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Los niños, por lo general, quieren llevar lo que conocemos como comidas chatarras —que no aportan absolutamente ningún beneficio para la salud— y son muy pocos los que aceptan aquellas que sí son saludables. Para que los pequeños internalicen la importancia de una merienda saludable, debemos trabajar conjuntamente, tanto los padres como la escuela.
En casa, los niños tienen que ver a los adultos comer o beber normalmente jugos, ensaladas, mermeladas u otros alimentos con base a verduras y frutas.
En la escuela, las cantinas deben ofrecer frutas de estación, yogur, jugos de frutas frescas, pan con mermeladas, sándwiches de verduras, entre otros.