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Cristina Federica de Borbón y Grecia, de 48 años, es la segunda hija mujer de los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, y pasa a la historia de su país por ser la primera miembro de la Casa Real que deberá ir el 8 de marzo a los juzgados para ofrecer su declaración como imputada en un caso de presunta corrupción en el Instituto Nóos, presidido por su marido, Iñaki Urdangarin. El mismo juez José Castro ya la había imputado, citándola en abril de 2013, pero no acudió tras un recurso presentado por la Fiscalía Anticorrupción. La Casa Real emitió un escueto comunicado: “Máximo respeto por las decisiones judiciales”.
En diciembre de 2011, el yerno del rey fue acusado de malversación de fondos públicos y ahora la investigación alcanzó a la hija del monarca.
La pesquisa del caso que involucra a Urdangarin deja ver que tanto la infanta como los reyes estaban al tanto de los negocios generados en Nóos.
Tomando como fuente a la BBC, el Instituto Nóos es una entidad declarada sin fines de lucro, fundada en 1999 en Barcelona y presidida por Iñaki Urdangarin. Tenía como misión desarrollar investigaciones de interés general y promover la responsabilidad social. Según el juez Castro, siempre citado por BBC, la institución atraía gran cantidad de fondos públicos y privados por la posición que ostentaba su presidente. Cantidades desproporcionadas de dinero habrían ido a parar a una red de empresas privadas que dependían del instituto Nóos. Considera que la entidad tenía un desmedido ánimo de lucro, y era una estructura que servía al matrimonio para defraudar a Hacienda y realizar facturas ficticias. Los duques de Palma, como también se los conoce, incurrieron en gastos personales y compraron inmuebles a nombre de su empresa, dijo el juez en una publicación de la agencia de noticias EFE.
Del deporte al matrimonio
La infanta Cristina y el exjugador de hándbol Iñaki Urdangarin anunciaron su compromiso el 3 de mayo de 1997 en los jardines del Palacio de la Zarzuela. La boda se celebró en la catedral de Barcelona el 4 de octubre del mismo año. La elección de la capital de la comunidad de Cataluña no fue fortuita; los novios fortalecieron su romance secreto en la emblemática ciudad.
Él la atrajo, ella preguntó sobre “ese rubio” y quiso su número de teléfono. Eran momentos de los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Ella tenía 31 y él, 28 años. La selección española de hándbol ganó medallas y la infanta estaba en las gradas alentando al equipo. Festejaron el triunfo en Atlanta con un encuentro de amigos y allí fueron presentados. Los lazos de la pareja se consolidaron en Barcelona, donde el jugador, con otros socios deportistas, era propietario de un pequeño restaurante, en el que siguió la fiesta y, por supuesto, Cristina estuvo invitada.
El noviazgo estuvo en secreto, resguardado por un selecto grupo de amigos, pues temían que no les permitieran contraer nupcias.
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