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De ese modo, pretende explicar el funcionamiento del comportamiento humano como esa fuerza que empuja a una persona a actuar. En su citado libro el autor se refiere a la confianza de los consumidores para invertir y gastar
Entonces, ¿qué pasa si no hay ese espíritu animal? Pues el Estado deberá intervenir, hacer el empujón, según dicen sus promotores. La realidad, sin embargo, es diferente. La pérdida de confianza se debe a que se metió al zorro (gobierno) en el gallinero, situación que no puede más que generar problemas en vez de soluciones, como los hechos así lo testimonian.
Si al Estado, por ejemplo, mediante su respectivo gobierno le falta dinero porque generó déficit, entonces imprime dinero creando inflación. El Estado es el problema.
En gran parte, el resurgimiento académico del intervencionismo estatal se debe a los espíritus animales. Esta es una suposición revestida de soberbia intelectual que desde luego no hace más que dar entrada a los tecnócratas, los deseosos de dirigir la vida de los demás mediante el uso de la coerción estatal en los temas que hacen a la economía privada o, lo que es lo mismo, de los individuos, familias y empresas.
A la fecha, el modelo económico de fuerte impacto sobre la política y la educación es el del intervencionismo estatal fundado en la teoría neo keynesiana.
Los técnicos, analistas, políticos, burócratas e incluso periodistas son adeptos a esa línea de pensamiento, una línea de ideas que no hace más que hacernos desperdiciar muchas oportunidades. De una escala de 1 al 10 en vez de llegar a 7 y 8 nos quedamos en el 3, 4 y hasta 5, similar a lo que pasa con el producto interno bruto (PIB).
Es como un vehículo cuya velocidad promedio es de 100 km por hora en la ruta y se mueve a menos de la mitad. Esto implica pérdida de tiempo, más consumo y hasta gastos innecesarios perjudicando finalmente al motor.
El neokeynesianismo, que acertadamente puede ser llamado estatismo, defiende en todo momento la política económica intervencionista gubernamental como la mejor herramienta para hacer crecer la economía o salir de una crisis. Y para ello apela a métodos como el aumento del gasto público estimulando la demanda agregada y así incrementar la producción, la inversión y el empleo.
Nuestro atraso
Es esta idea predominante del estatismo la que empobrece al país. De ninguna manera es la cultura, la raza o cualquier otro pretexto el que está causando que solo estemos a la espera del efecto “rebote”, sino el estatismo donde el Estado se ha convertido por obra y gracia de sus malos y de escasos luces dirigentes, en aquel gigante de pies de barro, ineficiente, derrochador.
Hasta tienen la “cancha” libre para seguir malgastando más del 4% del producto interno bruto (PIB), suma que llega a mil seiscientos millones de dólares, tirados a un barril sin fondo, pero que termina ahí donde unos pocos siguen beneficiándose del trabajo, el esfuerzo diario y de los impuestos de unos pocos que siguen pagando aquel despilfarro.
Ni tan siquiera nuestros gobernantes miran lo que ha ocurrido en otros lugares, que habiendo estado en peores situaciones que el Paraguay, consiguieron el crecimiento sostenido de sus economías concitando un “milagro”, expresión desde luego que significa libre mercado, imperio de la ley, seguridad y garantías a la vida, la libertad y la propiedad; bajos impuestos, desburocratización y desmonopolización.
Los adeptos al “animal spirits” les encanta el Estado. Prefieren la sociedad del privilegio, total los mismos de siempre (los contribuyentes) pagan el endeudamiento e impuestos y ¡pronto lo harán todavía más!
Empecemos a cambiar
El atraso, la corrupción y el desempleo se deben a la falta de crecimiento económico bajo el amparo y resguardo del Estado de Derecho. Paraguay no sufre maldición alguna y así como pudo levantarse como pocas naciones del mundo de dos guerras internacionales, también puede lograr un crecimiento económico sostenible en el tiempo, dejando de una vez por todo el populismo, la politización, las malas leyes y la obsesión de unos pocos por seguir apostando por un modelo que solo sigue multiplicando pobreza entre las familias paraguayas que se merecen un mejor porvenir en su propia tierra.
En el contexto expuesto se deberá tomar en cuenta con especial énfasis no solamente que el producto interno bruto (PIB) tenga como piso el 6 o el 7% anual, sino también de la sinergia del crecimiento, la educación, la salud y la justicia se encuentren correspondidos en calidad y eficiencia. De manera que estamos hablando no solo de la economía vista como una secuencia de números, curvas y gráficos.
La economía es la acción humana para la cooperación social, para que los individuos y las empresas mediante la división del trabajo fructifiquen los factores de producción, con la expresa mención de un Estado con el respectivo gobierno, que garantice la vida, la libertad y la propiedad.
Libertad y orden
No obstante, y como no puede ser de otro modo, si se desea mantener y hacer posible mayores incentivos para la libertad y el orden (fundamentos de la prosperidad) requerimos como un imperativo categórico el orden en las finanzas públicas.
Al respecto, es preciso dejar dicho que se podrán implementar todas las medidas de políticas públicas para reactivar la economía, pero ninguna tendrá el efecto deseado y en el propósito antes consignado si no se toma al toro por las astas o, lo que es lo mismo, acabar con el mal gasto, el despilfarro del dinero de los contribuyentes y que llega al 4% del PIB.
La consigna está en tener propósitos consistentes con el objetivo a llegar, razón por la que es necesario hacer más atractivo invertir en Paraguay. Para ello, se debe hacer realidad el binomio seguridad-rentabilidad. Y de esto no se debe tener duda alguna si se desea atraer inversiones extranjeras y crear el suficiente ahorro interno en nuestro país. La relación causal entre el stock de capital y el nivel de ingresos y salarios en términos reales es una lección que aquí en Paraguay y en cualquier otro lugar del mundo se cumple, sí o sí; no hay medias tintas.
Si se sigue creyendo en la dañina teoría del “animal spirits”, pues siempre seguiremos teniendo al zorro dentro del gallinero y bien sabemos lo que esto acarrea para la población.
Atraso
Nuestro atraso y lo que empobrece al país es la idea del estatismo, donde el Estado se convirtió en el gigante de pies de barro, ineficiente y derrochador.
Zorro
Si se sigue creyendo en la dañina teoría del “animal spirits” pues seguiremos teniendo al zorro dentro del gallinero y bien sabemos lo que esto acarrea para la población.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.