Amor y pasión

Unos 40 ºC a la sombra me encuentran hoy ante la decisión de comprar los regalos para mis niños, qué placer pensar en ellos y ver sus caritas de alegría en Noche Buena cuando abran los paquetes.

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A mi mamá ese pesebre artesanal que le encanta y para mí un vestido. Voy directo al probador, directo al talle 38, el que tenía, pero no hay caso, qué es eso que sale a los costados y esa bolsa que explota en mi sexy espalda. Apesadumbrada cambio de perchero: L y XL, horror. No entiendo, ¿y todo el endulzante de stevia que tomé?, las renuncias diarias de ricuras. Que alguien llame a los bomberos, a la Fundación “Todos contra los kilos”. Si eso fue un poco bochornoso, lo que sentí en el probador de trajes de baño fue una especie de “número equivocado”. Y de pronto como si los ángeles dirigieran mi mirada la vi en el maniquí y era el único trikini. ¡Milagro! Aquí voy y que nadie se ponga en mi camino, encontré la malla perfecta, discúlpeme pero esa es la que me llevo. Que canten las voces del coro.

Tengo que enamorarlo, ¿a quién? pues a quién va a ser, a mi marido, que siempre está demasiado ocupado para darse cuenta de que me muero por él. Debo decir que no tiene nada que ver con 50 sombras de Grey, sino con el descubrimiento del hombre que duerme a mi lado con ronquido asumido. Hoy lo vi joven, hermoso, dispuesto a conquistar el mundo, sin preocuparse en absoluto por el siguiente día y mucho menos por el presente. Es una cuestión de actitud.

Durante las horas de trabajo decido entre el cuero ecológico y los bordados de ñandutí, los que voy a colocar en los objetos decorativos que diseño. Se verán hermosos en los termos que acompañarán a mucha gente que disfruta su tereré mientras responde un e-mail o va de vacaciones.

El tráfico encendido a la vuelta hace que me demore en llegar a la reunión de padres de los chicos que van a recibir la comunión. Son las siete de la tarde y el profesor guía nos da una pequeña clase sobre el “Año de la Fe” que celebra la Iglesia cristiana católica. Y esa palabra me motoriza, es un sentimiento que empuja hacia adelante, por más que todo conspire en contra. Es como pedalear cuesta arriba, es difícil pero tenés que ponerle ganas. Esta noche, después de que los chicos se vayan a dormir, voy a mostrarle a mi esposo este traje de baño nuevo como si fuera una modelo de “Victoria’s Secret”. Dicen que los matrimonios están en extinción. Que muchas parejas ya no se casan para no divorciarse al poco tiempo, que ya nadie siente pasión, pero yo creo en el amor, en los besos y los abrazos, en una vida juntos que nos libre de la rutina. Y juro ante ustedes que hoy lo voy a atrapar.

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