Protección social: Desigualdades, derechos y vulnerabilidad

Este artículo reseña los resultados de la investigación de Claudina Zavattiero y de mi autoría, publicada en el libro “Fiscalidad para la Equidad Social” editado por el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep) y la ONG “Decidamos”. El trabajo desagrega la población paraguaya en cuatro grupos: pobreza, vulnerabilidad, estrato medio y estrato de altos ingresos, y describe algunos indicadores de la vulnerabilidad que estos presentan.

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De acuerdo con los datos de la Encuesta de Hogares 2016, el 28,9% de la población se encuentra en situación de pobreza; el 44,0% por encima de la línea de pobreza, pero con alta probabilidad de caer en ella; el 25,9% en el estrato “medio”; y, el 1,2% en el estrato de altos ingresos. Este cálculo se basó en tres estudios anteriores: Banco Mundial, Clarissa Hardy y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Como se puede ver, casi el 75% de la población está en situación de pobreza o cerca de la línea de pobreza. Un cuarto de la población podría ubicarse, por su nivel de ingreso, en la “clase media”, aunque este concepto ha ido más allá de lo meramente económico. El tamaño del último segmento coincide con el dato verificado en los documentos de carácter mundial más recientes, de que el 1% de la población concentra la mayor riqueza en términos de ingresos. 

El cuadro que se acompaña a esta publicación da cuenta de la alta vulnerabilidad de toda la población, inclusive de la que pertenece a la clase media. Si bien es cierto que en los últimos años hubo una ampliación de la clase media como resultado del crecimiento económico, la reducción de la pobreza y las mejoras en las condiciones de vida, su situación está lejos todavía de constituir una aspiración lograda y no podría avanzar o mantenerse sin el impulso de políticas públicas.

Excluyendo al 1,2% más rico, el promedio de años estudio de la población es bajo en los otros tres estratos. En el Paraguay la clase media no llega a completar los años requeridos para culminar la educación media y la población adulta en condiciones de pobreza apenas alcanza al segundo ciclo de la educación primaria. El país no logró aún universalizar la cobertura de la educación media de los jóvenes, ni siquiera en los estratos medios de la población. 

Los bajos niveles educativos tienen un impacto directo en las oportunidades económicas y en la calidad del trabajo. Solo una minoría de la fuerza laboral tiene acceso a la seguridad social porque los sistemas de pensiones y de seguro médico priorizan el trabajo formal o en relación de dependencia y la población con niveles educativos más altos tiene mayores oportunidades de conseguir esos empleos.

Solo la mitad de la clase media cuenta con seguro médico, proporción que cae al 5,9% en la población en situación de pobreza y se sitúa en 23,7% en el sector vulnerable.

Una mínima proporción de la población adulta mayor cuenta con una pensión de vejez. La jubilación alcanza solamente al 6,7% del sector vulnerable y al 27,2% de la clase media. La pensión para personas adultas en situación de pobreza presenta una mayor cobertura, pero el beneficio consiste en apenas el 25% del salario mínimo, nivel de ingreso que no garantiza el acceso a una canasta de alimentos acorde con las necesidades nutricionales y el perfil epidemiológico de esa población.

A pesar de que el crecimiento de la clase media en los últimos años es visto como un logro, y de que la denominación “vulnerable” identifica a un estrato específico, la vulnerabilidad es en el Paraguay un fenómeno que afecta, con diferentes niveles de profundidad, a la gran mayoría de la población, sin políticas públicas integrales que ayuden a mitigar o reducir los riesgos.

Este estudio llama la atención sobre la necesidad de que el país adopte una política de protección social universal, que desde un piso mínimo avance progresivamente hacia una protección integral.

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