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Tuvieron dos hijos: John y Jean. En 1945 se casó por segunda vez con Gottfried Lessing, de quien se separó en 1949 y con quien tuvo a su último hijo, Peter, quien la acompañó desde Sudáfrica para trasladarse al Reino Unido. Pese a la separación, conservó el apellido Lessing. Fue una escritora comprometida con causas marxistas y feministas. Militó en el Partido Comunista Británico. En 1999, rechazó el título de “Dama del Imperio británico”, concedido por la reina Isabel II, ya que, en palabras de la escritora: “No hay ningún imperio”. Escribió bajo el seudónimo de Jane Somers para demostrar lo difícil que es abrirse camino en el ámbito editorial para los escritores noveles. Antes de morir emitió una reflexión: “Somos libres. Y podemos decir lo que pensamos. Tenemos suerte. Somos privilegiados, entonces, ¿por qué no hacerlo?”. Esta frase resume el activismo y el espíritu libre que la caracterizaron en vida.
En paz
En un comunicado, su editora Haper Collins informó que “ella murió en la paz de su casa de Londres”. Falleció a la edad de 94 años, en la ciudad que la hospedó luego de tantos vaivenes y sinsabores. En su postrer día, partió realizando aquella labor que tanto la apasionaba; escribir. Consagró su éxito literario con varios premios. Los más importantes fueron el Premio Príncipe de Asturias, en el 2001 y el máximo galardón de las letras, en el 2007, cuando obtuvo el Premio Nobel de Literatura por su “capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria”, según el informe del jurado. Autora de más de 50 obras, incursionó en géneros como novela, teatro, poesía, ensayo, biografía y otros. Lessing fue evolucionando en cuanto a temática. Sus primeros escritos —de exacerbada crítica social— catalogados como marxistas son Canta la hierba (1950) o Hijos de la violencia (1952-1969), que observan el derrumbe del colonialismo y su repercusión sobre las relaciones entre negros y blancos.
Su libro más logrado El cuaderno dorado (1962) es considerado “la biblia feminista” de aquella época; los sesenta y los setenta. Es autobiográfico, y profundiza analíticamente los plexos del feminismo; su identidad y crisis emocionales. La trama gira en torno a la necesidad de tomar interés activo en temas políticos, la psicología de la mujer en su plenitud y el conflicto generacional. Pero, sobre todo, indagó desde el panóptico psicológico, internándose en la psique de sus personajes. Hizo lo propio también en la ciencia ficción en Canopus en Argos (1979 -1983). También indagó sobre ejes experimentales como viajes atemporales, portales de luz, y sobre la insania. En Instrucciones para un descenso al infierno (1971) trata sobre el delirio de un catedrático de literatura, Charles Walkins, ingresado al área de psiquiatría, quien emprende un viaje astral y se topa con seres monstruosos y enfrenta su propio pasado. En Memorias de una sobreviviente (1975), se adentra en el terreno de la ficción del interior humano, exploró así también los desequilibrios mentales del individuo y los desajustes dentro de la sociedad. Nos queda la herencia literaria de Doris Lessing, quien forjó a través de su pluma las vivencias de su niñez en África, como así también una postura social, cultural y política; feminista, pacifista, anticolonialista, y una marcada denuncia ante las injusticias.
Texto viviana.insaurralde@abc.com.py