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En ese sentido, las investigaciones desarrolladas por la talentosa Mónica Ismael (46) buscan transmitir mensajes cargados de convicción cultural.
Estudió Dirección y Producción Audiovisual en el Instituto Profesional de Artes y Ciencias de la Comunicación, buscando una carrera fuera de lo convencional.
Su formación práctica llegó rápidamente tras colaborar en la serie Río de fuego, junto con Arnaldo André, Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, constituyendo su primer acercamiento a un desglose de guion, una cámara Polaroid y toda la magia del audiovisual.
Trabajó con grandes referentes de la escena, como Tito Chamorro y Ray Armele, a quienes considera sus mentores.
Se destaca por su incursión en los largometrajes Miss Ameriguá y El toque del oboe, el corto Amor basura, y las series Verdad oculta y Sombras en la noche.
El pasado agosto fue seleccionada por su corto sobre el artista plástico Ishir Basybuky para una reconocida muestra internacional en México, material que presentó también en Argentina hace un par de días.
Por esto y mucho más, ahondamos en algunas de las páginas del libreto de su carrera, transitando la línea de su enfoque y proyecciones.
¿Cuál fue el proceso cultural que devino en la realización del documental sobre el artista Basybuky?
Luego de vivir por más de 16 años en Líbano, el cambio de culturas fue muy radical, y cultivó en mí una riqueza de conocimientos y tradiciones muy fuertes. Al regresar, me dediqué a la investigación cultural de los pueblos indígenas, los que aún conservan varios aspectos prehispánicos, ricos en la conservación de lenguas, artesanías y costumbres. Basybuky es el nombre yshyr del artista Claudelino Balbuena, hijo de Ogwa, el primer artista plástico de ese pueblo. Me atraparon enseguida las figuras y los colores en las pinturas de padre e hijo. La diosa, los chamanes, la mitología, sus rituales, a través de los cuales conocí y valoré su pueblo. Con sus obras, Ogwa y sus hijos ayudan a transmitir parte de su identidad y, por supuesto, la nuestra, envueltos en un grito silencioso que llega con la fuerza de ingenuas formas y colores.
¿Cuál es la visibilización que se busca plasmar sobre la coyuntura indígena nacional?
El corto documental Basybuky tuvo la invitación para su estreno internacional por parte de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de México, el pasado 19 de agosto, en el Museo de Arte Moderno de Toluca, en el Centro Cultural Mexiquense, por el mes internacional de los pueblos indígenas; se estrenó el miércoles 8 de setiembre en Argentina, en el 23.° Festival de Cine Latinoamericano Rosario 2016, y se presentará también el 1 de octubre en el Museo Etnográfico de Buenos Aires. El material fue seleccionado entre 580 cortos presentados de varios países y es el único en competencia que representa al Paraguay. En cuanto a la visibilización, diría que el guaraní adquiere cada vez más presencia internacional, ya que es una lengua que sobrevivió a tres genocidios y se impuso ante los conquistadores. El país tiene otros pueblos indígenas igualmente constructores de nuestra nacionalidad y, con Basybuky, la idea sería mostrar la riqueza de la diversidad todavía presente.
De tu experiencia en el campo audiovisual, ¿qué semejanzas y diferencias encontrás entre la narrativa del documental y la de la ficción, centrándonos en las obras paraguayas de los últimos cinco años?
La pasión, la investigación y el compromiso; el rigor científico, en el caso de los documentales, y el invento, en el caso de la ficción, un género que te permite hacer volar la imaginación. Ambas son narrativas cautivantes. La base es la creatividad. Todo trabajo lleva su tiempo. A veces, en el documental es capturar el momento y, luego, con base en las imágenes, construir la historia y el planteamiento. Al principio tropezábamos con la falta de experiencia en el rubro y lo fuimos haciendo casi en un mismo barco. Los actores debían salir del tono teatral para acomodarse ante las cámaras, donde la frase repetida era “menos es más”, y los técnicos, aprender a trabajar detrás de ellas.
Uno de los principales inconvenientes al momento de abordar una producción audiovisual es la elección de un guion adecuado. ¿Cómo se podría potenciar esta falencia en futuras obras del género?
El arte es poco valorado en el Paraguay y el buen guion no quiere ser pagado. Es más fácil copiar ideas de afuera y productos enlatados que apostar a la creatividad local.
¿Cómo dialogan realidad social y el género audiovisual en tus producciones?
De acuerdo a la etapa que se presenta en mi vida, la muestro sin muchas complicaciones; a veces, muy estructuradamente, mientras que otras, casi grosera. Aún investigo contenidos y formas de narrar todo lo que me acerque a eso que llamamos identidad.
Hablanos de tus proyectos a futuro.
No juzgues en mi nombre es un proyecto de película; sería mi primer largometraje de ficción. Les invito a que visiten el proyecto en Facebook e Instagram, con el mismo nombre, y si les gusta, nos apoyen en este emprendimiento. Para ello, abrimos un sitio disponible en la página de la película.
Dejándose llevar por aquella primera intuición que la posicionó como referente del audiovisual paraguayo, el trabajo de Mónica le otorga el privilegio de mirar desde diferentes perspectivas, involucrando su conocimiento en favor de una identidad generada desde lo colectivo.
Mónica Ismael
Tras varios años dedicándose al campo audiovisual, esta referente del rubro continúa conquistando logros devenidos de una profunda investigación cultural y social, destacándose en espacios internacionales.
Mucho más que audiovisual
Tras participar en emblemáticas experiencias que construyeron la historia del audiovisual paraguayo, Mónica Ismael emprendió ensayos documentales enfocados en una construcción cultural. El primero fue Manu: el poeta que canta al amor, basado en la vida de Manuel Ortiz Guerrero y recreando su obra Loca. El siguiente, sobre la vida y trayectoria del cantautor Agustín Barboza, basándose en el libro Ruego y camino. Por un arte nuevo en Paraguay llegó con la intención de exponer la labor en la plástica de los tres pilares femeninos en ese campo: Josefina Plá, Lilí del Mónico y Olga Blinder, sobre el libro de Ticio Escobar. “Hamaca Paraguaya, 7 cajas, Luna de Cigarras, Latas vacías, Tren Paraguay, Felices los que lloran, Guaraní, entre otros, son algunos títulos de películas y documentales que van sumando al patrimonio fílmico de nuestro país”, enfatiza esta multifacética artista.
carlos.canete@abc.com.py
Fotos Heber Carballo, gentileza
Maquillaje Juan Florenciáñez