¿Por qué las corporaciones deben invertir en inteligencia espiritual?

Casi todas las organizaciones están siempre preocupadas por el desarrollo de mayores tasas de rendimiento sin tener en cuenta que los niveles de estrés y desánimo de los trabajadores influyen en la satisfacción de los mismos y, por lo tanto, en su productividad. Este hecho desencadena una serie de conflictos internos que ocasiona un clima laboral tenso y como consecuencia los beneficios se vienen agua abajo.

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Según la definición del estrés (del inglés stress, tensión), es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

Síntoma provocado por alguna situación en problema, los síntomas son algunos notables como el nerviosismo (Temblar) o estar inquieto. Otros no son tan notables como la aceleración del corazón, las pupilas dilatadas, la sudoración, la piel se torna rubosa y se erizan los vellos de la piel (como brazos o piernas).

Estas características ocurren a nivel inconsciente y sus niveles deben ser observados por los profesionales pertinentes.

¿Por qué una empresa debe invertir en la inteligencia espiritual?

Dijo el filósofo francés Teilhard de Chardin en cierta ocasión: “No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana”. Esta cita inspira y supone una gran esperanza y un gran propósito. Genera sentido en un mundo donde el significado es a veces difícil de hallar. El tema de la espiritualidad es a menudo considerado especialmente tabú dentro del mundo corporativo. Se tiene miedo de hablar de ello por su estrecha relación con la religión.

Para romper el tabú y hablar abiertamente acerca de la espiritualidad es importante reconocer que somos seres integrados en cuerpo, mente y alma y que existe una fuerza influyente en su cohesión. Esta fuerza nos ayuda a entender quiénes somos, para qué venimos y el propósito de nuestra existencia.

La misma energía que hace crecer a los árboles, la que hace nacer a las personas, esa energía somos nosotros. Y en el camino de la vida, con los altos y bajos, nos perdemos y creemos que hemos sido desconectados del todo. Lo que produce una sensación de separación que le llamamos vacío, estrés y otras enfermedades.

El pensamiento es la obra más importante del ser humano, porque crea sentimientos, emociones, acciones y resultados. Somos lo que somos hasta hoy gracias a nuestros pensamientos y si queremos tener otros resultados es bueno aprender a liderar nuestros pensamientos.

Los pensamientos crean energías. ¿Cómo nos damos cuenta de ellos? A través de la conciencia plena de nuestros actos y resultados. ¿Y qué es la conciencia? Es el darse cuenta de qué es lo que nos produce malestar y qué es lo que nos hace sentir felices. Dejar de pensar en lo que no queremos y comenzar a pensar en lo que realmente deseamos. Los pensamientos negativos generan bajas energías y los positivos altas energías. Mis pensamientos crean mi mundo, me alejaré de lo que hago sin querer y sembraré la semilla de lo que quiero ser, confiando en mi capacidad, en mis propósitos y superando mis limitaciones.

Las empresas inteligentes saben de todo esto y por ello constantemente están dando talleres y capacitaciones de inteligencia espiritual a sus colaboradores, para entender y comprender quiénes son, para qué están y qué los inspira a realizar el trabajo que están llevando a cabo. Trabajar no por el salario, sino por la misión que fue creada la empresa.

Decía Facundo Cabral, “el que hace lo que le gusta está benditamente condenado al éxito”.

La inteligencia espiritual no es un monopolio de las religiones, es un patrimonio del hombre. La inteligencia espiritual relacional el espíritu y la materia, se ocupa de la trascendencia, de lo sagrado de los comportamientos virtuosos: perdón, gratitud, humildad y compasión, de comprender que somos parte de un todo con el cual necesitamos estar en contacto. Algunos lo hacen orando, otros asumiendo su responsabilidad social, practicando las leyes espirituales del amor, paz, felicidad. Son los que mejoran la calidad de sus vidas. Si el intelecto se olvida de la compañía del espíritu, degrada el medio ambiente, las creencias, la familia; es decir, aquello que más importa. Es importante que la educación enseñe la inteligencia espiritual para dejar de crear seres autómatas altamente capacitados y que formen profesionales con humanidad y espíritu de servicio a la sociedad y la patria. La bancarrota espiritual precede a la quiebra económica.

¿Debo hacerlo? Es la pregunta que pone en marcha a la inteligencia espiritual. Somos libres para elegir nuestras acciones, lo que no podremos nunca es evitar sus consecuencias.

Tabú

Para romper el tabú y hablar abiertamente acerca de la espiritualidad es importante reconocer que somos seres integrados.

Energía

Los pensamientos crean energías. ¿Cómo nos damos cuenta de ellos? A través de la conciencia plena de nuestros actos y resultados.

Relación

La inteligencia espiritual relaciona el espíritu y la materia, se ocupa de la trascendencia, de los comportamientos virtuosos.

(*) Economista. Desde hace 17 años es facilitadora de talleres de Inteligencia Espiritual, Motivación en múltiples lugares, Líbano, Brasil, Isla Margarita, Venezuela y Paraguay. Especialista en terapia de risa y motivación vocacional.

amartinezluraghi@gmail.com

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