¿Perseguimos nuestros sueños o el de los padres?

“¡Mba’e, periodismo piko! Vos vas a ser médico o abogado, ahí sí hay plata”. En muchos casos, cuando optás por una carrera que te gusta, aparecen tus papás y abuelos con un “¡estás loco, te vas a morir de hambre!”, estancando tus objetivos. Entonces, pensás: “¿Vale la pena estudiar lo que me imponen o perseguir mis sueños y sentirme realizado?”.

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Tal vez papá y mamá en su afán de que no fracasemos, o de que no pasemos hambre, nos incentivan y, en muchos casos, nos obligan a estudiar lo que ellos desean y presionan para lograr sus sueños particulares. En la época de nuestros abuelos ser doctor, abogado o pa’i te daba la posibilidad de estar en lo más alto de la sociedad. Sin embargo, si les decías que pensabas ser periodista, músico o artista por poco no te desterraban de la familia y te ordenaban a que abandonaras tu “loca idea”.

Está claro que ningún papá quiere ver a su hijo sufrir, por eso, a veces, tratan de sacarte la idea de ser cantante, para que te vuelvas ingeniero y tengas una buena posición económica. Pero lo que deberían hacer es apoyar incondicionalmente las metas que te proponés, aunque quieras ser astronauta cuando vivís en Paraguay.

Los adolescentes que estudian lo que sus papás les ordenaron en muchas ocasiones terminan siendo infelices, trabajando en lugares que nunca les agradó y, luego de unos años, actuan con sus hijos de la misma manera que sus padres.

Podés dejar que tu mamá o papá influya en vos, pero que ellos no decidan la profesión de la cual vas a vivir. No te preocupes por lo económico y hacé lo que más te gusta, por ejemplo; si deseás ser zapatero, ejércelo, porque siempre harás lo que te encanta y nunca te aburrirás de tu trabajo. Además, a las personas les agradará tu trabajo, porque lo realizás bien y es seguro que jamás te faltará el pan de cada día.

Por Aristides Arámbulo (17 años)

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