resultan pesados, pero la verdad es que estos dan el toque mágico a los grupos de amigos o de trabajo, pues su buen humor se esparce y contagia.

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Todos tenemos algún que otro momento alegre durante el día, pero ¿podemos decir que somos felices? Existe un tipo de gente que siempre reparte sonrisas por todos lados sin importar los problemas que tenga, no se deja amargar por nada y se mantiene contenta. Si bien es cierto que cada uno tiene su manera de ser feliz, en lo que la mayoría se encuentra de acuerdo es que estar con quienes transmitan buena vibra ayuda a que el día a día sea más divertido.

Estas personas, generalmente, son muy amables y agradables hasta con los desconocidos, y demuestran una empatía tan grande que se nota su calidez y bondad. La presencia se percibe, pues las constantes bromas y carcajadas robadas marcan la diferencia; por otro lado, cuando están ausentes, se siente aún más, pues la oficina o el curso no es lo mismo sin el más risueño del grupo.

La felicidad es, casi desde cualquier punto que se la mire, uno de los propósitos más esenciales del ser humano. Alcanzarla es el ideal de muchos y uno de los pasos que debés dar para llegar a ella es rodearte de gente positiva, que celebre con nosotros los pequeños logros o, cuando las cosas vayan mal, nos levante el ánimo.

A veces, nos preguntamos: ¿cómo pueden estar siempre tan bien?, ¿acaso no tienen luego problemas? No es que sus vidas sean todo color de rosa, sino que poseen una fortaleza muy grande y le ponen pecho a lo que sea, siempre con humor y actitud positiva.

Lo cierto es que estas personas conocen perfectamente el secreto de la felicidad: disfrutar los pequeños placeres y valorar cada día. Aunque parezca sencillo, a muchos nos cuesta seguir esas claves. El trabajo, la universidad, los problemas en casa; siempre hay alguna nube negra que nos ronda. Sin embargo, debemos imitar a esas personas y, en vez de alargar la cara y contagiar el pire vai a todo el mundo, mostrar los dientes y seguir adelante. La vida continúa y depende de cada uno hacer divertido el viaje. Como dice una conocida frase: “Aprendé a sonreír a la vida y ella te sonreirá a ti”.

Por Ana Jazmín Lezcano (20 años)

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