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Es evidente que la prohibición de venta de alcohol a menores de edad no es suficiente para frenar el consumo precoz; los jóvenes hoy en día se organizan, ya sea para festejar colaciones o cumpleaños, donde la bebida está casi siempre presente. Algunas veces, incluso alquilan casas para farrear y tomar hasta las primeras horas del amanecer, sin que nadie los moleste.
Las razones por las que un chico se inicia en el consumo de alcohol a temprana edad son variadas. La bebida actúa como un deshinibidor, funciona muchas veces como un perfecto eliminador de la timidez, a la vez se tiene la creencia de que tomar lo vuelve a uno maduro y adulto, algo que los jóvenes siempre consideran atractivo ya que, en la adolescencia, todos intentamos sentirnos libres e independientes de nuestros padres.
Lo que casi no se tiene en cuenta son las consecuencias negativas del consumo temprano del alcohol. Como en la época de secundaria nuestro cerebro está madurando, existe la posibilidad de que la bebida nos cause graves problemas, como fallas en la memoria, déficit de atención y dificultad para tomar decisiones, además de eso podría llegar a hacernos perder totalmente nuestro control inhibitorio.
Cuando somos adolescentes hay cosas para las que nos creemos preparados, aunque en realidad no sea así, el alcohol es una de ellas. Ser bebedores precoces no nos vuelve adultos, al contrario, si intentamos meternos con cosas de las cuales no estamos seguros de poder controlar, solo cometeríamos un acto sumamente inmaduro e irresponsable, ya que no mediríamos las tremendas consecuencias que nos podría causar usar una falsa llave a la madurez.
Por Rubén Montiel (19 años)