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Además, las inversiones en obras de infraestructura contribuyen a incrementar la cobertura y calidad de los servicios públicos (salud, educación, esparcimiento), reduce los costos asociados a la movilidad y a la logística, mejora asimismo el acceso a los diversos mercados (de bienes y servicios, de trabajo y financieros) otorgando un entorno propicio para incrementar el bienestar general.
El Banco Mundial (BM) refiere que un aumento en el nivel de infraestructura de 1% incrementa temporalmente el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), entre 1% y 2% (Calderón y Serven, 2014). En cuanto a la inequidad, se experimenta una disminución, producto del aumento de la infraestructura pública, debido a que amplía las oportunidades de producción y trabajo, valorizando bienes y propiedades y mejorando los prospectos de ingresos.
Por el lado social, la infraestructura facilita el acceso a servicios de educación y salud, valorizando el capital humano y ampliando el potencial de trabajo y calidad de vida. De esta forma la infraestructura se vuelve una herramienta valiosa para la reducción de pobreza (Calderón y Serven, 2014).
En lo que respecta a la brecha de infraestructura, entendida como la diferencia entre la inversión realizada en materia de infraestructura (efectivo) y la que necesita un país (potencial) es mayor en naciones de menor desarrollo económico, como las de América Latina. Estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) refieren que hasta el año 2030, América Latina y el Caribe necesita invertir US$ 2,220 billones en los sectores de agua y saneamiento, energía, transporte y telecomunicaciones para expandir y mantener la infraestructura necesaria para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De ese total, un 59% deberá destinarse a inversiones para infraestructura nueva y un 41% a inversiones de mantenimiento y reposición de activos que llegan al final de su vida útil. En términos del esfuerzo de inversión relativo al tamaño de la economía, América Latina y el Caribe necesitará invertir en infraestructura por lo menos un 3,12% de su PIB cada año hasta 2030, remarcan desde el BID.
En esta edición compartimos algunas aristas del “Informe de Construcción” de nuestro mercado interno, que contempla datos de utilización de los diferentes materiales como cemento, asfalto, varillas, etc. Además del comportamiento de otros productos vinculados al sector.