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La presencia en el imaginario paraguayo de la «madame», o «madama», como también le dicen, sigue siendo hoy tan fuerte como lo fue cuando arribó al puerto de Asunción en 1855, con su hijo Juan Francisco (Panchito) en los brazos, fruto de la relación con Francisco Solano López en su viaje diplomático y comercial por Europa desde 1853.
Elisa Lynch nació en Cork, Irlanda, en 1835, y se casó joven con un médico llamado Xavier Quatrefages, mucho mayor que ella, de quien se divorció tiempo después. Luego se trasladó a París y es allí donde conoció a Francisco Solano López.
Regresaron juntos de Europa, pero Elisa se quedó en Buenos Aires a dar a luz a Juan Francisco, el primogénito. Luego vendrían Corina, Enrique, Federico, Carlos, Leopoldo y Miguel Marcial.
Ella fue rechazada en la sociedad paraguaya debido a su estatus de divorciada. Ni siquiera fue bien recibida por sus padres políticos. Sin embargo, Francisco Solano mantuvo su posición y siguieron juntos hasta el final: el 1 de marzo de 1870.
A la muerte de don Carlos, recupera todo el tiempo que pasó a la sombra, casi escondida, y a partir de ese momento se convierte en referencia para la sociedad nacional. Impuso la moda, las maneras elegantes, la forma de comer, vestir y vivir; la música, los paseos a la vera de los arroyos y todas las costumbres afrancesadas de la época.
Su vida y actuación en el Paraguay generaron reacciones diferentes, según sea el historiador que escriba sobre ella y sobre López. Algunos la condenan y otros la absuelven, mientras también se escuchan posiciones intermedias.
De igual manera, la bibliografía sobre Lynch es copiosa desde épocas muy anteriores. Muchos autores reivindicaron en pleno siglo XIX su figura, y otros lo hicieron en esta época de revisiones históricas.
Tal es el caso, por ejemplo, de Héctor Varela, el intelectual uruguayo que editó un libro en 1870 con sus apreciaciones personales sobre la madama y López. También podríamos citar Madame Lynch y Solano López, de María Concepción Leyes de Chávez (1976); Una Amazona, de William Barret (1952); Elisa Alicia Lynch, Cartas y Memorias, de César Avalos (2011); La Gran Infortunada, de Josefina Pla (2007) y Elisa Lynch, de Ana Barreto (2011).
La literatura y las historias son mucho más profusas, pero continuaremos en el próximo número.