Cimientos para la diversidad

La mañana transcurre apacible y rumorosa en Areguá. A la cima de un árbol, desde la ventanilla de su nido, un hornero contempla a unos niños que cantan y ejecutan la guitarra. La serenata se complementa con el aroma de las comidas típicas y la avasallante juventud de otras voces provenientes de varias diligencias.

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Esta sinergia cultural entre los miembros de una comunidad emblemática que se dedica a potenciar las cualidades de su entorno, retribuyendo constantemente, es la piedra basal sobre la que descansa el proyecto denominado El Cántaro Almacén de Arte. La directora es Joe Giménez (32), quien lleva adelante la iniciativa con el deseo de dar vida a un ámbito multidisciplinario distinto. Se licenció en Mediación Cultural, en el Conservatoire National des Arts et Métiers (Conservatorio Nacional de Artes y Oficios), en París, tras la presentación de su tesis titulada: Cómo crear una bioescuela popular enfocada en la accesibilidad y gestión de espacios culturales. Por cierto, estos espacios fueron escasos durante su adolescencia. Estrechando vínculos con los pobladores de la ciudad, materializó esta idea y superó ampliamente las expectativas.

¿Cuándo y cómo surgió este espacio, y con qué metas?

El Cántaro Almacén de Arte surgió en el 2004 como un emprendimiento comercial. En el 2008 se estableció un nuevo proyecto denominado El Cántaro BioEscuela Popular, que hoy recibe a más de 600 niños y jóvenes de Areguá y alrededores, ofreciéndoles el derecho de acceder a prácticas culturales gratuitas. En el almacén trabajamos con 50 familias de artesanos, rescatando y revalorando sus obras, además de generar conciencia sobre la belleza artística. Vemos a los talleres dictados en la bioescuela como un medio de unión entre la cultura y el territorio, a través de los cuales creamos comunidad. Hay un desconocimiento y, por ende, falta de valoración de nuestro patrimonio por parte de la sociedad, degradando y erosionando el paisaje cultural que, a la larga, afecta la identidad e historia de nuestros pueblos.

¿En qué consiste la bioconstrucción y cómo se aplicó al planteo?

El codirector Gustavo Díaz inició el proyecto de Bioconstrucción comunitaria de la bioescuela popular en el 2012, cuando —tras quedarnos sin local— decidimos comprar un terreno y edificar junto con todos los alumnos nuestro propio lugar. El procedimiento consistió en la utilización de materiales naturales y locales para la construcción. Nosotros usamos, en mayor medida, el barro, la tierra colorada, la tacuara y algunos otros componentes, como el vidrio, etcétera.

En relación con el trabajo comunitario, ¿cuáles fueron los primordiales retos que encararon y cuál es hoy su visión sobre el esfuerzo empeñado?

Uno de los principales desafíos de todo proyecto es el sustento, en términos de recursos financieros y relaciones humanas. Con esto trascendimos las fronteras y, por ende, hicimos algo innovador. Por un lado, es inclusivo, al envolver a gente de todas las edades y dar igualdad de oportunidades a todos sin distinción de procedencias o estatus. Eso incomoda un poco a algunos, pero estamos convencidos de que sin integración dentro de la sociedad, si no aprendemos a tener una mirada más comunitaria, y menos individualista y competitiva, no podremos afrontar los múltiples desafíos de nuestras comunidades. Por otro lado, es un espacio cultural y artístico que une a las personas, ayudándolas en su desarrollo personal y colectivo.

¿Cuáles son las principales acciones que organizan y quiénes pueden participar?

Ofrecemos talleres creativos populares, divididos en tres ejes: de rescate, tanto de arte popular e indígena como técnicas y juegos que se van perdiendo; de oficios, que facilitan a los jóvenes herramientas para generar un primer empleo, y de concienciación, que abordan temáticas sociales y ambientales a través del arte y dinámicas grupales. Todo está distribuido en nuestro calendario anual de actividades, que incluye charlas populares, cine y paseos culturales dirigidos a toda la comunidad, que puede participar libremente. Nuestra agenda está disponible en el perfil de Facebook: El Cántaro BioEscuela Popular y pueden solicitar informaciones al correo electrónico: bioescuela@el-cantaro.com

¿Cómo solventan la manutención y el funcionamiento?

