“Con una construcción de este tipo lo que buscamos es promocionar viviendas seguras y económicas”, explicó Óscar Farías, arquitecto y propulsor de la pintoresca casa e integrante de la Red de Viviendas y Escuelas Saludables.
Con un total de 15 bolsas de cemento, 750 ladrillos cerámicos grandes y 200 chicos fueron suficientes para construir cinco metros de diámetros “cómodos, fuertes y seguros”.
Por su forma geométrica de bóveda, el techo y la pared son uno solo (tipo tatakua), lo que ayuda a la ecología, pues se evita el uso de madera. La propietaria del particular inmueble, Juana Cañete, afirmó que en principio se estaría cumpliendo el objetivo de construir una casa accesible y con buenas condiciones de confort. La dueña dijo que los interesados pueden ir a ver el “tatakua róga”.
De acuerdo a los cálculos, el costo entre los materiales y mano de obra ronda los G. 3.500.000. La forma circular de la vivienda permite una menor incidencia de los vientos, más aún teniendo en cuenta que al estar ubicada a pocos metros del Paraná, los vendavales son frecuentes.
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“Hay un sentido práctico en esta construcción. Los ladrillos según su ubicación trabajan en forma trabada, de tal forma a mantener una resistencia, un trabajo conjunto que le da mucha fuerza y solidez a la vivienda”, detalló el arquitecto. Se usaron básicamente solo tres materiales: ladrillos cerámicos grandes y chicos, arena y cemento.
En la habitación –en la que caben dos camas–, se puede notar cómo la forma en que está construida contribuye a la regulación térmica; fresca en verano y templada en invierno.