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Las expectativas acerca de "ser mayor de edad" se van planeando desde los 15 o 16 años, cuando uno se pone a pensar en todas las "ventajas" que traería la llegada de esa nueva etapa. Es así que los jóvenes empiezan a cranear un futuro perfecto y ambicioso que incluya mucha libertad, viajes, bebidas, tatuajes, autos y amigos. Pero en la vida real no es tan fácil llegar a cumplir los sueños del pibe.
Entre las fantasías más comunes de los jóvenes en esa etapa está, primero que nada, independizarse de los padres, sin saber siquiera adónde ir; la cuestión es lanzarse al mundo en compañía de los mejores amigos, alquilar un lugar en el que nadie les dé órdenes. También forman parte de esta lista: farrear todos los findes, conseguir un buen trabajo para comprar el primer auto y, luego, encontrar una linda pareja con los mismos ideales de vivir cada día como si no hubiese un mañana.
Además, están los adolescentes que llevan la imaginación a un nivel más elevado gracias a las telenovelas, libros, series o películas, y quieren ser grandes cantantes reconocidos a nivel mundial, actores de Hollywood o celebridades del fútbol.
Todos estos planes siguen presentes en los sueños hasta que un día caen, como balde de agua fría, en la cruda realidad de que las cosas no son tan fáciles y lo que hacés, entonces, es postergar por unos años esas ambiciones locas de la juventud.
Hasta ahora, seguramente, seguís pensando que todos esos planes eran perfectos y aún no sabés cuál fue el motivo que impidió que los realizaras. La idea no es quitarles los sueños a los que en el futuro serán mayores de edad, sino contarles que la cosa no es tan fácil como se ve en las películas, y tampoco uno debe frustrarse si todavía no cumplió alguna de esas ilusiones, porque como dice el Principito: "Apuntando hacia la Luna, aun cuando falles, aterrizarás entre las estrellas".
Por Ricardo González (19 años)