James Buchanan, el pensador liberal del Public Choice

Apenas transcurridos los primeros días de este año, nos hemos enterado de una noticia triste: el fallecimiento a los noventa y tres años de edad de James Buchanan, un pensador liberal coherente y riguroso.

Cargando...

 Galardonado con el Nobel de Economía en 1986, lo que fue absolutamente merecido debido a sus originales aportes en el estudio del gobierno, la política y la economía, Buchanan representa para mí uno de esos casos con los que a veces deseamos no tener que enfrentar. Digo esto porque desde hace unos años que lo comparo con otro de mis ídolos intelectuales, el gran Friedrich von Hayek, también galardonado con el Nobel.

Hayek es un icono del pensamiento universal que no se limita al derecho, puesto que también fue abogado, sino a la vez por sus notables aportes en el conocimiento de la filosofía y la economía. Ocurre que Buchanan, igual que Hayek, también profundizó en aquellos campos del saber en temas muy actuales.

Esta ciclópea tarea le fue permitiendo a Buchanan acercarse y hasta me atrevería a decir que sobrepasa al mismo Hayek, aunque esto último es una apreciación personal, resultado de mi fortuna de haber leído gran parte de las obras de estos dos gigantes de la academia mundial.

James Buchanan representó en estos últimos años la reconquista del pensamiento liberal, olvidado y hasta desconocido en algunos centros de estudio y universidades del mundo.

Él nos ha legado toda una Escuela del gobierno y la economía, el Public Choice (Elección Pública). Desde que Locke, Smith, Tocqueville, Stuart Mill y otros escudriñaban sobre el comportamiento de los individuos en la sociedad política, la labor de Buchanan no se circunscribe a la intuición sino a la constante aplicación del método científico elaborado magistralmente por la Escuela Austríaca de Menger y Mises.

Estudiar el origen del Estado, su naturaleza y su funcionamiento es imprescindible para luego ir buscando los mecanismos que permitan limitar el poder político.

De hecho, si consideramos lo ocurrido en Inglaterra con la Gloriosa Revolución (1688) y lo que sucedió en 1776 (Declaración de la Independencia) y 1787 (Documento de la Constitución) en EE.UU. solo estos momentos históricos prueban que el pensamiento liberal estuvo siempre presente en esos pasos que nunca se habían dado en la civilización, resultado del sistemático intento por limitar el poder público. Aquellos filósofos no se equivocaron; el poder, siempre y en todo momento y lugar, es una amenaza a las libertades individuales.

Buchanan sigue aquella tradición liberal, coherente y riguroso. Desde un comienzo es un enemigo declarado de la suposición de que el bien común es obra de los políticos que ostentan el poder, puesto que esa idea de que la mayoría puede hacer lo que quiere por tener más cantidad de adherentes o de votos es el origen mismo de la depredación y de las guerras.

Si antes eran las conquistas de los más fuertes sobre los débiles para imponer lo que aquellos deciden, hoy podemos ver que la depredación se da en el campo de la tributación y el presupuesto.

Leviatán contra Rule of Law

Buchanan se enfrenta decididamente contra el Leviatán de Hobbes que vuelve a resucitar para asfixiarnos.

Buchanan en todo momento apela a su arma preferida: el Rule of Law, noción liberal del estado de derecho o imperio de la ley, pero no cualquier ley.

Hasta hoy día el Rule of Law es elogiado en el mundo, despreciado por unos y muy ignorado por otros, como obviamente ocurre en los países como el nuestro.

Siendo cada vez más difícil evitar el poderoso avance de los gobiernos sobre el individuo, le preocupa sobremanera a Buchanan cómo limitar al Estado para que no se convierta en una maquinaria organizada por las “mayorías”, asentadas sobre la burocracia y los grupos de presión.

Esas mayorías que apelando al discurso del bien común o la “justicia social” son verdaderas pandillas explotadoras de las minorías sin representación.

Los políticos y burócratas siempre andan buscando su propio interés, de modo que no son personas investidas de un aura celestial, ni mucho menos hay que pedirles una honradez especial. De hecho, la ciencia política moderna entiende que el mejor modo de estudiar la democracia consiste en desechar el romanticismo que supone a los políticos y gobernantes como referentes “éticos” de la sociedad.

La aspiración de Buchanan, en consecuencia, consiste en propiciar un diseño constitucional que permita minimizar los costos de la convivencia social.

Él está convencido de las virtudes del pensamiento liberal impregnado del Rule of Law y del constitucionalismo norteamericano de los “Padres Fundadores” que diseñaron un sistema para proteger al individuo y la sociedad de la depredación del Leviatán.

Sin embargo, para Buchanan eso no es suficiente. Él nos propone una verdadera revolución constitucional por medio de su conocida Escuela del Public Choice.

La descentralización administrativa, la limitación del déficit o el poder sobre la moneda y el crédito por parte de los Estados son algunos de los muchos temas de su preferencia.

Por sus enormes contribuciones, sea este mi sencillo homenaje de un seguidor de un grande del pensamiento universal: James Buchanan, un pensador liberal coherente y riguroso.

(*) Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...