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El 21 de setiembre del 2000, educandos de la secundaria pagaban por primera vez el medio pasaje, luego de un arduo trabajo para conseguir el boleto estudiantil. Muchos de nosotros no dimensionamos la importancia de que la juventud se organice y haga fuerza para exigir sus derechos. Pensamos que solo figuramos como un minúsculo detalle en la sociedad; sin embargo, somos un estamento muy fuerte en el Paraguay.
Los movimientos estudiantiles son la raíz de todo el gran árbol de la política en nuestro país. Entre los actuales jóvenes líderes se encuentran los futuros congresistas, embajadores y presidentes. Debemos tener en cuenta que una persona que en su facultad es atraída a un movimiento de izquierda difícilmente vaya después, por ejemplo, al Partido Colorado.
A veces, los alumnos solo se unen a un grupo porque ahí se organizan fiestas y no porque comparten la misma línea ideológica. Si uno se sumerge en la política estudiantil, sabrá que muchos movimientos reciben “ayuda” de los partidos nacionales. Es decir, nosotros somos las raíces que alimentan a las grandes ramas de poder con el simple hecho de votar.
No obstante, mantener a los partidos políticos en pie no es la esencia de los movimientos estudiantiles. Un ejemplo es la mayor huelga general de la historia de Francia en mayo del 68, que fue iniciada por una revuelta de alumnos. También podemos recordar el 23 de octubre de 1931, cuando una pacífica manifestación de educandos del Colegio Nacional de la Capital (CNC) reclamó medidas concretas para la defensa del Chaco.
Es indispensable que los jóvenes tomemos conciencia de la fuerza que podemos reunir y dejemos de llevar a la ligera nuestro rol en la sociedad.
Por Lía M. Barrios (19 años)