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Charlène de Mónaco (36) y Alberto (56) se casaron en 2011, cuando todos conocían al monarca como el soltero eterno.
Con el próximo nacimiento de gemelos varones ya se desató la polémica en torno a quién será el primero en la línea de sucesión al trono. Según la ley sálica, se da preferencia a los hijos varones, sean estos menores o mayores a sus hermanas. Los gemelos en camino son varones. ¿Es el mayor quien nace primero? Alberto de Mónaco ya tiene una solución: designará heredero al que mejor cualidades presente. Esperará a que cumplan como mínimo seis años y recién entonces verá quién puede ser entre los hermanos.
Estos niños, quienes nacerán a fines de año, no serán los primeros hijos del monarca. De relaciones pasajeras nacieron Jazmín Grace Grimaldi (22), hija de una camarera estadounidense reconocida por Alberto, pero excluida de la línea de sucesión. Tanto ella como Alexander (11), cuya madre es una azafata togolesa, recibirán parte de los bienes de la familia Grimaldi, pero no pueden aspirar a otra cosa.
Desde que el palacio comunicó el embarazo de la princesa, esta poco o nada se dejó ver. Los últimos eventos fueron el tradicional baile a beneficio de la Cruz Roja, en el cual todas las cámaras la pudieron captar, y la crítica mencionó que por fin se veía a una Charlène feliz y radiante. También se la vio en el pícnic anual del Principado, con seis meses de embarazo y luciendo todavía vestidos ceñidos.
Se tejieron redes de dudas sobre la felicidad de Charlène, la exnadadora olímpica sudafricana, en su matrimonio, por lo costoso que le resultaba adaptarse al protocolo de la vida palaciega. Con la mirada siempre melancólica, dicen que a Charlène la quieren convertir en un calco de su suegra: la inolvidable Grace Kelly, esposa de Rainiero, madre, además, de las princesas Carolina y Estefanía de Mónaco. Según medios expertos en seguir la vida de los miembros de la familia real, toda esa presión derivó en una princesa de Mónaco triste.
Por otro lado, surgieron rumores de roces y poca afinidad entre las cuñadas. Charlène y Carolina, la hermana mayor de Alberto, no se llevan bien. El palacio emitió comunicados desmintiendo las malas relaciones entre los miembros de la Casa Grimaldi, pero fuentes cercanas aseguran que la princesa Carolina es la más crítica con Charlène, lo que genera tensión en los años de adaptación tras su matrimonio y sus frustrados intentos por ser madre, que ahora –al fin– tuvieron éxitos.
Los celos por parte de Carolina, según se cree, podrían provenir justamente de la descendencia, ya que supuestamente la hermana del actual soberano hubiese preferido que la pareja no tuviera hijos, así Andrea Casiraghi, el primogénito de Carolina, podría gobernar el Principado en un futuro.
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