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En suma, no se permiten actividades de prospección, exploración y explotación de hidrocarburos en dicha zona, aun cuando se muestren evidencias fehacientes de control y mitigación del medio ambiente.
Al respecto considero algunas reflexiones. Durante demasiado tiempo desde el Régimen de la tierra en el Derecho Indiano (1578) se han inoculado poderosos venenos en la educación, la economía y la misma política, como en efecto se pudo notar en los discursos proferidos en la reciente sesión por parte de los diputados contrarios a las modificaciones de la citada legislación.
Se pudo notar igualmente el fuerte “lobby” de ONGs ambientalistas en su tozuda impertinencia cercana al desvarío que, por cierto, por el solo hecho de ellos mismos de autocalificarse con el adjetivo de “ambientalistas” se consideran como los únicos y sacrosantos interesados en la conservación de la naturaleza, cuando definitivamente no es así.
La explotación del gas así como del petróleo (a lo que hay que agregar el oro, titanio, uranio, litio, hierro, etc.) se puede llevar a cabo protegiendo el medio ambiente.
Una mala legislación como la mencionada vuelve imposible en una inmensa superficie de nuestro Chaco el aprovechamiento de una fuente de energía que le permitirá al Paraguay enfrentar los desafíos para su desarrollo.
La casi imposible explotación de los recursos del subsuelo llega a todo el territorio nacional. Miles de empleos y oportunidades se pierden.
La pregunta relevante es: ¿De quién es el subsuelo y si es del Estado, acaso la propiedad estatal no genera desincentivo para la inversión y para la conservación del medio ambiente?
La respuesta a la interrogante arriba enunciada se encuentra en la Constitución Nacional, que dice en su artículo 112, Del Dominio del Estado: “Corresponde al Estado el dominio de los hidrocarburos, minerales sólidos, líquidos y gaseosos que se encuentren en estado natural en el territorio de la República, con excepción de las sustancias pétreas, terrosas y calcáreas. El Estado podrá otorgar concesiones a personas o empresas públicas o privadas, mixtas, nacionales o extranjeras, para la prospección, la exploración, la investigación, el cateo o la explotación de yacimientos, por tiempo limitado. La ley regulará el régimen económico que contemple los intereses del Estado, los de los concesionarios y los de los propietarios que pudieran resultar afectados”.
El resultado de esta normativa es la pérdida como también la absoluta ausencia de radicación de capitales en tecnología y mejoras en general para la creación de empleos. Son oportunidades que se pierden como en efecto le sucedió a la empresa de Primo Cano Martínez a causa de tan funesta línea de pensamiento.
“Destrucción” de los recursos naturales
Las personas y organizaciones que se dicen ambientalistas parten del supuesto de no tocar la naturaleza. Dicen que la contaminación, el despilfarro de recursos y hasta las enfermedades son causadas por el deseo y la codicia del hombre de extraer los recursos para su provecho.
Los “ambientalistas” no toman en cuenta que no tocar la naturaleza significa hambre. Desempleo y muerte. Fue la disposición de la naturaleza al servicio de la división del trabajo, el capital y la creatividad que lleva a cabo el ser humano lo que hace posible la supervivencia humana. Los llamados “ambientalistas” llegan al colmo de poner como dilema a los árboles versus ser humano, dándoles prioridad a los árboles.
Sin embargo, de haberse hecho caso a tal dilema pues no se hubieran tocado los árboles como un grupo sostuvo hacia el año 1600 para que los bosques vírgenes permanezcan intactos. Toda la población del continente norteamericano no hubiera sido desarrollado y los bosques se hubieran desperdiciado para siempre, impidiendo la reforestación que permite la sustentabilidad del medio ambiente con ganancias en dinero para los propietarios.
Los llamados ambientalistas en el fondo no son tales. Desconsideran la tecnología para el uso de los recursos naturales, que además de consumir los recursos también agrega otros. Por ejemplo, todo el petróleo bajo la tierra era inservible para el ser humano, un líquido inútil, hasta que sucedió algo.
