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"Viajar en tren a alta velocidad no es posible, porque los pasajeros, incapaces de respirar, morirían de asfixia", afirmaba Dionysius Lardner, científico brillante de los siglos XVIII y XIX, editor de la Cabinet Cyclopedia, de 133 volúmenes. Hoy día, el tren Maglev de Shanghai, que recorre una distancia de 433 km en una hora, es la mayor prueba de que lo que sostenía el irlandés era erróneo.
Cuando Henry Ford fundó su compañía dedicada al rubro automotor, el presidente de Saving Bank, de Michigan, le aseguró: "Los caballos están aquí para quedarse, en cambio los automóviles son solo una moda pasajera". Tan equivocado estaba el asesor de Ford que, en la actualidad, la cantidad de vehículos que circulan en la Tierra equivale a una sexta parte de la población mundial.
"¿Quién querrá ir por la calle con música en los oídos sin escuchar lo que le rodea?", decían los informes cuando se proponía el invento del Walkman (reproductor de audio portátil). Sin embargo hoy es imposible caminar por ahí sin encontrarte con personas que por poco y tropiezan a causa de la distracción provocada por los auriculares que traen colgados.
Es impensable que en un hogar no haya una televisión o que alguien no se haya desvelado viendo una película tras otra. Pero en los 40, Darryl Zanuck, un productor de 20th Century Fox, afirmó que es imposible que una persona quiera mirar fijamente una caja por toda la noche, por lo que la televisión no tendría éxito. Esto pone en manifiesto que todos son capaces de errar en los cálculos, incluyendo grandes mentes.
Por Dayhana Agüero Brítez (18 años)