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En esta edición, desde MF Economía se analizará la realidad de la productividad en el país, así como los puntos de ineficiencia y las perspectivas de mejoramiento en ese sentido.
Antes, es importante recurrir a la teoría económica para entender los alcances del término “productividad laboral”, también conocida como “productividad de la fuerza laboral”. Conforme a libros de economía, la productividad laboral se define como el producto económico real por hora de trabajo, es decir, la relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.
En el mismo sentido, la productividad laboral no debe confundirse con la productividad del empleado, que es una medida de la producción de un trabajador individual.
Cuando se piensa en mejorar la productividad laboral, ya sea en una empresa o en un país, existe una serie de políticas que podrían implementarse para lograr tal objetivo. Entre las medidas o acciones que surgen como alternativas figuran la inversión en infraestructura, la cual podría ayudar a la productividad a la vez de reducir el costo de hacer negocios.
También podría empujarse reformas fiscales y de bienestar cuyas implementaciones podrían mejorar los incentivos laborales y aumentar los ingresos de las personas que trabajan de forma más productiva.
Apuntar además, a la calidad de la educación y la capacitación, ofreciendo oportunidades para que los trabajadores mejoren sus habilidades, educación y capacitación a un costo accesible, que sin dudas ayudará a elevar la productividad de una empresa.
Otras de las acciones podrían apuntar a la inversión empresarial, mediante la eliminación de máquinas obsoletas, entre otras acciones.
En Paraguay, los mayores inconvenientes para aumentar la productividad laboral se centran en la falta de innovación y por consiguiente, en las capacidades de las personas para acompañar el proceso. Estas deficiencias terminan por impactar significativamente en la capacidad de la fuerza laboral.
Para tratar de mitigar este tipo de ineficiencias se torna necesario seguir trabajando, con mayor fuerza, en acuerdos públicos y privados que permitan capacitar a trabajadores y una apuesta en programas de innovaciones que terminan beneficiando a todo el circuito económico del país.