Conexión orgánica

Inquieto desde muy joven, estudió Arquitectura en la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en la que se destacó por su férrea oposición al sistema educativo vigente de aquel entonces, a través de tomas y huelgas de hambre.

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Comprometido con la música desde los años 90, tras ser uno de los fundadores de la reconocida banda nacional Deliverans, Carlos Ernesto Díaz Meyer (47) emprendió viaje a Europa y, finalmente, se instaló en los Estados Unidos. 

Tras varios años en Georgetown (Washington D. C.), en el que formó parte del estudio de Shalom Baranes y trabajar en cuantiosos megaproyectos, la crisis económica lo trasladó a Nueva York, donde se involucró en un negocio gastronómico, en el que la casualidad lo llevó a servir a reconocidas figuras, como Nicole Kidman, Uma Thurman, entre otras celebridades.

Su retorno al Paraguay se dio, finalmente, en el 2010, cuando surgió la posibilidad de abrir un hostal ecológico en la ciudad de Areguá. Aunque el proyecto no se concretó, esa experiencia lo acercó a la permacultura, así como a una alimentación sana y el estilo de vida vegano. 

Propietario de Alma Zen desde hace tres años, tiene como tarea no solo impulsar el buen comer, sino también difundir la alimentación sana a través de talleres y una escuela de cocina.

¿Cómo nació en vos el interés de fomentar la buena alimentación?

Varias son las razones por las que cambié mi estilo de comer. Cuando regresé de Nueva York a finales del 2010, luego de estar convencido de que no regresaría más al Paraguay, me encuentro aquí con un proyecto que me llamó la atención. En ese momento, me desempeñaba como arquitecto en una empresa muy grande, pero me encontraba en una crisis con mi profesión por las exigencias laborales y el escaso tiempo. Como yo soy fanático de las crisis, pues a partir de una siempre ocurren grandes transformaciones, aquel año decidí volver por tres meses al Paraguay. Apenas llegué, me invitaron a Areguá, donde me enamoré de una casa en la que dicen que vivió Madame Lynch. Así nació el proyecto de un hostal ecológico, para lo cual realicé un curso de permacultura en Tacuara Renda, ubicado en la ciudad de Sapucái. En el lugar, la dieta era vegetariana y, al poco tiempo, ya empecé a sentir los cambios. No abracé la alimentación sana automáticamente, sino fue parte de un proceso. Finalmente, el proyecto en Areguá no avanzó, pero sí otros relacionados con la gastronomía, entre ellos, Alma Zen.

¿Por qué Alma Zen?

Parte de la evolución es aprender a soltar, animarse a entrar a nuevos territorios y encontrar una nueva identidad. El nombre de Alma Zen no es casual, pues todo lo que representa el zen en el budismo es lo que tratamos de transmitir. Me considero una persona que, poco a poco, se está conectando con algo, que trabaja con mucha pasión en todos los proyectos. Arquitecto de profesión, sin ejercer en este momento y sin sentirme mal por ello. 

Hacerme cargo de algo gastronómico realmente me llena, ya que existe un contacto muy profundo, espiritual con la tierra y el alimento; algo así como una comunión. Se puede afirmar que se trata de una cuestión sagrada cuando el alimento viene de la tierra y se respeta el proceso de la naturaleza.

¿En qué grado creés que influye la alimentación en nosotros?

Todos los problemas que hoy existen –quiérase o no– están relacionados con el alimento. La deforestación es consecuencia directa de lo que consumimos y no es con la intención juzgar, pero existe un desequilibrio que arrastramos desde el momento en que nacemos gracias a las imposiciones culturales.

¿Considerás posible cambiar los hábitos al conocer el cuerpo?

Toda la historia de la humanidad se basó siempre en el espíritu, en el alma, pero no conocemos el cuerpo, su funcionamiento, cómo nos enfermamos o sanamos. Es en este sentido que debemos tener claro que la alimentación es la medicina que brinda la vida, pues la medicina moderna, toda esa industria farmacéutica que conocemos es reciente. El alimento fue la medicina natural a lo largo de la humanidad.

