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Momentos después la isla Floralinda volvía a oír las alegres voces de sus habitantes, que acababan de recobrar su perdida forma humana.
No tardó en presentarse el Poderoso Llameante reclamando su parte en el convenio. Trazó con su capa roja una señal en el aire y Lily se sintió transportada a una grandiosa ciudad, cuyos edificios parecían de oro, tal era su resplandor.
Lily se negó a admirar esa ciudad. Entonces, el diablo transportó a la princesa a otra ciudad, en la que sus habitantes poseían incalculables riquezas.
La princesa rechazó los tesoros alegando de que aunque toda esa gente es dueña de una riqueza sinfín, no era feliz.
Satanás, sumamente irritado, llevó a Lily para que conociera nuevas ciudades, cada una digna de ser admirada por una distinta cualidad, pero la princesa las rechazaba todas. Hasta que llegaron a la última.
Las calles se encontraban atestadas de paseantes, todos muy sonrientes, dedicando palabras amables a sus amistades, repartiendo mentiras e hipocresías; todo para satisfacer las mismas palabras falsas y empalagosas.
—¡Jamás he visto una ciudad tan llena de envidiosos! —exclamó la princesa.
El Poderoso Llameante no se dio por vencido y la condujo ante un castillo deslumbrante de paredes de mármol y techos de oro. Le rodeaban fascinantes jardines por los que discurrían arroyos de plata, y en un sinfín de divanes acogedores se veían tantas personas descansando plácidamente. Y Lily pensó que se encontraba ante una prole de perezosos, y dijo al diablo:
—¡Cuánto más satisfechas de sí mismas se encontrarían todas estas personas si se dedicaran a trabajar!
Al escuchar sus palabras, el Poderoso Llameante montó en cólera:
—¡Regresa a tu isla y no me llames nunca más!
–exclamó.
Te conozco ya lo bastante para saber que en mis duelos contigo siempre resultaré vencido.
Y, con un rugido tremebundo, el diablo desapareció de su vista y jamás volvió a molestarla.
Lily regresó a su querida isla Floralinda, donde fue recibida en triunfo. Poco después se casaba con el príncipe Roldan, junto con quien gobernó con toda justicia y felicidad el país, bajo el beneplácito de todos sus habitantes.
Sobre el libro
Libro: Mis cuentos de hadas Título: La isla Floralinda Editorial: Cuenticolor