Brian y su primer día de mala suerte

Todos saben que Brian es el hombre con la peor fortuna del mundo, pero nadie conoce su historia ni cómo habrá sido el día en que deseó no estar en la Tierra. Solo bastó un día para que aquel muchacho se adjudicara el apodo de “Brian mala suerte”, ¿pero qué hizo él para tener tal destino? ¿Será que se cruzó con 10 gatos negros, rompió muchos espejos o pasó por debajo de las escaleras toda su vida?.

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La historia comienza un martes 13 de julio, a las 6 de la mañana, cuando el muchacho despierta y al costado de su cama encuentra al muñeco de Jigsaw encima de su triciclo diciéndole: “¡Hola, Brian!, te has burlado de la suerte toda tu vida, ahora verás que la fortuna no siempre es buena. ¡Que comience el juego!”. En ese instante Brian creyó que era una broma hecha por sus hermanos que trataban de asustarlo por la fama del día.

Con una temperatura de -13 ºC entró a ducharse, pero el calefón se descompuso y tuvo que asearse con agua helada, sintiéndose al borde de la hipotermia. Al terminar de bañarse no encontró la toalla y tuvo que salir así a buscar su ropa, tiritando de frío. Cuando revisó su uniforme para ir al colegio observó que estaba totalmente arrugado, al tratar de plancharlo dejó como tres agujeros en su pantalón y grandes manchas negras en su camisa.

Se le hacía tarde para ir al cole y salió apresurado a esperar su colectivo. Para que ese día fuese más desgraciado el ómnibus pinchó dos ruedas. Llegando una hora y media tarde al colegio encontró la puerta cerrada, entonces saltó por encima de la muralla y al caer se golpeó el tobillo derecho.

Apenas se había sentado en su asiento, sintió la urgencia de ir al baño. Con un tremendo dolor de estómago, salió corriendo hacia el baño lo más rápido posible, pero luego de relajarse descubrió que ya no había ningún trozo de papel higiénico.

Al llegar a su casa, luego de un día plagado de infortunios comenzó a buscar las llaves de la puerta. Después de unos minutos recordó haberlas dejado en la mesa junto a la leche cortada, entonces, saltó por encima del portón golpeándose el tobillo izquierdo al caerse. A la noche, cuando todo parecía volver a la normalidad, encendió la televisión para ver el capítulo final de su serie favorita y a los pocos minutos de iniciar el programa se fue la luz en todo el barrio.

Por Aristides Arámbulo (17 años)

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