¿Creés entonces que de nada sirve la medicina moderna?

Vengo de una familia de médicos, pero hace seis años no consulto con uno; descreo totalmente en la medicina. Lo veo más como un negocio y no como algo que apunte a la sanación de las personas. Apenas son un parche, no van a la causa real de la dolencia y no predican la verdad.

¿En qué mienten?

Por ejemplo, cuando te dicen que la leche es sana, es una total mentira. La caseína es el cancerígeno más potente en la historia de la humanidad. Hoy en día, mucha gente ya se está despertando gracias a las investigaciones, materiales recientes publicados y cada vez es más normal que a la población le caiga mal consumir leche. No estoy en contra de la leche, sino en contra de la de otra especie. No existe un animal que en su fase adulta consuma leche de otro animal; todos los mamíferos consumen la materna al nacer, leche que le provee la naturaleza; la materna es medicina.

¿Surge entonces la problemática ambiental a partir de la alimentación?

Sí, la crisis ecológica que existe hoy en día es a causa de una profunda desconexión con la tierra, por la cultura ya establecida en nuestras mentes. Es muy triste y trágico lo que está sucediendo con nuestros bosques y naturaleza. Todos esos problemas ambientales son a causa del consumo del hombre. La población humana cada vez crece más y ni qué decir la vacuna. Solo en el Paraguay por cada habitante existen dos vacas e incluso así hay gente que no tiene qué comer. La tierra, todo lo que provee la naturaleza es abundancia, pero el sistema está mal, nos vemos afectados por el excesivo consumismo. El 90 % de lo que compramos y consumimos, o tiene pesticidas o conservantes y colorantes artificiales; todo contiene químicos. El cuerpo humano no está diseñado para asimilar toda esa basura por mucho tiempo. No me gusta hablar sobre el tema, porque es ponerse una camiseta que no todos comparten, pero la única manera de revertir el cambio climático y lo que implica eso es cambiando los hábitos de alimentación.

Además de un espacio gastronómico, Alma Zen ofrece talleres...

Sí, durante los tres años que llevamos abiertos estamos constantemente habilitando talleres que motiven el buen comer. Poco a poco, la gente se da cuenta de que no pasa hambre comiendo bien y sano, eligiendo sus alimentos.

¿Algún proyecto próximo?

Sí, también estamos trabajando para abrir una escuela de cocina, porque el gran problema de la gastronomía es la falta de personal que conozca de este estilo de comida. Hoy en día, en el Paraguay no hay escuelas relacionadas con este estilo; esa es la razón que nos motiva a abrir un espacio exclusivo que se dedique a la formación.

Aunque todavía un poco desconocido en el Paraguay, es innegable el auge de la alimentación orgánica en el mundo, donde cada vez más personas abrazan este estilo a favor del medioambiente.

Carlos Díaz Meyer

Arquitecto por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), es propietario de Alma Zen, un espacio gastronómico dedicado a fomentar la comida sana a través de alimentos orgánicos.

Alimentación orgánica

A nivel mundial, la industria de alimentos orgánicos es un negocio en auge, ya que tanto frutas y granos etiquetados como orgánicos se cultivan sin el uso de antibióticos, hormonas sintéticas, pesticidas o fertilizantes artificiales existentes hoy en día, con lo que se logra una agricultura y ganadería sana. 

Aunque catalogada como más costosa, la alimentación orgánica es menos contaminante, pero, por sobre todo, más saludable. Entre los tres beneficios más difundidos sobre este tipo de alimentación se destacan justamente la casi nula utilización de plaguicidas en plantas, la carne sin antibióticos ni hormonas sintéticas, así como un mayor porcentaje de antioxidantes.

nadia.cano@abc.com.py

Fotos: Claudio Ocampo

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