Hay un conjunto de empresas y organizaciones que optan por apoyar iniciativas culturales comunitarias, que nos han acompañado desde el inicio, pero nuestro Almacén de Arte es el soporte central. Este año nos apoya la Fundación Itaú y, por primera vez, tenemos cubiertos todos los gastos de los talleres y del funcionamiento de la bioescuela. Al mismo tiempo, la empresa social Kóga nos asesora en la obtención de una certificación en el sector. Si bien es un campo con dificultades económicas, y barreras sociales y culturales, logramos sostenernos y crecer a lo largo de estos ocho años. No hubiese sido posible si la misma comunidad no se apropiaba del proyecto, pues uno de nuestros pilares es la reciprocidad. La gente tiene a su disposición un espacio de encuentro e intercambio sin costo, pero cada uno siente el compromiso de colaborar y así hemos concebido la sinergia comunitaria que mantiene esta escuela. Apuntamos a un modelo de educación popular autosustentable. Nuestro objetivo a mediano plazo, con el acompañamiento de Kóga, es adquirir rentabilidad mediante las ventas del almacén y ofrecer una experiencia denominada Kambuchi —talleres de fortalecimiento de grupos para empresas y colegios—, que nos permitirán generar ingresos propios. Tenemos el sitio equipado para alquilarlo para seminarios, conferencias, exposiciones y cursos en general y, finalmente, estamos terminando la construcción de una boutique, en la que venderemos artículos producidos en los talleres de oficios, para que estos se perpetúen y autofinancien.

¿Qué sentís al escuchar los rasguidos de las guitarras, las mañanas de sábado, cuando los niños están practicando?

Son unas vibraciones que acarician el corazón. Cuando los jóvenes optan por el arte y la música, dejando de lado las múltiples distracciones y vicios, para superarse a sí mismos y compartir su talento, pienso que lo estamos haciendo bien. Yo no tuve esa oportunidad creciendo en Capiatá, cuando niña o adolecente; esa fue una de mis principales motivaciones. Acceder a más espacios como este debería ser una misión en constante evolución por parte del Estado. De cierta forma, los niños me devuelven eso que no tuve antes.

¿Qué falta visibilizar desde este espacio?

Es necesario unir la cultura y el arte con la realidad social de cada comunidad, responder a lo que la gente quiere sin imponer y sin estar divorciado de las múltiples situaciones. Creemos que no están establecidas aún las políticas públicas que acompañen emprendimientos culturales que apunten a lo comunitario. Tampoco el Ministerio de Educación tiene planteada la creación de más escuelas populares en nuestro territorio.

Así como el hornero toma lo que tiene a su alcance para construir un hogar, Joe y la comunidad aregüeña tomaron lo mejor de este singular territorio, lleno de mística, cultura y belleza, para fortalecer esas y otras cualidades, desafiando a la desidia y demostrando la fuerza conjunta en favor de una merecida causa.

Joe Giménez

Encabezando uno de los proyectos de bioconstrucción más exitosos de los últimos años, esta joven afianza su compromiso con la ciudad de Areguá, avizorando el potencial de la comunidad frente a los problemas ambientales.

Recuerdos de un lago…

El lago Ypacaraí es el más cercano a la metrópolis de Asunción y, por ende, el recurso hídrico más afectado por una contaminación que data de décadas de desidia e inconsciencia colectiva. Aunque los científicos predijeron los efectos que hoy padece, aún no se abordan las causas reales de su degradación. Por su belleza turística, es la fuente principal de la economía de las ciudades circundantes al lago; además, es el sustento de recursos naturales para pescadores, artesanos y canoeros. Se trata de un símbolo emblemático de nuestras artes, la música e inspiración, pero su innegable abyección causa un vacío que, de momento, ningún político o técnica depurativa revierte.

carlos.canete@abc.com.py

Fotos Gustavo Báez

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