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Explicó de entrada que este sistema permite que cada familia pueda evaluar su calidad de vida en 50 aspectos distintos. Al conocer en qué está bien (verde), más o menos (amarillo) o mal (rojo), el núcleo familiar puede priorizar sus necesidades y elaborar un plan (mapa de vida) para resolver paso a paso sus carencias, dijo.
Se trata de una autoevaluación, resaltó, que se realiza con software que utiliza fotos y caricaturas para reflejar las distintas situaciones y facilitar su comprensión. “El Semáforo de Eliminación de Pobreza es desarrollado por la Fundación Paraguaya bajo el liderazgo del doctor Martín Burt, y una vez que la familia cuenta con su propio ‘mapa de vida’, el siguiente paso es encontrar soluciones a los indicadores que ha priorizado”, indicó.
Añadió que la mayoría de las soluciones ya existen en nuestro país: hay cientos de servicios (algunos gratuitos, otros no) proveídos por el Estado, fundaciones, iglesias, organismos de desarrollo y empresa privada, entre otros, pero una vez que la familia se ha “activado”, es decir, que entiende su problema y está motivada a resolverlo de manera proactiva, buscará encontrar la solución correspondiente a cada indicador.
Del Paraguay al mundo
Sanabria explicó que esta novedosa herramienta originada en nuestro país y que ha demostrado ser muy adaptable a distintos tipos de organizaciones y regiones geográficas, se implementa en 26 países y 210 organizaciones de todo el mundo. Las primeras réplicas del modelo, según refirió, se hicieron en África, donde el “semáforo” está siendo empleado por todo tipo de organizaciones, como en Tanzania, Uganda, Sudáfrica, Sierra Leona y Nigeria. En América Latina existen organizaciones de microfinanzas, desarrollo rural y desarrollo comunitario que lo están empleando: en Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador y México. Además se han desarrollado programas piloto en China, Vietnam y Taiwán.
El programa igualmente llegó a países desarrollados. Transmit Enterprise, en Newcastle (Inglaterra), y la Coalición para la Reconstrucción de Stockton en California (EE.UU.), son algunos ejemplos. En este último país, el “Semáforo” tiene presencia, además, en Elmira (Chemung County, Estado de Nueva York), Nueva Orleans y Pittsburgh”, destacó Sanabria.
Sobre el punto citó que recientemente se han habilitado estos programas en Papúa Nueva Guinea (Oceanía), Singapur, Indonesia, Filipinas y Nigeria. “Hasta allá fuimos técnicos paraguayos para entrenar a organizaciones locales en el uso de esta tecnología social desarrollada en Paraguay”, comentó con satisfacción.
Más de 140 empresas privadas
Los programas de combate a la pobreza no consideran al pobre como protagonista, sino como beneficiario de sus acciones. El “Semáforo” por el contrario, lo tiene en el centro de la metodología, explicó en otro momento de la entrevista, para agregar que no es el único protagonista “no tradicional” que este enfoque supone. “El “Semáforo” está siendo utilizado no solo por fundaciones, ONG, programas de desarrollo, entidades comunitarias de base y gobiernos locales y regionales, sino que interesó a la empresa privada como una herramienta para trabajar los beneficios sociales que ofrecen a sus colaboradores”, acotó.
Mas de 140 empresas de nuestro país, México, Ecuador y Sudáfrica han estado utilizando este sistema durante los últimos cuatro años. “La razón es muy simple: al mejorar la calidad de vida de los trabajadores se reduce el ausentismo, se bajan las tasa de rotación de colaboradores y se aumenta la productividad”, enfatizó.
El “Semáforo” permite además a las empresas un enfoque integral y medible al mismo tiempo de permitirles organizar mejor sus programas de beneficios al personal, para enfocarse en las carencias de sus trabajadores. En el Paraguay, la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC) ha sido una gran aliada para impulsar este programa. Indicó que la metodología es simple ya que el departamento de RR.HH. o el de RSE (Responsabilidad Social Empresarial) recibe entrenamiento en la metodología y el acceso al software. Luego, selecciona el nombre que el programa llevará en la empresa. Seguidamente aplica la autoevaluación a sus colaboradores. Con la información recabada respecto a los 50 indicadores, la compañía ajustará su plan de beneficios para alinearlo con las prioridades de sus colaboradores. Al mismo tiempo, cada trabajador tendrá su propio “mapa de vida” y buscará soluciones dentro y fuera de la empresa.
Si la empresa pone al servicio de sus colaboradores su capacidad empresarial, agregó, así como sus contactos y su potencial de innovación, no necesita invertir muchos recursos financieros extras para implementar esta herramienta. “Hemos visto empresas levantar el teléfono y llamar a su banco financiador para implementar programas de ahorro y educación financiera con sus trabajadores. O negociar con el SNPP o con el Ministerio de Urbanismo (ex Senavitat) servicios especiales; o crear microfranquicias de sus propios productos para que los familiares de sus trabajadores aumenten sus ingresos”, comentó.
Supermercados, bancos, industrias, hoteles, empresas de servicio de limpieza, estancias ganaderas. No importa el rubro en el que trabajan, todas pueden utilizar el programa, dijo. Por ejemplo, Las Tacuaras (Nutrihuevos) ha utilizado la herramienta en los últimos 5 años, logrando reducir en un 45% los “rojos” que afectan a sus colaboradores e incrementar los “verdes” en un 21% (ver infografía que se acompaña).
Familias sin pobreza
El “Semáforo” es un programa que se centra en las familias, señaló. Enfatizó seguidamente que se debe centrar en la familia no solo porque nuestra Constitución establece que es el fundamento de la sociedad (Art. 49), sino porque nadie es pobre o no pobre solo: todo depende de la familia de la que forma parte, insistió. Expresó igualmente que las cifras oficiales indican que hay 1.809.053 paraguayos pobres, pero no es cierto. La verdad es que hay más y hay menos. “Hay más porque esta cantidad solo se refiere a pobreza de ingresos y aunque aquellas familias tienen resuelto este aspecto poseen otras carencias, si las medimos multidimensionalmente. Y hay menos pobres porque no existen 7 millones de paraguayos, sino solamente 1,6 millones de familias con carencias que resolver”, agregó.
Cambiar el enforque actual
Se debe cambiar el enfoque actual no solo para medir pobreza multidimensional, sino para superar el asistencialismo sin empoderamiento, y reenfocar los programas de subsidio para que sean trampolines para salir de la pobreza y no trampas para permanecer en ella, manifestó.
Agregó que con información generada “de abajo para arriba” podemos fácilmente coordinar mejor los servicios de los 13 ministerios y 84 entes públicos de nuestro país y los cientos de servicios proveídos por la sociedad civil y empresas privadas, para que apunten con precisión a los “rojos y amarillos” de cada familia.
El recientemente creado Ministerio de Desarrollo Social podría ser el facilitador de los servicios a las familias, estableciendo una ventanilla única para el efecto. Los miles de extensionistas agrícolas, maestros, funcionarios de salud, Tekoporã, y demás extensionistas sociales podrían fácilmente ser reentrenados para convertirse en mentores de las familias. Con el apoyo de ellos cada hogar puede tener su propio “mapa de vida” e implementarlo.
Para eliminar la pobreza en el país todos debemos poner manos a la obra. No es suficiente que el Gobierno se ocupe del tema: debemos incorporar a la familia como protagonista, a la sociedad civil, y a la empresa privada al esfuerzo. Y con el “Semáforo” la firma privada tiene una herramienta que le permite ser parte de esta lucha, sin sacrificar su propósito de generar ganancia.