Medio ambiente y mercado
El medio ambiente y el mercado no son antagónicos. Gracias al desarrollo del automóvil y de las máquinas en general sumado con la tecnología y la industria hicieron de aquel líquido negro (petróleo) se volviera un recurso extraordinario para el mejoramiento de la calidad de vida de la población a nivel planetario.
Pero a los ambientalistas desde luego les tiene sin cuidado aquello, no tocar nada es su consigna. Y si alguien o una empresa desea hacerlo pues el Estado debe impedirlo aunque ello implique terminar con principios jurídicos y económicos, llámese el de la irretroactividad como sucedió con la sentencia de la Corte Suprema en la demanda de Primo Cano Martínez que dejó de funcionar luego de las multimillonarias inversiones y otras más que tenía en su desarrollo como empresa.
Si hay algo que caracteriza a estos grupos es precisamente su aberración y hasta odio hacia el libre mercado. Aquella división del trabajo en cooperación libre y voluntaria propia del mercado es vista como un enemigo del medio ambiente.
¿Por qué creen los supuestos ambientalistas que en Paraguay se redujo la pobreza del casi 60% a menos de la mitad en estos veinte años”? La respuesta está en la elevada producción y productividad del sector agropecuario junto con el precio de nuestros commodities cotizados en el exterior por su calidad.
El mercado asigna los recursos de modo eficiente. Podrá tener errores dado que el ser humano es falible. Si por ejemplo se descubre gas o petróleo en una propiedad privada, se dirá que será extraído abusivamente, depredando todo a su alcance. No es así precisamente.
Si los precios de esos hidrocarburos son altos se harán más inversiones e incluso no lo extraerán todo pues si lo hacen podrían hacer disminuir su valor monetario. Más bien, cuidarán lo obtenido en el pozo porque para más adelante les puede significar mejores ingresos. Dicho de otro modo, la decisión del propietario estará determinada por las expectativas de rendimientos a futuro.
Derecho indiano de la propiedad estatal del subsuelo.
Infelizmente los derechos de propiedad no están correctamente dispuestos en nuestro orden jurídico. Es del dominio del Estado los hidrocarburos y minerales en general. Se requiere para la exploración, concesión y explotación un permiso del Estado. Esto es una reminiscencia monárquica intolerable y absurda, tanto en términos del derecho como de la economía.
Siendo del Estado entonces no existen incentivos como en efecto lo sostuvo en su gran trabajo el Nobel de Economía Douglas North, quien analizó el papel de las instituciones en el desarrollo económico. Esto no es un tema baladí y superficial. Los derechos de propiedad bien delimitados generan incentivos a la inversión, la toma de riesgo y la innovación.
Mientras sigamos así como estamos pues no solo desperdiciamos nuestros recursos como el gas, el petróleo y otros sino que seguiremos eliminando oportunidades de inversiones y mejoras en general, además de mantener intacta la inseguridad y finalmente la depredación de nuestro medio ambiente. Todavía rige el instituto del derecho indiano de la propiedad estatal del subsuelo.
Por cierto y para concluir, considero más justo que los indígenas y las personas privadas tengan sus derechos de propiedad del subsuelo bien asignados en el mismo parque Médanos del Chaco como en todo el territorio nacional. ¿Por qué no?
Los indígenas se volverán propietarios de sus tierras y obtendrán ganancias por la venta o alquiler de las mismas. O será que los ambientalistas consideran a nuestros hermanos indígenas como infradotados que no pueden decidir por sí mismos. Tengo una respuesta: les conviene que todo siga igual.
Recurso
Si seguimos así no solo desperdiciaremos nuestros recursos como gas y crudo, etc., sino también oportunidades de inversión.
Proteger
La explotación del gas así como del petróleo (a lo que hay que agregar oro, titanio, uranio, litio, hierro, etc.) se puede llevar a cabo protegiendo el medio ambiente.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.