Tatuajes: ¿un inconveniente a la hora de buscar trabajo?

El tatuaje es moda y, como costumbre general, aparece y desaparece de forma inmutable como toda práctica efímera.

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Para Don Ed Hardy, reconocido tatuador e investigador, tatuarse constituye un acto de afirmación sobre el propio cuerpo, pues permite experimentar «que este cuerpo es tuyo y nadie puede controlar lo que haces con él; es una expresión de libertad».

Un poco de historia 

La palabra tatuar procede del vocablo tatau, el cual significa “marcar algo”.

El tatuaje es una costumbre que data de millones de años; sabemos, por ejemplo, que Egipto es el lugar del que provienen los pigmentos de henna. Las mujeres eran tatuadas para representar su estatus social y muchas momias eran marcadas.

En la cultura celta y germánica utilizaban el arte del tatuaje con fines bélicos, los japoneses tatuaban figuritas de barro que acompañaban a los difuntos en su camino al paraíso y los aztecas tatuaban especialmente a los niños para ofrendar tributo a dioses.

¿Por qué algunas personas tatuadas tienen inconvenientes a la hora de encontrar trabajo?

Aún se pueden encontrar problemas o alguna dificultad para acceder a determinados tipos de empleo vistos como más formales, es allí que los tatuajes pueden ser una limitante, porque la mayoría de las personas tienden a asociarlos con un estilo de vida despreocupado, bohemio y rebelde. Esta es una realidad que de a poco va cambiando, ya que hoy en día estas empresas, consideradas como más formales, ya permiten tatuajes; eso sí, siempre que no sean demasiado visibles. Sin embargo, para empleos y empresas con un enfoque más juvenil, el tatuaje no parece condicionar el acceso a puestos de trabajo.

¿Ser tatuador es una profesión?

Desde las personas que realizan tatuajes con herramientas tradicionales hasta los tatuadores con modernas máquinas y pulcros y elegantes estudios, son considerados profesionales en sus áreas. En muchos casos son expertos con vastos conocimientos culturales, personas bastante emocionales y artistas extraordinarios. Para ser un buen tatuador, se necesita ser más que un buen dibujante o saber rayar la piel; también es necesario conocer aspectos médicos, químicos, tecnológicos, así como poseer una gran sensibilidad con los clientes. Después de todo, no hay tatuaje que no tenga una historia detrás. 

Finalmente podemos decir que un tatuaje genuino cuenta una historia. No importa qué tan bien hecho esté, pero si no cuenta una historia y está allí solo por decoración, entonces no sería tatuaje fundado ni justificado.

¡Ya tienes los pro y contra de los tatuajes; queda en tus manos la decisión de hacértelos!

Hasta la próxima entrega…

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