Imagen personal

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¿Has oído o leído alguna vez la expresión que reza: “Una imagen vale más que mil palabras?”. Seguro que sí, pues la imagen personal transmite ininterrumpidamente mensajes cruciales.

Para hablar de la imagen personal, resulta menester especificar que nos referimos al conjunto de posturas corporales, actitudes y gestos percibidos indefectiblemente a partir de las apreciaciones del entorno circundante, a través de la observación de detalles, como las prendas, las palabras empleadas, el tono de voz y los gestos efectuados. Pero esto no es nada nuevo, ya que desde principios de la civilización ha sido así; épocas en las cuales la ropa revelaba el estatus social de la persona, su pertenencia a ciertos círculos y el nivel de profesionalización, entre otros datos.

Esta imagen posee tres componentes:

- La percepción que tenemos de nosotros mismos.

- La idea respecto a cómo nos perciben los demás.

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- La imagen que queremos proyectar ante determinada ocasión o situación.

La imagen personal implica un conjunto de elementos, como el cuerpo, la vestimenta, el peinado, el maquillaje, los accesorios escogidos, y los modales, que son definitivos y reflejan en cierta manera nuestra educación, personalidad, conducta y estados de ánimo.

Imagen externa

Esta visión se compone de: vestimenta, comportamiento, educación, pulcritud y prolijidad.

Vestimenta: atuendo e indumentaria son sinónimos que corresponden a telas con texturas, colores y de diversos materiales que conforman una protección al cuerpo humano en relación a los cambios climáticos.

Pulcritud y prolijidad: aseo, limpieza, orden, ambientes libres de suciedades y vicios es el máximo cuidado y empeño que se pone al efectuar una tarea o ejecutar un plan esbozado.

Comportamiento: se trata de los modales que debemos observar de acuerdo a la situación o circunstancia, siendo corteses.

Imagen interna

Para comprender si no estamos conformes con algún aspecto de nuestro cuerpo que nos hace sentir inseguros, lo mejor es acudir a un profesional; por ejemplo, si queremos reducir nuestro peso. En tal caso, no sigamos dietas por nuestra cuenta, sino recurramos a un nutricionista. En caso de que deseemos complementar el orden alimentario con actividad física, vayamos a un gimnasio y consultemos a un profesor de Educación Física. Del mismo modo, si no nos gustan nuestros dientes, vayamos a un odontólogo. Si nos disgusta nuestra piel, escuchemos a un dermatólogo. Siempre existe algo que nosotros podemos hacer para modificar o mejorar nuestra imagen interna, lo que implica un cambio de actitud, el cual nos hará sentir satisfacción y seguridad.

Para finalizar, es muy importante conocer que cuando se conoce a una persona, el 80 % de nuestra atención se centra en el cuerpo, la vestimenta, el peinado, el maquillaje y los accesorios, entre otros. Un 15 % observa gestos, movimientos corporales, relacionados con la comunicación no verbal, y tan solo el 5 % presta atención al tono de voz con el que se dirige a los demás.

Recuerda: “El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen” (Johann Wolfgang von Goethe).

Hasta la próxima entrega…

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