Lago Ypacaraí, una propuesta de solución

Aún con las multimillonarias sumas de dinero que Itaipú transfiere a las municipalidades y gobernaciones en concepto de royalties para realizar obras que, por cierto, nunca se hicieron y hubieran contribuido a la preservación del lago Ypacaraí –como el alcantarillado sanitario y el tratamiento de agua y basura–, a lo que se suman la cantidad de leyes y ordenanzas que precautelan el medio ambiente, aquel hermoso espejo de agua que identifica a nuestro país, sin embargo, ahora agoniza en la inmundicia de la contaminación. Estamos en presencia de una catástrofe ambiental de escala mundial, con probables sanciones al Paraguay por ser signatario de tratados internacionales sobre la materia.

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Esperemos que el peso de la ley caiga sobre los responsables, cómplices y encubridores.

Sin embargo, este artículo tiene otro objetivo, propongo una solución de fondo. Estoy convencido de que necesitamos otro enfoque y bien distinto acerca de cómo preservar el lago y otros recursos naturales.

Está visto que frente a nuestras narices ha fracasado el actual sistema. Hemos llegado a esta situación debido a la corrupción y a la falta de control y de sanciones, lo que es cierto; no obstante, también creo que esas “fallas humanas” y delitos continuarán persistiendo a gran escala hasta tanto encontremos un método más eficiente que permita proteger mejor a la naturaleza.

¿Por qué realmente se llegó a esta situación extrema en el lago?

Además de las citadas causas, existe otra que también explica lo que está ocurriendo. Sobre el lago Ypacaraí no existen derechos de propiedad privada, apenas asignaciones estatales que convierten el recurso del agua en una propiedad común, un derecho “difuso”.

El lago realmente siendo de muchos termina por no ser de nadie. La contaminación no recae como un costo sobre las autoridades y contaminadores, sino como un beneficio perverso gracias a las coimas y a la malversación del dinero público.

Mi propuesta pretende cambiar los incentivos que hoy reciben los malos y corruptos políticos asociados con los contaminadores.

Se fundamenta en los derechos de propiedad, los que implican que alguien y específicas personas, físicas o jurídicas, son dueñas de algo, siendo responsables de su cuidado y mantenimiento.

En una simple relación costo-beneficio, el propietario de un bien o servicio determinado sabe que resulta más conveniente evitar la destrucción o deterioro de aquello que le permite conseguir beneficios, como estaría sucediendo si sobre el lago Ypacaraí se asignan derechos de propiedad bien definidos, lo que supondrá importantes ingresos a sus administradores por las inversiones en hotelería, pesca y recreación para los visitantes nacionales y extranjeros.

En el presente sobre el agua del lago Ypacaraí no hay estímulo alguno para cuidarlo. A los gobernadores, intendentes, concejales, jueces, fiscales y cuantos directores de entes estatales involucrados directa o indirectamente en la preservación del ambiente no les interesa cuidar y elevar la calidad del ecosistema del lago y de su entorno, invirtiendo en sus arroyos, bosques y haciendo mejoras en sus playas y parques.

Todos ellos más bien se fueron beneficiando de alguna u otra manera con la destrucción del lago y de todo lo que le rodea, como efectivamente ha sucedido en todos estos años.

Como estamos viendo, casi todos ellos tienen otros tipos de “beneficios”, pecuniarios por cierto, para habilitar y dejar de denunciar y procesar a cualquiera que arroja desperdicios.

Muy diferente sería si el lago tuviera asignado derechos de propiedad privada, divididos entre diversos propietarios o empresas que deseen realmente cuidar y preservar la naturaleza.

¿Tendría que la gente pagar por ingresar al lago? No necesariamente, puesto que los administradores privados pueden recibir a cambio compensaciones impositivas.

Existen otras figuras que podrían plantearse. Aquí lo sustancial está en que los beneficios que suponen la recreación, la pesca, la hotelería, el turismo etc., son los mejores incentivos para que los propietarios no permitan lo que sí ya ha ocurrido con el actual sistema, la contaminación del lago y la destrucción del ecosistema.

(*) Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

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