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Su objetivo es que los niños aprendan haciendo y hagan pensando. Se trata de una estrategia didáctica en la que se realizan actividades sistematizadas y dirigidas para que los estudiantes de todos los niveles adquieran diferentes técnicas y recursos a través de la acción.
Aunque ya en el movimiento de Escuela Nueva con John Dewey se iniciaron los talleres como actividades esporádicas, fue el pedagogo francés Célestin Freinet con su idea de «aprender haciendo», de convertir la escuela en un taller cooperativo, el que los sistematizó convirtiendo la colaboración de los estudiantes y de las personas adultas en los talleres como algo esencial para una organización cooperativa de las aulas.
¿Para qué pueden servir?
- Aprender o experimentar con una técnica determinada.
- Desarrollar la observación y la capacidad de análisis.
- Fortalecer la memoria, la atención y la constancia.
- Realizar actividades multisensoriales.
- Interrelacionarse con otros niños y niñas.
- Adquirir hábitos de respeto, limpieza y orden.
- Aprovechar y conocer distintos materiales.
- Mejorar la autoestima y la confianza en sí mismas con la realización de «productos».
¿Cómo se pueden hacer?
Se proponen por parte de toda la comunidad educativa y se eligen en la asamblea de clase. Las personas responsables de coordinar el taller establecen el funcionamiento del mismo y sus normas.
La temporalización dependerá del trabajo desarrollado en el taller y de la disponibilidad de las personas adultas que lo coordinen y lleven a cabo.
La evaluación se puede realizar colectivamente sobre el funcionamiento del taller, su proceso, su resultado obtenido y sobre los aprendizajes realizados.
El «producto» obtenido en el taller no tiene por qué ser únicamente material.
Por ejemplo, en un taller de yoga lo que se adquiere es una técnica a través de la práctica constante.
Los talleres son una estrategia ideal para abrir la escuela a la comunidad y favorecer su participación en las actividades del aula.