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La gaseosa de sabor cola, la preferida para combatir la sed cuando estás en la calle y te olvidaste de tu termito de agua no era un plan de bebida del farmaceútico Jonh Pemberton. Al mezclar los ingredientes, que hasta ahora son secretos, resultó una afamada bebida, en vez de un medicamento contra el dolor de cabeza, que fue el primer proyecto.
Un ingeniero norteamericano quería armar un aparato que permitiese grabar los sonidos del corazón, pero el experimento se frustró cuando utilizó erróneamente la corriente eléctrica y resultó en lo que conocemos como marcapasos, que sirve para tratar los ritmos cardiacos.
Otros de los inventos surgidos accidentalmente es el horno de microondas, que tal vez no hubiera existido si un ingeniero que trabajaba con los radares durante la Segunda Guerra Mundial no se percataba de que las ondas de magnetrón, que surtía de energía a la tecnología, derritió el chocolate que llevaba guardado en el bolsillo.
¿Cómo nacieron los fuegos artificiales? Pues hace más de mil años un cocinero chino quería hacer fuego, para lo cual utilizó ácido sulfúrico, salitre y carbón vegetal, pero al final todo explotó y se comprimió en un tubo de bambú, dando origen, de esta forma curiosa, a las luces pirotécnicas.
Todo esto demuestra que los resultados no siempre son los que planeamos y que para hacer grandes cosas, en algunos casos, además de cranear, proyectar, laburar y esforzarse, también se necesita de una manito de buena suerte.
Por Dayhana Agüero (18 años)