El traje

El terno masculino lleva muchos años siendo el clásico atuendo que, según se combine, puede ser de uso diario, laboral o social.

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Cuenta la historia que, en 1838, un capitán de la marina inglesa encargó a su sastre la confección de una chaqueta cruzada con dos filas de seis botones cada una. Este saco, actualmente es conocido como blazer y debe su nombre al capitán H. Blazer. Los botones solían incluir algún emblema grabado, pero también podían ser lisos; mientras era azul marino oscuro, con dos aberturas laterales y dos bolsillos, más un bolsillo superior. De solapas anchas; se solía llevar abotonado. A la reina Victoria le gustó tanto esta chaqueta que se adoptó como uniforme para la marina inglesa y, con los años, se convirtió en la vestimenta clásica y elegante como lo es el traje.

Para que realmente sea sinónimo de elegancia, es crucial que esté confeccionado con tela de gran calidad. Lo mejor es la lana para el invierno, y el algodón o lino para el verano; pero existe todo tipo de mezclas y tejidos para que siente bien a quien lo luce.

Aunque hay cientos de variantes y cortes, el traje masculino se puede clasificar en tres grupos.

Traje recto: es el más utilizado en la actualidad, tanto en sacos sport como en de vestir. Existen de dos o tres botones, dos cortes laterales, y los pantalones se llevan con o sin dobladillo. El saco posee solapas largas y una abertura central del pico, la cual deja ver más corbata. Traje cruzado: tiene siempre dos cortes laterales y nunca un corte posterior. En Europa se lleva a menudo sin cortes, aunque no es lo correcto. Un saco sin cortes solo sienta bien si se está de pie.

Traje de tres piezas: saco, chaleco y pantalones. Esta prenda ya no forma parte del traje a medida tradicional, a menos que en el entorno no esté mal visto sacarse el saco, y circular en chaleco y mangas de camisa.

Comprar un traje. A la hora de adquirir este atuendo, se deben considerar detalles importantes, como el forro, las solapas, mangas y otros. Un traje de calidad cuenta con un forro elegante, principalmente de seda, y con un zurcido esmerado de puntadas muy precisas y juntas.

A pesar de que es un toque que se ha ido perdiendo, las solapas deben contar con un ojal, para portar condecoraciones en miniaturas. Los trajes más elegantes suelen contar con botones en la manga, que son perfectamente desabrochables, y nunca se debe ver el forro por la manga.

Elegir el color adecuado también es decisivo. Si la circunstancia amerita vestir de manera formal, el traje debe ser oscuro (negro o azul noche), pues son considerados más adecuados por ser discretos, serios y elegantes. Estos deben complementarse siempre con camisas blancas. Por el contrario, en un vestuario más casual los tonos pueden ser más claros, vivos y sus combinaciones más atrevidas. Todos estos detalles son importantes.

¡Hasta la próxima entrega!

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