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“Desde niño soñaba con ser bombero, ansiaba cumplir la mayoría de edad, ya que es un requisito para formar parte del cuerpo, y jurar siempre fue mi metaˮ, relata Gustavo. Cuenta que, debido a que decidió ser voluntario, muchos de sus amigos lo criticaron y se apartaron de él. Relata que cambió las salidas de los fines de semana por las guardias en la unidad a la que pertenece.
Manifiesta que los bomberos son como cualquier otra persona normal, por ende, pueden emocionarse y, a veces, incluso, les cuesta olvidar episodios que tuvieron que pasar tras un servicio. Asimismo, confiesa que para superar los sobresaltos, él y sus compañeros se apoyan entre sí. “Si hubiera algo especial para dedicarte a esta actividad, sería el sincero deseo de servir, nada más. No existe ningún secreto”, asevera.
“No encuentro nada negativo en este gran deber de héroe, solo veo lo positivo. Hasta ahora, tampoco tuve miedo en el momento de ir a cubrir, lo cual se debe a que dentro de la Sexta Compañía existe mucho compañerismo; somos una gran familia”, relata. Opina que no existe nada mejor que saber que se ayuda sin percibir ninguna remuneración por ello y que no hay mayor alegría para un bombero que recibir un simple, pero a la vez reconfortante “gracias”.
Expresa que es sorprendente la cantidad de hazañas que sus compañeros realizaron, las cuales según opina, son de película. Afirma que su vida cotidiana se basa en cubrir guardias y estudiar. De mañana va a la facultad, ya que cursa el primer año de la carrera de Enfermería, y luego hace guardia. “Mi vida cambió por completo desde que soy bombero. Esta unidad es mi nueva familia”, declara.
Señala que todo lo que aprendió como voluntario no lo haría de ninguna otra forma. Concluye diciendo que sería bueno que cada vez más jóvenes se interesen en servir, ya que no es muy complicado, y solo se necesitan predisposición y decisión.
Por Dayhana Agüero Brítez (18 años)