Invirtiendo con estrategia: Portafolio resistente al ruido del mercado

En tiempos donde los mercados financieros se mueven con velocidad imprevisible y los pronósticos pierden vigencia tan pronto como aparece un nuevo titular, la pregunta relevante ya no es qué activo comprar sino cómo diseñar una arquitectura patrimonial sólida que sobreviva al ruido del mercado y a los sesgos inherentes al comportamiento humano.

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ABC Color

La asignación estratégica de activos –Strategic Asset Allocation o SAA– no solo ha demostrado ser el principal determinante del rendimiento a largo plazo, sino que se ha consolidado como la herramienta central de los grandes gestores de inversiones a nivel mundial. Diversos estudios señalan que más del 90% del resultado de un portafolio de inversiones de entre cinco y diez años depende de cómo se distribuyen los recursos entre diferentes clases de activos, como renta fija, renta variable, activos alternativos y liquidez. No se trata de adivinar qué acción o bono subirá mañana, sino de construir una estructura que combine rentabilidad, riesgo y liquidez coherentes con los objetivos del inversionista.

Este principio es especialmente relevante en mercados de capitales en desarrollo, como el paraguayo, donde inversionistas atomizados –profesionales, empresas familiares, asesores e incluso institucionales– requieren herramientas claras para invertir con sentido estratégico.

Una mirada comparativa revela que los sistemas privados de pensiones de Chile, Colombia y Perú comparten asignaciones de activos similares (gráfico Nº 1): renta fija (45-55%), renta variable (28-34%), activos alternativos (12-15%) y liquidez (5-6%), y entre el 40% y el 51% de dichas inversiones fueron a parar al exterior. En contraste, el portafolio del Instituto de Previsión Social (IPS) aún se concentra exclusivamente en activos locales, con aproximadamente el 70% en renta fija y el 25% en alternativos. Con las reformas en marcha, se espera que este perfil converja gradualmente hacia los estándares regionales.

¿SAA o el activo de moda? Derribando un falso dilema

En el imaginario colectivo, invertir bien suele confundirse con “encontrar el activo ganador”. Pero lo que la evidencia demuestra es lo contrario: incluso eligiendo mal un activo específico, si la decisión estuvo enmarcada dentro de un buen SAA, el portafolio puede generar resultados superiores. Ello es así porque el SAA determina cómo se distribuyen los riesgos y retornos de forma estructural. En este sentido, la asignación estratégica de activos no compite con la selección específica de activos; la supervisa, la enmarca y la disciplina.

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De Markowitz a Kahneman: racionalidad, sesgos y decisiones patrimoniales

Desde los años 50, el SAA ha sido uno de los grandes temas de las finanzas modernas, con aportes iniciales como la teoría del portafolio de Markowitz. Posteriormente, a fines de los 70 irrumpió la economía del comportamiento –con Daniel Kahneman y Amos Tversky a la cabeza– con hallazgos que demostraron que, en oposición al pensamiento dominante de la época, las decisiones financieras no eran completamente racionales: están influenciadas por emociones, sesgos cognitivos y contextos.

En efecto, todo asesor de inversiones conoce estos patrones: clientes que quieren desprenderse de un activo solo porque su precio bajó; otros que entran y salen del mercado siguiendo titulares o fungiendo de traders; o los que replican decisiones ajenas sin evaluar su perfil ni sus metas. La economía del comportamiento ha demostrado que estas conductas ocurren en Paraguay, Wall Street o Shanghái. Son humanos.

Muchos de los sesgos que afectan a los inversionistas no surgen necesariamente de la codicia o miedo, sino de una falta de educación financiera. En Latinoamérica –y en Paraguay en particular– la educación financiera no siempre forma parte del currículum formal, y los espacios para aprender a tomar decisiones de inversión suelen estar restringidos a círculos profesionales. Este vacío amplifica los errores conductuales.

En este punto es donde asesores, consultores, reguladores y plataformas educativas juegan un papel clave: ayudar a los inversionistas a entender su perfil de riesgo, definir sus objetivos de inversión, construir criterio y traducirlos en una arquitectura financiera sólida.

¿Cómo incorporar el comportamiento humano sin debilitar el SAA?

En los últimos años, los grandes gestores globales de portafolios han desarrollado modelos de SAA que combinan criterios de racionalidad y sesgos humanos, conocidos como modelos multifactoriales dinámicos. Estos modelos son sofisticados y se apoyan en la teoría financiera, estadística, tecnología y economía conductual, de modo que los portafolios resultantes son resilientes y adaptativos. Pero en Hispanoamérica, y particularmente en Paraguay, los desafíos estructurales de los mercados de capitales –instrumentos limitados, baja liquidez, horizontes cortos, falta de datos– hacen difícil aplicar estos modelos tal como están concebidos.

El modelo Núcleo-Satélite: simple, intuitivo, humano y estratégico

Frente a los desafíos estructurales, el modelo Núcleo-Satélite (del inglés, Core-Satellite) emerge como una solución pragmática: combina lógica racional, sesgo humano y herramientas disponibles. Este enfoque propone dividir el portafolio en dos bloques complementarios que equilibran estrategia y flexibilidad.

-Núcleo: es el SAA racional y representa la columna vertebral del portafolio de inversiones. Se le asigna el 70% del patrimonio del inversionista, aunque el porcentaje definitivo varía según el perfil de riesgo, horizonte de inversión y nivel de educación financiera. Es una estructura diversificada, alineada con los objetivos de largo plazo y construida sobre principios clásicos como racionalidad, aversión al riesgo y eficiencia de mercado. Puede apoyarse en fondos mutuos para lograr una adecuada diversificación aun con patrimonios modestos.

-Satélite: aporta dinamismo táctico y permite incorporar activos de alta convicción, trading controlado o sesgos conductuales de forma acotada y sin comprometer el rumbo patrimonial.

No hay un portafolio Núcleo-Satélite único, este depende del contexto de cada inversionista, el perfil de riesgo y el horizonte de inversión. No se busca eliminar el comportamiento humano, sino canalizarlo de manera inteligente, ofreciendo al inversionista un portafolio modular que se adapta a coyunturas sin perder el norte estratégico. Mientras el Núcleo estabiliza, el Satélite innova.

Invertir no es acumular activos al azar. Es construir un portafolio coherente, que traduzca objetivos en asignaciones y decisiones en resultados. En mercados como el paraguayo, donde el ecosistema de capitales viene evolucionando entre oportunidades y desafíos, contar con una estrategia de inversiones clara –y saber diferenciar entre Núcleo y Satélite– puede marcar la diferencia entre navegar con rumbo o quedar a merced de la marea. Porque al final del día, invertir con estrategia es planear el futuro con intención es diseñar una brújula que nos permita ir a donde queremos llegar.

Construir

Invertir no es acumular activos al azar. Es construir un portafolio coherente, que traduzca objetivos en asignaciones y decisiones en resultados.

Activos

Diversos estudios dicen que más del 90% del resultado del portafolio de inversión de entre 5 y 10 años depende de cómo se distribuyen los recursos entre diferentes activos.

Por Robert Soto, ingeniero economista.

robertsotoc@gmail.com

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