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Si somos personas íntegras, no podemos pretender que la carga emocional que ha significado una discusión familiar se quede en la puerta de la empresa, como si fuera una mochila, esperando la hora de la salida para subirse nuevamente a la espalda.
Te quiero…, pero lejos
Sea cual fuera el origen de los conflictos emocionales, tendrán un impacto en el resultado económico de la empresa, sea por disminución de las ventas potenciales o por aumento en los costos de eficiencia. Si no podemos conversar para lograr acuerdos, no podemos avanzar; el no tomar una decisión también es una decisión, y la misma genera impactos al retrasar acciones.
La familia, al tener el control de la empresa, ejerce una gran influencia en la misma, incluso cuando los procesos estén claramente estructurados y se encuentre institucionalizada la gestión a través de un organigrama de funciones, la profesionalización de la familia es bastante más compleja.
Cuando planteo la profesionalización, lejos estoy de referirme a que todos los miembros de la familia posean títulos universitarios; más bien estoy señalando lo difícil que resulta, incluso para personas adultas con experiencia y capacitación adecuada, lograr comportarse en base a la lógica financiera de la eficiencia empresarial, cuando pesa en su actitud la ilógica emocional que pueden estar atravesando.
La empresa familiar debe centrar su misión en hacer a sus miembros más ricos:
Humana,
Profesional, y
Patrimonialmente
A diferencia de la contratación de colaboradores, los miembros de una familia no se eligen los unos a otros, y será ese mismo equipo de personas el que se trasladará a la empresa; esta realidad es la que precisa ser analizada para que conscientemente se planteen estrategias para el fortalecimiento de herramientas de comunicación interna, desarrollo de asertividad, lograr acuerdos antes de que se presenten inconvenientes, ya sea en base al imaginario de posibilidades, o también investigando causas de inconvenientes frecuentes en otras empresas familiares.
Todo ello debe realizarse con total respeto de las individualidades humanas y valorando las características de cada persona, así como sus sueños, aspiraciones y pasiones. Aquí es donde los valores y principios, en otras palabras, la esencia del vínculo familiar, pasa a tener una alta preponderancia.
En ocasiones, esta escucha desde el corazón implica para la familia comulgar con las palabras de Martín Fierro: “los hermanos sean unidos”. No obstante, en el ámbito del negocio, eso no se debería traducir en que todos deban trabajar en la empresa familiar, ni que todos sean directores o gerentes y mucho menos que todos tengan el mismo salario.
Eficiencia empresarial
Para que la empresa pueda competir y ser sustentable indefectiblemente deberá ser manejada de manera eficiente, para ello hay que desarrollar estrategias innovadoras que acompañen los rápidos cambios de un mercado cada vez más exigente.
Estudios, capacitaciones y actualizaciones son requeridas como herramientas válidas de supervivencia empresarial, sin embargo, las ganas y entrega que cada uno le ponga a esas actividades dependen de la motivación personal. Nadie puede motivar a otro, se podría influir a través de un excelente plan de negocios, con ideas fuerzas que incentiven a la acción, pero definitivamente la motivación es individual.
No es lo mismo “estamos juntos para ganar plata” que “ganamos plata y por eso estamos juntos”. No todos somos iguales ni tenemos las mismas capacidades, pero principalmente no se puede contagiar la pasión por las metas por más hermanos que seamos y cariño que nos tengamos.
“Es buenísima gente y lo amamos mucho, pero no hay forma en que se entregue con la misma pasión a la tarea que debe realizar, si no fuera porque es de la familia…” o “Hace rato ya hubiéramos rescindido contrato porque no produce como necesita la empresa, pero…”.
Frases como estas son importantes llamadas de atención, pues cuando ocurre algo similar a lo manifestado, probablemente sea porque se haya saltado el primer punto antes señalado: “hacerse ricos humanamente”, y se haya colocado al éxito de la empresa como el interés superior, al que las personas deben adaptarse olvidándose de sus propios sueños.
Es más fácil institucionalizar procesos que profesionalizar a la familia, especialmente porque los títulos universitarios de nada valen cuando priman las creencias familiares en las decisiones empresariales, como por ejemplo el sucesor del fundador tiene que ser el varón primogénito, o que Juan (el mejor preparado y más entusiasta) no debe ser el gerente general porque es el menor de los hermanos, “…como si los otros hermanos son solo gerentes de área, no puede ser que su hermano menor sea su jefe”.
Por otro lado, seamos realistas, la familia está viviendo (en todo o en parte) de lo que produce la empresa. Pero, generalmente, la familia crece más rápido de lo que puede crecer la empresa, por ello, mantener la calidad de vida de la familia podría repercutir en quitar dinero de la empresa sin permitirle la oportunidad de reinvertir adecuadamente para lograr sustentabilidad.
La familia es propietaria de una riqueza que debe permanecer y crecer, para el bienestar de ésta y de las próximas generaciones. Importante será comprender y aceptar la influencia de la familia en la empresa y viceversa.
El consejo de familia debe cuidar el desarrollo humano y profesional de cada miembro, así como el patrimonio familiar para la sostenibilidad de la calidad de vida, mientras que el Directorio tiene como rol fortalecer el patrimonio de la empresa. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.