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Isaías Raúl Torres (28) y Gissella Milea Otto (27) escucharon imperturbables desde el banquillo, cuando la jueza Mesalina Fernández, les hacía saber que eran condenados por el brutal asesinato de Agustín Emmanuel Bogado, a 30 años de cárcel, más 10 años como medida de seguridad.
Poco antes de ser sacados de la sala, el que se quebró fue Isaías Torres, quien se abrazó con un familiar y lloró hasta que un guardia los separó y tras esposar al condenado lo sacó del sitio. Por su parte, Gissella solo se paró, extendió sus brazos para que le pusieran las esposas y se retiró.
El 8 de febrero de 2014, la pareja había llegado hasta la casa de Bogado en el barrio Herrera de Asunción, supuestamente para un encuentro sexual, pero el hecho terminó en un baño de sangre. Ambos fueron condenados a la máxima pena por un tribunal integrado por las juezas Mesalina Fernández, Gloria Hermosa y Alba González, por decisión unánime.
El crimen que fue planeado y ejecutado, para que fuera perfecto, tal como se desprende de los mensajes de texto que se enviaron los homicidas, terminó con la captura primeramente de Isaías Torres el 23 de marzo de 2014. De su poder se incautó el teléfono celular que le robaron a Bogado. Según se supo, Torres compró un chip nuevo y siguió utilizando el celular, que fue rastreado por la Policía y que derivó en su captura. En agosto de ese mismo año también fue detenida Gissella Milea.
Como era de esperarse ambos negaron la autoría del crimen. Gissella incluso dijo que fue obligada por Torres a ir a la casa de Bogado y que este último trató de abusar de ella, por lo que huyó y que no supo que ocurrió luego.
Pero los peritos lograron extraer casi cinco mil mensajes que se envió la pareja después del crimen y donde se mostraban satisfechos por haber llevado a cabo el homicidio e incluso hablaban de cometer otros hechos similares y más sangrientos. Gissella, por ejemplo, quería utilizar ácido para desfigurar a su próxima víctima. Si bien ambos confirmaron que el móvil del crimen de Bogado fue el simple placer de ver morir a una persona, dijeron que no iba a estar mal buscar una víctima a quien, aparte de matar, también le pudieran sacar un poco de dinero para sus gastos, entre ellos una mudanza que estaba pendiente.
En los mensajes, Isaías y Gissella, incluso recordaron que se conocieron casi al azar en la calle y que nunca pensaron que juntos iban a poder llevar a cabo un crimen por placer.
La jueza Fernández dijo que ya juzgaron muchos homicidios horrendos, pero que este en especial tenía el agregado de que fue cometido por el simple placer de dos personas y con total alevosía.
Tenían la sola intención de ver morir a una persona. En este caso le aplicaron un fuerte golpe en la cabeza y luego múltiples heridas cortopunzantes en diferentes partes del cuerpo.
También la fiscala Carla Rojas se mostró muy impactada por todo lo que se vivió durante el juicio y dijo que cuando se comenzaron a pasar los mensajes que se intercambiaron Isaías y Gissella, se vivieron momentos de gran tensión a causa de los alarmantes términos que usaban los dos jóvenes al referirse la víctima, debido a sus planes de buscar a otras personas para matarlas y sobre todo por el “modus operandi” que utilizarían en esos casos para obtener mayor placer, indicó la investigadora.
Dolor de madre
Emma Quintana, madre de Agustín Bogado, asistió todos los días que duró el juicio y aguantó la lectura de los mensajes donde se detallaba como mataron a su hijo. Al final se quebró en un incontenible llanto y dijo estar satisfecha porque se hizo justicia.
Trabajo bien hecho
La fiscala Carla Rojas destacó primero el buen trabajo hecho en conjunto con la Policía, primero para detener a los sospechosos y luego para extraer los mensajes de texto que finalmente fueron la prueba fundamental en el juicio.
victor.franco@abc.com.py